Dios es fiel a sus promesas

Salomón se olvidó de Dios, tanto acumulado en su vida terminó por hacer de él un idólatra. Empezó a adorar a otros dioses llevados por sus mujeres. Salomón era ya viejo y se dejó vencer por sus pasiones.

Dios irritado le dice que por la promesa hecha a David, no le va a arrancar el reino mientras viva, pero una vez no estuviera él, se lo arrebataría a su hijo y se lo daría a un siervo suyo.

Todavía más: por fidelidad al pacto con David, conservaría una tribu de David para conservarla.

En el Evangelio de hoy, una mujer cananea (a quien les estaba prohibido tocar y hablar por ser paganos) se acerca a pedir de Jesús la sanación para su hija. Ella insiste ante la primer negativa de Jesús y El por su misericordia, le concede la salud de su hija.

A ésta mujer no le importó "rebajarse" ante Jesús, suplicarle por la salud de su hija; no le importó siquiera que la comparara con un perro a quien se le hecha las sobras. Vemos a Cristo hablar duramente a ésta mujer, quien a pesar de ello, insiste.
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