Tres cosas debes alejar de ti. La primera de la que te tienes que salvaguardar, es de litigar, de discutir; si te comportas de otro modo, ¡adiós paz, adiós caridad! Querer permanecer aferrada arrogantemente a la propia opinión es siempre fuente y principio de discordia. Ante este vicio maldito, san Pablo nos exhorta a permanecer unánimes con un mismo afecto.