Irapuato
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el 4 de febrero SANTORAL

-Santa Juana de Valois, hija de Luis XI, rey de Francia, fundadora de la Orden de las Anunciadas, destinada a imitar las diez principales virtudes de la Santísima Virgen, Bourges, 1505. El rey Luis XI y su esposa Carlota de Saboya tenían ya una hija y deseaban por encima de todo un varón que pudiese heredar el trono de Francia. Por eso consideraron el nacimiento de Juana como un contratiempo, y cuando se vio que la niña era deforme - jorobada y algo coja - el monarca prefirió olvidarse de su existencia y a los cinco años fue enviada lejos de la corte. Hasta que se la utilizó como instrumento de política matrimonial haciendo que se casara, muy a pesar del novio, con el duque de Orleáns. Al parecer la unión no llegó a consumarse nunca, y el duque mostró siempre inalterable desdén por una mujer tan poco agraciada como la que le habían impuesto. Así, Juana de Valois pasa a ser simplemente la duquesa de Berry y se retira a Bourges, donde en el año 1500 funda la orden de la Anunciación o de las "diez virtudes de María", cuyo fin es la vida de piedad a imitación de la Virgen y la ayuda a los menesterosos. Poco tiempo le queda. Aunque considerada muy pronto como santa, su canonización no llegó hasta 1950. Todo en esta historia de princesa desventurada a la que desdeñaron sus padres y su marido es triste y oscuro. Es la santa fea y malquerida que de humillación en humillación aprendió a no mirarse más que en el espejo de la hermosura de la Virgen, en el que debía de resplandecer sin que nadie a su alrededor se enterara.

-San Abraham, obispo de Arbelar, Persia, martirizado en la persecución de Sapor. 348. Rabano, que nació alrededor del año 784, probablemente era nativo de Mainz, aunque algunos escritores creen que fue escocés o irlandés. Sus padres fueron sus primeros maestros, y quienes después lo llevaron al cercano monasterio de Fulda, que San Bonifacio, el apóstol inglés de Alemania, había fundado. La escuela del monasterio que se hallaba bajo la dirección del abate Bangulfo era muy famosa, y Rabano correspondió con mucho ahínco a la instrucción. Pronto llegó a ser la admiración de sus maestros y condiscípulos, por su gran talento y la rapidez con que aprendía. Para completar su educación, fue enviado con su amigo Hatto a estudiar un año en Tours, bajo el cuidado de otro gran inglés, el docto consejero de Carlomagno, Alcuino. En él encontró un maestro ideal y un segundo padre. Alcuino le cobró mucho afecto y le apodó Mauro, por el discípulo favorito de San Benito, y cuando el joven había regresado a Fulda, le escribió cartas conmovedoras llenas de consejos. "Sé un padre para los pobres y necesitados", le dice en una de ellas, "sé humilde al servir a los demás, generoso al otorgar beneficios y así descenderán sobre ti sus bendiciones". Rabano conservó sus energías casi hasta el fin. Viajaba por la diócesis con sacerdotes letrados, enseñando, predicando y reconciliando a los pecadores con Dios. Cierta vez que hubo hambre en la región, alimentó diariamente a 300 pobres en su casa y continuó en sus trabajos y sus escritos hasta que su salud se quebrantó por completo. Poco antes de su muerte, en 856, tuvo que guardar cama. El beato Rabano fue uno de los hombres más ilustres de su época.

-San Andrés Corsini, obispo de Fiésole. (4 febrero) (9 enero), Italia, Noviembre 30, 1301 - Enero 6, 1374. "El lobo que llegó a ser cordero". Nace en Florencia a principios del siglo XIV. Tuvo una juventud borrascosa pero después, se convirtió y abrazó la vida religiosa en el convento carmelitano de su ciudad natal. Fue elegido provincial de la Toscana en el capítulo general de Metz y siendo provincial, fue nombrado obispo de Fiésole el 13 de octubre de 1349. Gobernó su Iglesia durante 24 años con admirables ejemplos de caridad y con el brillo de su palabra. Se distinguió por su celo apostólico, prudencia y amor a los pobres. Además, escribió Comentarios a la Sagrada Escritura, Decretos Episcopales y Leyes Eclesiásticas, Sermones. En el Carmen de Florencia, sobre su tumba está escrito: Admirable por el ejemplo de su vida y de su elocuencia. Lleno de méritos murió el 6 de enero de 1374 y muy pronto empezó a tributársele culto. Su cuerpo se conserva en la Capilla a él dedicada en el Carmen de Florencia. En la Basílica de San Juan de Letrán de Doma también tiene dedicada una capilla muy bella. Fue canonizado en 1629.

-San Fileas, obispo de Tnmis y San Filoromo, tribuno militar, con una multitud innumerable, Egipto, persecución de Diocleciano, 308. Fileas pertenecía a una de las familias más nobles y más antiguas del bajo Egipto. Era originario de Thmuis, ocupó altos cargos, desempeñó funciones públicas y poseía amplios conocimientos filosóficos. Probablemente se convirtió al cristianismo a la edad madura, siendo luego elegido obispo de su ciudad natal. Paralelamente, Filoromo ocupaba un alto puesto administrativo en Alejandría, y también él se convirtió al cristianismo tardíamente. Ambos fueron hechos prisioneros al mismo tiempo y sin duda estuvieron en la mazmorra los últimos meses del año 306. En este lapso, Fileas dirigió una carta a los fieles de su diócesis exhortándolos a seguir firme en la fe a Cristo aún después de su inminente muerte. Posteriormente, los dos mártires fueron interrogados por Culciano, prefecto de Egipto y al mantenerse firmes a su adhesión a Jesús, fueron condenados a ser decapitados. Murieron el 18 de mayo del año 307.

-San Gilberto, nacido en Sempringham, provincia de Lincoln, fue fundador de los gilbertinos, a quienes dio una regla que se inspira en la de San Benito. Murió en 1190, a la edad de ciento seis años. Nació en Sempringham, Inglaterra. Fue fundador de la Orden de los gilbertinos, la única orden religiosa medieval que produjo Inglaterra, a quienes dio una regla de vida muy severa que se inspira en la de San Benito con cierta influencia cisterciense. Luego de una vida de constante oración y penitencia, murió en 1190, a la edad de 106 años, y fue canonizado en 1202 por Inocencio III.

-San Isidoro de Pelusio, monje egipcio, ilustre por su doctrina, Pelusio, 449. Conservamos de él cinco libros de cartas y otros escritos. Fue monje desde su juventud y llegó a ser superior de un monasterio cerca de Pelusium, en Egipto. Durante su vida todos lo consideraban como un modelo de perfección religiosa. Se conservan más de dos mil de sus cartas, con un gran conocimiento de la Teología, y tan bien redactadas, que según algunos pudieran ser utilizadas para reemplazar a los clásicos en el estudio de la legua griega. Murió alrededor del año 450. San Isidoro fue monje desde su juventud y llegó a ser superior de un monasterio en la vecindad de Pelusium, en el siglo quinto. De acuerdo con Facundo Suidas, también se ordenó sacerdote. Durante su vida, todos lo consideraban como un modelo de perfección religiosa, y su patriarca, San Cirilo, y otros prelados de su tiempo lo trataban como a padre de todos. Escogió a Crisóstomo como modelo. Todavía tenemos dos mil doce de sus cartas, llenas de excelentes instrucciones de piedad, que muestran un gran conocimiento de la teología. Están tan bien redactadas, que según algunos entusiastas, podrían ser utilizadas para reemplazar a los clásicos en el estudio de la lengua griega. En sus páginas resplandecen la prudencia, humildad, celo intrépido y ardiente amor a Dios.

-San José de Leonisa, capuchino, que predicó la fe entre los turcos de Constantinopla, sufriendo incontables tormentos. Desterrado del territorio musulmán, volvió a Italia, muriendo en Amatrice, diócesis de Rieti, 1612. Este santo nació en 1556 en Leonessa en Umbria, y a la edad de dieciocho años hizo su profesión como fraile capuchino en su ciudad natal, y tomó el nombre de José, en lugar de Eufranio, su nombre de pila. Era humilde, obediente y mortificado en grado heroico, y tres días a la semana no tomaba otro sustento que pan y agua. Generalmente predicaba con un crucifijo en la mano, y el fuego de sus palabras inflamaba el corazón de sus oyentes. En 1587 fue enviado a Turquía como misionero entre los cristianos de Pera, suburbio de Constantinopla. Allí animaba y servía a los esclavos cristianos de las galeras con maravillosa devoción, especialmente durante una peste maligna, de la cual se contagió, aunque después recobró la salud. Con virtió a muchos apóstatas, y se expuso al rigor de la ley turca cuando predicaba la fe a los musulmanes. José fue encarcelado dos veces, y la segunda vez lo condenaron a cruel muerte. San José murió felizmente el 4 de febrero de 1612, a la edad de cincuenta y ocho años. Fue canonizado en 1745.

-San Nicolás Estudita, abad. Este Nicolás nació en Sidonia (ahora Canea) en Creta, de padres acomodados quienes lo llevaron a los diez años de edad a Constantinopla con su tío Teofanes, al monasterio de Studius. El abad quedó muy bien impresionado con el jovencito y le permitió entrar a la escuela del monasterio, donde pronto se distinguió por su docilidad y ahinco para aprender. A la edad de dieciocho años, se hizo monje y se notó que la obediencia a la regla no representaba ningún obstáculo para él, pues ya había llegado al dominio de sí mismo. No estaba destinado Nicolás para llevar una vida pacífica en aquellos tumultuosos tiempos. En 867, mataron a Miguel y su sucesor, el emperador Basilio, no sólo restituyó a San Ignacio, sino que también deseó restablecer al abad Nicolás, quien, sin embargo, se excusó por su avanzada edad. Murió entre sus monjes y fue sepultado junto a San Teodoro, su gran predecesor.

-San Teófilo, penitente, ecónomo de la iglesia de Adana, en Cilicia, célebre por su pacto con el demonio, del cual fue librado por intercesión de la Santísima Virgen, 538. Aunque la leyenda de San Teófilo debe considerarse casi con certeza como pura novela, y se la discute seriamente en el "Acta Sanctorum", como clásico ejemplo de historia de pacto con el diablo, en la que se creía firmemente en la antiguedad, merece sin embargo aquí una breve noticia. Se describe a Teófilo como "oeconomus" digamos "administrador" -de la iglesia de Adana en Cilicia, un hombre humilde, serio, que al ser elegido obispo rehusa el honor, prefiriendo permanecer en su condición de subordinado. Cuando rehusó aceptar el episcopado, nombraron para la sede a un extranjero quien, por sutiles maquinaciones del demonio y sin ninguna razón, destituyó a Teófilo de su cargo. Con el tiempo, hizo cuarenta días de penitencia en la iglesia de Nuestra Señora, implorando humildemente su intercesión, y Ella, después de una severa reprimenda, obtuvo de su Hijo que tuviera misericordia con el ofensor. Continuó prolongando aun más sus ayunos, y cierta vez se le apareció en sueños la Santísima Virgen. Cuando despertó, se encontró sobre su pecho el pacto que había firmado. Entonces, impulsado por la gratitud y un deseo de proclamar por todo el mundo la compasión de la Madre de Misericordia, hizo confesión pública de todo lo que había sucedido, en la iglesia, ante el obispo, quien personalmente quemó el pacto, a la vista del pueblo.

-Beato Juan de Brito, portugués de ilustre familia, jesuíta en Lisboa, predicador del Evangelio en la India, y mártir en Marava, 1647-1693. Nadie hubiera reconocido en él a un jesuita. Ni su indumentaria (una túnica de cuero amarilla y roja) ni sus costumbres, las propias de un santón hindú, ni su lengua, que era la de los indígenas de la costa de Malabar, al sur de la India, era lo habitual en un hijo de san Ignacio. Siempre con una piel de tigre para sentarse y dormir, viajaba incansablemente por aquellas regiones discutiendo con los brahamanes, evangelizando y bautizando ("este año bauticé a cuatro mil"), escribía en vísperas de su muerte). Este extraño jesuita que se había hecho hindú entre los hindúes, como el padre Nobili y tantos otros hermanos suyos en religión, era de una noble familia portuguesa; nació en Lisboa hijo de Salvador de Brito Pereira, más tarde gobernador de Río de Janeiro y del Brasil, fue paje en la corte del rey de Portugal, como paje del infante Don Pedro. Su fruto es todavía mayor. A un príncipe de Marava, que pide el bautismo, le exige renunciar a cuatro de las cinco mujeres que tenía. Una de ellas no se detuvo hasta conseguir le fuera cortada la cabeza al misionero, el 4 de febrero de 1693, en Urgur y las fieras devoraron el cuerpo del mártir lanzado más allá de su debilidad a una gran empresa más alta y exigente que todas las precauciones que razonablemente necesitaba.

-Beato Rabano Mauro (15 febrero), abad de Fulda y arzobispo de Colonia, uno de los más sabios escritores de la época caroringia, Winkel, 856. Rabano, que nació alrededor del año 784, probablemente era nativo de Mainz, aunque algunos escritores creen que fue escocés o irlandés. Sus padres fueron sus primeros maestros, y quienes después lo llevaron al cercano monasterio de Fulda, que San Bonifacio, el apóstol inglés de Alemania, había fundado. La escuela del monasterio que se hallaba bajo la dirección del abate Bangulfo era muy famosa, y Rabano correspondió con mucho ahínco a la instrucción. Rabano conservó sus energías casi hasta el fin. Viajaba por la diócesis con sacerdotes letrados, enseñando, predicando y reconciliando a los pecadores con Dios. Cierta vez que hubo hambre en la región, alimentó diariamente a 300 pobres en su casa y continuó en sus trabajos y sus escritos hasta que su salud se quebrantó por completo. Poco antes de su muerte, en 856, tuvo que guardar cama. El beato Rabano fue uno de los hombres más ilustres de su época.

-Santa Amonisia, virgen y mártir, 1° domingo de febrero (Celebración móvil).

-Santos Aquilino, Gémino, Gelagio, Magno y Donato, mártires, Fossombrona.

-San Aventino, Troyes, 538.

-San Eutiquio, mártir, Roma, s. III.

-San Gilberto de Limerick, obispo.

-San Imerio de Bosto, peregrino y mártir.

-Santos Papias, Diodoro y Claudiano, mártires.

-San Modán, uno de los misioneros de Escocia, s. VII.

-San Remberto, obispo de Brema, 888.

-Beato Juan Speed, mártir, Inglaterra, 1594.
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