Revolucion.

El manual del terrorista enseña que “las fases de la toma del poder son, guerrilla rural, terrorismo en carreteras, toma de poblados, infiltración de las instituciones, desmoralización de la población, abatimiento de las fuerzas de seguridad y neutralización de la capacidad de reacción, paros armados, guerrilla urbana, leyes confiscatorias y toma del poder”.

Ya en el poder se mantienen “El terror y la crisis, que son, ante todo, maneras de gobernar”. Sea el poder absoluto o el poder dentro de las instituciones que se pretende derribar. Por tanto, el terrorismo y las crisis son aprovechados para modificar la política y, de esta manera, gobernar y ejercer el control.

La “deconstrucción” forma parte del nuevo marxismo que incluye el marxismo cultural, que es el que educa en la anarquía las mentes de la juventud, para manipularla como tonto útil en la toma del poder.
“La revolución no se juega únicamente en el ámbito del discurso político manifiesto, sino también en un plano mucho más molecular, que atañe a las mutaciones del deseo y a las mutaciones técnico-científicas, artísticas, etc.” Como la ideología de género o la ideología de que todo lo merezco, la generación de cristal, con todos los derechos, pero sin deberes, lo que crea verdaderos monstruos. Pues destruye la lógica de la jerarquía y desmonta la verdad que rige a la sociedad.
Lo que se considera el cambio de paradigmas, considerar malo lo bueno y viceversa.
Dicha revolución molecular incluye todas las formas combinadas de lucha que, vincula toda transformación social basanda en la economía del deseo, convirtiendo en “máquinas deseantes” y “máquinas de guerra sociales” a los jóvenes, para instrumentarlos en la desconstrucción de los actuales sistemas sociales.
Alterando el estado de normalidad social para derogarlo y sustituirlo por un sistema de soviets o como acaban de implantar en Venezuela, un sistema de barriadas combos o colectivos, los que finalmente se convierten en tribus urbanas, terminando con el concepto de patria, recordemos que la condición para que exista un gobierno mundial es terminar con los estados nacionales, es decir, con las repúblicas.

El guerrillero urbano se convierte en anarquista, enemigo implacable del gobierno y el sistema, su objetivo es infligir daño sistemático a la autoridad y a quienes ejercen el poder, los actores son indistinguibles uno de otros, por lo que se hace casi imposible saber contra quién se lucha. No hay verticalidad o coordinación centralizada.

“La izquierda no habla de democracia sino de democracia participativa que es un concepto acuñado por Lenin que, significa, el reemplazo de la democracia para sustituirla por movimientos ciudadanos, reemplazando el orden jerarquico de la sociedad”

Su táctica consiste en alcanzar objetivos y ante cada objetivo que se plante y que se materialice con algún conflicto, acudirán ante los gobiernos para exigir que se alcance un consenso que, al producirse desencadenará nuevas movilizaciones para ejercer una nueva coerción para volver a un nuevo consenso. La dialéctica puesta en acción así.
Primero el escalamiento, que se traduce en acciones de desacato, insumisión y rebelión de baja intensidad, la cual va en incremento.

Luego viene el copamiento, que es la activación de múltiples e incesantes focos de conflicto, saqueos, atentados y ataques, sin pausas o con repliegues tácticos momentáneos, con el objetivo de copar la capacidad de respuesta de los organismos de orden y seguridad del Estado.

Finalmente, está la fase de la saturación, llevando a la inmovilidad del Estado, el desborde de las acciones de conflicto a nivel general y la suspensión de toda autoridad y entonces llega la anarquía.