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jamacor
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Tú puedes salvar al embrión humano. Quiero dejar muy claro desde ya que estoy hablando de embriones: que en ningún caso hablo de fetos: Los defensores de la protección absoluta del embrión humanoMás
Tú puedes salvar al embrión humano.

Quiero dejar muy claro desde ya que estoy hablando de embriones:

que en ningún caso hablo de fetos:

Los defensores de la protección absoluta del embrión humano abogan por un concepto sin grados y por ello por la prohibición absoluta de cualquier intervención en células pluri- y totipotentes. Consideran que desde el momento de la fecundación el resultado de la misma ha de ser necesariamente protegido por la ley. Argumentan que también el embrión más primario posee la cualidad moral de la persona. El embrión goza de la misma dignidad que cualquier otra persona y, precisamente por ello, no puede ser ni destruido, ni utilizado con fines médicos ni utilizado de cualquier otra forma que le haga perder su cualidad de ser humano. Para cimentar estos argumentos se basan en los principios de potencialidad, identidad y continuidad.
Continuidad: el desarrollo de la vida humana es un proceso continuo, sin grados ni fases diferenciadas significativas. Dado que todo cambio dentro de este proceso está encaminado al desarrollo de un único ser humano, cualquier supuesto o teoría que pretenda establecer una frontera entre mero grupo de células y ser humano sería arbitraria. No decimos sólo: “he nacido en tal día” sino que retrotraemos nuestra identidad hasta el momento en que fuimos concebidos por nuestros padres. El derecho a la vida, aplicable a todo ser humano, necesita ser aplicado también a cualquier fase temprana de nuestra existencia. Si estoy convencido de que yo no hubiera querido ser abortado -por ejemplo- es natural que defienda el derecho de todo no nacido a disfrutar de su vida. Y por ello es necesario generalizar esa norma aplicando la protección legal a todo ser humano desde el momento de su concepción.
Identidad: la vida humana es, desde el primer momento, individual, única y caracterizada por su inconfundible identidad. Con la unión del semen paterno y el óvulo materno aparece una nueva identidad genética, que determina en su desarrollo la identidad de la persona concebida.
Potencialidad: el potencial para desarrollar una capacidad es suficiente para otorgar al embrión el mismo estatus moral que quien ya ha desarrollado esa capacidad. El embrión no es una cosa que simplemente tenga la posibilidad e convertirse en un ser vivo, también puede convertirse en “alguien”. El ser humano se desarrolla como ser humano y no hacia el ser humano. desde el momento de la concepción posee todos los requisitos biológicos para desarrollarse de forma individual con todas las características que le son propias a los seres humanos. Si considerásemos personas sólo a quienes son conscientes de serlo, los durmientes, los inconscientes o los locos perderían la condición de personas. Pero si al durmiente se le protege en su condición de persona, no es comprensible por qué a los embriones o a los no nacidos se les niega ese reconocimiento.
Otro argumento comúnmente utilizado por quienes defienden la protección absoluta de los embriones es el que voy a llamar “miedo a que se rompa la presa”: quien utiliza embriones humanos como si de paquetes de células se tratase terminará por, antes o después, provocar que la sociedad pierda el respeto por la vida de todas las personas, facilitando así prácticas deleznables como la eutanasia involuntaria, la eliminación de minusválidos, la clonación de rubios y altos …
Las llamadas a cualquier cambio en la ética social son repelidas desde la perspectiva histórica y evolutiva: el desarrollo histórico de la moral entre los humanos ha culminado en la absoluta protección de los derechos humanos, entre ellos el de la vida. Los derechos y la dignidad de las personas deben ser defendidos allí donde se ponen en duda: también al principio de una existencia y en su final. Y protección especial precisan los desprotegidos.