Valoraciones de Vittorio Messori sobre el Papa Francisco
El artículo que transcribimos a continuación, escrito por el analista religioso más influyente de Italia, Vittorio Messori (editor jefe, entre otras cosas, del Informe Ratzinger y de Cruzando el Umbral de la Esperanza de Juan Pablo II), ha causado gran sensación en el país desde su publicación en el periódico italiano, Corriere della Sera, en Nochebuena. Las reacciones de los autores “Progresistas” han sido violentas y agresivas – en respuesta a un texto que en realidad es muy suave y conciso, y de un autor que fue desde el principio un gran entusiasta de la elección papal del Cardenal Bergoglio. Nosotros traducimos y usted decide por qué se ha producido esa reacción.
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Dudas sobre los vaivenes y contradicciones del Papa Francisco
Vittorio Messori
Corriere della Sera
December 24, 2014
Creo que la honestidad exige que lo reconozca desde el principio: quizás estoy abusando del espacio que se me concede al escribir algo que más que un artículo es una reflexión personal. Confieso que de buena gana hubiera querido evitar escribir esto, si no me hubieran pedido que lo hiciera. Sí, lo hubiera evitado, porque por mi propia valoración (y no sólo la mía) de este papa oscila entre el apoyo y la perplejidad, un juicio que cambia según el momento, o una ocasión especial, o en relación con los temas de los que se habla. Un Papa que no se esperaba. Para lo que pueda valer, yo estuve entre los que esperaban un sudamericano y alguien que sea pastoral, alguien con experiencia en el gobierno del día a día, un tipo de equilibrio entre un venerable profesor, un teólogo refinado también para ciertos paladares, como mi muy querido Joseph Ratzinger. Un Papa que no era esperado, pero que rápidamente, desde el primer “Buenas tardes” ha mostrado que no era nada de lo que nadie podía prever, tanto es así que algunos de los cardenales que lo eligieron han ido cambiando de idea sobre él.
Esta cualidad de “no saber qué esperar” sigue agitando la tranquilidad del católico medio que está acostumbrado a no pensar demasiado sobre la fe y la moral, y que ha sido exhortado a “seguir al Papa”. Por supuesto, ¿pero a qué Papa? ¿Al que predica diariamente en Santa Marta homilías propias de un párroco al viejo estilo, con buenos consejos y sabios proverbios, incluso con serias advertencias para no caer en las trampas del demonio? ¿O el que telefonea a Giacinto Marco Pannella cuando estaba haciendo uno de sus huelgas de hambre y le saluda con un “Sigue trabajando así de bien”, cuando desde hace décadas el “trabajo” de este líder radical consiste en dar la batalla a favor del divorcio, el aborto, la eutanasia, la homosexualidad para todos, la ideología de género y cosas por el estilo? ¿El Papa que recientemente en una charla a la Curia Romana sonaba como Pío XII con convicción (en realidad, como el propio San Pablo) definiendo a la Iglesia como “el Cuerpo Místico de Cristo”? ¿O al que, en la primera entrevista con Eugenio Scalfari, ridiculizó a quien pensara que “Dios es Católico”, como si la Iglesia Romana, una, santa, católica y apostólica fuera una opción, un accesorio para llegar de alguna manera a la Santísima Trinidad según los gustos personales de cada uno? ¿El Papa argentino que está al tanto, por experiencia directa, del drama de América Latina que está en vías de convertirse en un continente ex-católico, con el éxodo en masa de sus fieles a las sectas pentecostales? ¿O el Papa que vuela para abrazar y desear éxito a su querido amigo, un pastor que está en una de las comunidades que están vaciando las comunidades católicas y que lo hacen exactamente con ese proselitismo que él ha condenado entre sus propios fieles?
Seguir leyendo.
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Dudas sobre los vaivenes y contradicciones del Papa Francisco
Vittorio Messori
Corriere della Sera
December 24, 2014
Creo que la honestidad exige que lo reconozca desde el principio: quizás estoy abusando del espacio que se me concede al escribir algo que más que un artículo es una reflexión personal. Confieso que de buena gana hubiera querido evitar escribir esto, si no me hubieran pedido que lo hiciera. Sí, lo hubiera evitado, porque por mi propia valoración (y no sólo la mía) de este papa oscila entre el apoyo y la perplejidad, un juicio que cambia según el momento, o una ocasión especial, o en relación con los temas de los que se habla. Un Papa que no se esperaba. Para lo que pueda valer, yo estuve entre los que esperaban un sudamericano y alguien que sea pastoral, alguien con experiencia en el gobierno del día a día, un tipo de equilibrio entre un venerable profesor, un teólogo refinado también para ciertos paladares, como mi muy querido Joseph Ratzinger. Un Papa que no era esperado, pero que rápidamente, desde el primer “Buenas tardes” ha mostrado que no era nada de lo que nadie podía prever, tanto es así que algunos de los cardenales que lo eligieron han ido cambiando de idea sobre él.
Esta cualidad de “no saber qué esperar” sigue agitando la tranquilidad del católico medio que está acostumbrado a no pensar demasiado sobre la fe y la moral, y que ha sido exhortado a “seguir al Papa”. Por supuesto, ¿pero a qué Papa? ¿Al que predica diariamente en Santa Marta homilías propias de un párroco al viejo estilo, con buenos consejos y sabios proverbios, incluso con serias advertencias para no caer en las trampas del demonio? ¿O el que telefonea a Giacinto Marco Pannella cuando estaba haciendo uno de sus huelgas de hambre y le saluda con un “Sigue trabajando así de bien”, cuando desde hace décadas el “trabajo” de este líder radical consiste en dar la batalla a favor del divorcio, el aborto, la eutanasia, la homosexualidad para todos, la ideología de género y cosas por el estilo? ¿El Papa que recientemente en una charla a la Curia Romana sonaba como Pío XII con convicción (en realidad, como el propio San Pablo) definiendo a la Iglesia como “el Cuerpo Místico de Cristo”? ¿O al que, en la primera entrevista con Eugenio Scalfari, ridiculizó a quien pensara que “Dios es Católico”, como si la Iglesia Romana, una, santa, católica y apostólica fuera una opción, un accesorio para llegar de alguna manera a la Santísima Trinidad según los gustos personales de cada uno? ¿El Papa argentino que está al tanto, por experiencia directa, del drama de América Latina que está en vías de convertirse en un continente ex-católico, con el éxodo en masa de sus fieles a las sectas pentecostales? ¿O el Papa que vuela para abrazar y desear éxito a su querido amigo, un pastor que está en una de las comunidades que están vaciando las comunidades católicas y que lo hacen exactamente con ese proselitismo que él ha condenado entre sus propios fieles?
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