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¡La eucaristía engendra mártires! ¡La eucaristía engendra mártires! Nunca le ha faltado este sacramento al pueblo de Dios a pesar de lo que sea. Como nos recuerda el martirio de San Tarsicio. Es el …Más
¡La eucaristía engendra mártires!

¡La eucaristía engendra mártires! Nunca le ha faltado este sacramento al pueblo de Dios a pesar de lo que sea. Como nos recuerda el martirio de San Tarsicio. Es el año 302, El Obispo, san Ignacio de Antioquía decía a sus hermanos cristianos: ”Dejadme ser pan molido para las fieras”. Aso ha sucedido con millones de cristianos en estos 2000 años. En el año 259, en la provincia romana de la Tarraconense, España en cumplimiento al edicto del emperador Valeriano I, quemaron vivos al oboispo Fructuoso, Eulogio y Augurio. En el siglo VI, Diocleciano en Nicomedia donde había muchos cristianos, liderados por el obispo Antimos hombre digno e infatigable, organizó para la fiesta de Navidad, para festejar el nacimiento de Cristo. Un gran festejo, cuando los cristianos de toda la región estuvieron reunidos los rodearon. El obispo, al informarse que estaban rodeados por un ejército y ciudadanos idolatras armados, ordenó que se realice rápidamente el misterio de la Comunión. Luego bautizó a los catecúmenos para que tengan una salvación segura. Entonces los idolatras prendieron fuego al templo, donde perecieron miles de creyentes, se habla de 20.000. San Hermenegildo, Cesidio, los 49 mártires de Abitene. Estanislao. Los Mártires de Uganda, quemados vivos en la colina de Namu gongo. Carlos Lwanga y sus compañeros, hasta el final, sin quejarse, dando una prueba luminosa de su fecunda fe. En la persecución Española de 1934, fusilaron o asesinaron 400 mil católicos entre ellos varios obispos incluso a uno lo castraron frente a su Iglesia. En México muchos sacerdotes en tiempo de la Guerra Cristera de 1926 a 1929, murieron mártires, entre ellos el padre Agustín Pro, El beato Karl Leisner, ordenado sacerdote en el campo de concentración de Dachau en Alemania. al arzobispo Fulton J. Sheen (1895-1979), declaró que su mayor inspiración fue una niña china de once años de edad: Cuando los comunistas se apoderaron de China, encarcelaron a un sacerdote en su propia rectoría cerca de la Iglesia. El sacerdote observó aterrado desde su ventana como los Comunistas penetraron en la iglesia y se dirigieron al santuario. Llenos de odio profanaron el tabernáculo, tomaron el copón y lo tiraron al suelo, esparciendo las Hostias Consagradas. Eran Treinta y dos. Cuando los comunistas se retiraron al parecer no repararon en la presencia de una niñita que rezaba en la parte de atrás de la iglesia, y que había visto todo lo sucedido. Esa noche la pequeña regresó y, evadiendo la guardia apostada en la rectoría, entró a la iglesia. Allí hizo una hora santa de oración para reparar el acto de odio. Después se arrodilló, e inclinándose hacia delante, con su lengua recibió a Jesús en la Sagrada Comunión como sabemos, no es permitido a los laicos tocar la Eucaristía con sus manos. La niña continuó regresando cada noche, haciendo su hora santa y recibiendo a Jesús Eucaristía en su lengua. En la trigésima segunda noche, después de haber consumido la última Hostia, accidentalmente hizo un ruido que despertó al guardia. Este corrió detrás de ella, la agarró, y la golpeó hasta matarla con la culata de su rifle. Nguyen Van Thuan, hoy cardenal, que logró celebrar la misa en un campo de concentración vietnamita: Me enviaron una botellita de vino de misa, con la etiqueta: medicina contra el dolor de estómago, y hostias escondidas en una antorcha contra la humedad. diariamente, con tres gotas de vino y una gota de agua en la palma de la mano, celebré la misa. ¡Éste era mi altar y ésta era mi catedral! Era la verdadera medicina del alma y del cuerpo: Medicina de inmortalidad, remedio para no morir, sino para vivir siempre en Jesucristo, como dice Ignacio de Antioquía. Mejor no hablemos de lo que paso en el mundo en estos meses de “Pandemia”
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