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Hallan la Santa Cruz “En aquel tiempo Jesús dijo a Nicodemo: Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que …Más
Hallan la Santa Cruz

“En aquel tiempo Jesús dijo a Nicodemo: Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por Él vida eterna. Juan 3, 13-17

La Cruz es un símbolo radical, primordial para los católicos, el Cristo es el símbolo universal, pero aunque durante los tres primeros siglos casi no se representó, hoy es el signo del cristiano, al persignarse y bendecir.

Constantino, antes de enfrentarse a los bárbaros el año 312, a orillas del Danubio, tuvo una visión en el cielo de una cruz que encima decía «Con esta señal vencerás», de inmediato mandó construir una cruz que fue puesta frente a su ejército, y pintada en los escudos de los soldados, venció sin problema al ejército enemigo.

El 3 de mayo del 326, Santa Elena (Madre de Constantino) encontró 3 cruces en una cueva del calvario, Rufino, dice que era imposible saber a cuál de las cruces pertenecía la inscripción, Macario, el obispo de Jerusalén, ordenó que llevasen al sitio del descubrimiento a una mujer agonizante. La mujer tocó las tres cruces y quedó curada al contacto de la tercera, con lo cual se pudo identificar la Cruz del Salvador.

En 613 y 614 Damasco y Jerusalén fueron tomados por Cosroes ll y la Vera Cruz fue llevada como trofeo. Se dice que Cosroes la puso en el escabel de su trono para demostrar su desprecio por los cristianos.

El emperador Heraclio invadió iran y recuperó la Vera Cruz de manos de los persas. Cuando Heraclio se aproximaba a Ctesifonte, la capital persa, Cosroes II. Mientras tanto, algunos de los nobles persas liberaron al hijo mayor de Cosroes, Kavad II, hecho prisionero por orden de su padre, y le proclamaron rey en la noche entre el 23 y el 24 de febrero de 628. Kavad, sin embargo, estaba mortalmente herido, y buscaba desesperadamente que Heraclio accediese a proteger a su hijo, Ardeshir. Como gesto de buena voluntad, envió la Vera Cruz y a un negociador para buscar la paz. Kavad procedió a ejecutar a todos sus hermanos incluido el heredero Mardanshah, que era el hijo favorito de Cosroes y finalmente hizo matar a su propio padre, Cosroes, el que pisoteó la cruz murió por mano de su propio hijo.

Tras un desfile triunfal por el Imperio, Heraclio devolvió la cruz a Jerusalén el 21 de marzo de 630. Por eso se le conoce como el “primer cruzado”.

Heraclio quiso cargar una cruz, como había hecho Cristo, a través de la ciudad, con toda la pompa posible. Pero, tan pronto como el emperador, con el madero al hombro, trató de caminar, no pudo hacerlo y quedó como paralizado incapaz de dar un paso. El patriarca Zacarías, que iba a su lado, le indicó que todo aquel esplendor imperial iba en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba cargado con la cruz por las calles de Jerusalén. Entonces, el emperador se despojó de su manto de púrpura, se quitó la corona y, con simples vestiduras, descalzo, avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo, hasta dejar la cruz en el sitio donde antes se veneraba.

“Por esto, humildemente te rogamos y suplicamos, Padre clementísimo, que por el signo admirable de la ínclita Cruz y por el admirable reino de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, nos permitas celebrar con espiritual alegría y equilibrado gozo este día, en que conmemoramos la festividad de su Cruz”.

San Agustín decía con bello simbolismo que, en un mar tempestuoso, como muchas veces es nuestra propia vida, sólo aferrándonos al madero podremos alcanzar la plenitud en Cristo.

«Nosotros sólo podemos gozarnos en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, en el cual reside nuestra resurrección y nuestra vida, y por el que hemos alcanzado la libertad y la salud después” Dice San Pablo a los gálatas.

San Mateo 24 en su evangelio nos advierte lo que sucederá en los últimos tiempos: «Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo, con poder y majestad grande».

«Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame» Mt 16,24
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Hallan la Santa Cruz
“En aquel tiempo Jesús dijo a Nicodemo: Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por Él vida eterna. Juan 3, 13-17
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Hallan la Santa Cruz

“En aquel tiempo Jesús dijo a Nicodemo: Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por Él vida eterna. Juan 3, 13-17

La Cruz es un símbolo radical, primordial para los católicos, el Cristo es el símbolo universal, pero aunque durante los tres primeros siglos casi no se representó, hoy es el signo del cristiano, al persignarse y bendecir.

Constantino, antes de enfrentarse a los bárbaros el año 312, a orillas del Danubio, tuvo una visión en el cielo de una cruz que encima decía «Con esta señal vencerás», de inmediato mandó construir una cruz que fue puesta frente a su ejército, y pintada en los escudos de los soldados, venció sin problema al ejército enemigo.

El 3 de mayo del 326, Santa Elena (Madre de Constantino) encontró 3 cruces en una cueva del calvario, Rufino, dice que era imposible saber a cuál de las cruces pertenecía la inscripción, Macario, el obispo de Jerusalén, ordenó que llevasen al sitio del descubrimiento a una mujer agonizante. La mujer tocó las tres cruces y quedó curada al contacto de la tercera, con lo cual se pudo identificar la Cruz del Salvador.

En 613 y 614 Damasco y Jerusalén fueron tomados por Cosroes ll y la Vera Cruz fue llevada como trofeo. Se dice que Cosroes la puso en el escabel de su trono para demostrar su desprecio por los cristianos.

El emperador Heraclio invadió iran y recuperó la Vera Cruz de manos de los persas. Cuando Heraclio se aproximaba a Ctesifonte, la capital persa, Cosroes II. Mientras tanto, algunos de los nobles persas liberaron al hijo mayor de Cosroes, Kavad II, hecho prisionero por orden de su padre, y le proclamaron rey en la noche entre el 23 y el 24 de febrero de 628. Kavad, sin embargo, estaba mortalmente herido, y buscaba desesperadamente que Heraclio accediese a proteger a su hijo, Ardeshir. Como gesto de buena voluntad, envió la Vera Cruz y a un negociador para buscar la paz. Kavad procedió a ejecutar a todos sus hermanos incluido el heredero Mardanshah, que era el hijo favorito de Cosroes y finalmente hizo matar a su propio padre, Cosroes, el que pisoteó la cruz murió por mano de su propio hijo.

Tras un desfile triunfal por el Imperio, Heraclio devolvió la cruz a Jerusalén el 21 de marzo de 630. Por eso se le conoce como el “primer cruzado”.

Heraclio quiso cargar una cruz, como había hecho Cristo, a través de la ciudad, con toda la pompa posible. Pero, tan pronto como el emperador, con el madero al hombro, trató de caminar, no pudo hacerlo y quedó como paralizado incapaz de dar un paso. El patriarca Zacarías, que iba a su lado, le indicó que todo aquel esplendor imperial iba en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo cuando iba cargado con la cruz por las calles de Jerusalén. Entonces, el emperador se despojó de su manto de púrpura, se quitó la corona y, con simples vestiduras, descalzo, avanzó sin dificultad seguido por todo el pueblo, hasta dejar la cruz en el sitio donde antes se veneraba.

“Por esto, humildemente te rogamos y suplicamos, Padre clementísimo, que por el signo admirable de la ínclita Cruz y por el admirable reino de nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, nos permitas celebrar con espiritual alegría y equilibrado gozo este día, en que conmemoramos la festividad de su Cruz”.

San Agustín decía con bello simbolismo que, en un mar tempestuoso, como muchas veces es nuestra propia vida, sólo aferrándonos al madero podremos alcanzar la plenitud en Cristo.

«Nosotros sólo podemos gozarnos en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo, en el cual reside nuestra resurrección y nuestra vida, y por el que hemos alcanzado la libertad y la salud después” Dice San Pablo a los gálatas.

San Mateo 24 en su evangelio nos advierte lo que sucederá en los últimos tiempos: «Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo, con poder y majestad grande».

«Si alguien quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame» Mt 16,24