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«Alexia nos ayuda a descubrir el rostro siempre joven de Cristo»

«Alexia nos ayuda a descubrir el rostro siempre joven de Cristo»

El jueves 5 de julio de 2018, el Papa Francisco autorizó la promulgación del decreto de las virtudes heroicas de tres jóvenes: el anglo-italiano Carlo Acutis, el italiano Pietro di Vitale y la española Alexia González-Barros, una joven madrileña que falleció en 1985, a los 14 años de edad, tras una dolorosa enfermedad que la había dejado paralítica un año antes.

DE LA IGLESIA Y DEL PAPA06/07/2018

Alexia González-Barros.

La asociación que promueve la causa de canonización de Alexia, en el ámbito de la archidiócesis de Madrid, manifiesta en un comunicado su alegría y su convicción de que “muchas personas en todo el mundo se unirán a nuestra acción de gracias a Dios Nuestro Señor”.

Alexia era la menor de siete hermanos. Sus padres, Francisco y Moncha, vivían la fe cristiana con naturalidad. Desde los 4 años fue alumna del colegio Jesús Maestro, de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, donde se la recuerda mucho y en cuya capilla solía rezar a diario. Al cumplir 8 años, hizo su primera Comunión en la iglesia de Santa María de la Paz, en Roma, y durante ese viaje familiar consiguió saludar a san Juan Pablo II y al beato Álvaro del Portillo. Durante el bachillerato, comenzó a acudir también a un centro juvenil del Opus Dei, donde participaba con sus amigas en las catequesis y en otras actividades de carácter cultural y espiritual.

Alexia era la menor de siete hermanos. Sus padres, Francisco y Moncha, vivían la fe cristiana con naturalidad.

Su enfermedad -un sarcoma de Ewing- se diagnosticó a los 13 años. Las operaciones y los procesos de recuperación iban acompañados de grandes dolores. Ella edificaba a todos con su paz y su capacidad de mantener y transmitir alegría en medio de la enfermedad. Su hermano Francisco, cuando en 2011 se presentaba el documental “Alexia” de Pedro Delgado, explicaba: “Alexia vivía una relación clara, evidente y cercana con Jesús. La fuerza del caso de Alexia se reduce a esto: ella creyó”.

Al estudiar su figura para ese documental, Delgado la descubrió “como una persona extrovertida y muy curiosa. Acudía con regularidad a los conciertos del Teatro Real, pero también le interesaba el flamenco, disfrutaba con Eurovisión…”. Su humor y fortaleza frente a la enfermedad han inspirado a muchos otros enfermos.

Aquí tiene un buen documental sobre Alexia.

Ofrecía sus dolores y sufrimiento por la Iglesia y por sus familiares y amigos. Hasta los últimos momentos repetía con frecuencia aquella jaculatoria que solía usar cuando se encontraba ante el Sagrario, para saludar al Señor: “Jesús, que yo haga siempre lo que Tú quieras”.

La web del próximo sínodo presenta a Alexia como uno de los “jóvenes testigos”, resaltando que “su joven vida ha dejado un ejemplo de fe y un rastro de paz que mueven a descubrir (...) el rostro, siempre joven de Cristo”. También subraya su sencilla y profunda piedad, “fruto de la filiación divina vivida en las pequeñas cosas. Alexia había aprendido a fiarse de su padre Dios y eso le hacía vivir la alegría aun en medio de los mayores dolores y dificultades. Sabía que su dolor tenía sentido, que tenía un tesoro entre las manos, y lo ofrecía diariamente por la Iglesia, el Papa y todas las personas que llevaba en su corazón”.

Desde 2004 el cuerpo de Alexia González-Barros descansa en la madrileña iglesia de San Martín de Tours

Desde 2004 su cuerpo descansa en la madrileña iglesia de San Martín de Tours. El sepulcro de Alexia se encuentra en el primer tramo de la nave lateral izquierda, bajo un óleo que representa a la Virgen adolescente, leyendo en compañía de sus padres, san Joaquín y santa Ana. Desde entonces acuden hasta allí numerosos amigos y devotos, para pedir su intercesión ante el Señor.

Decreto de las virtudes heroicas de los tres jóvenes: el anglo-italiano Carlo Acutis, el italiano Pietro di Vitale y la española Alexia González-Barros

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