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*Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (Mc 16, 15-20)* Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El …Más
*Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (Mc 16, 15-20)*

Jesús resucitado se apareció a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán”. Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.

*Palabra del Señor.*

*Comentario*
Nuestra misión consiste en comunicar las palabras del Evangelio y dar señales de este. Estas palabras portan la Buena Noticia y se proclaman como anuncio de vida y liberación. Las señales son todas las buenas obras en las que el mal, con sus diversas formas, es vencido. Esa es la tarea que Jesús nos encomienda antes de su Ascensión.

*Oración introductoria*
Padre, en estos momentos en que recordamos tu petición de llevar a todos tu Palabra, te queremos pedir que creamos en la fuerza, en el amor, en la misericordia que puede llevar a todos. Que a pesar de todas las dificultades, "nada es imposible para Ti", que sigues haciendo "grandes cosas" a través de cuantos, saben entregarse con disponibilidad incondicional.

*Petición*
Señor, dame la docilidad para saber abandonarme en tu Providencia divina y ser un auténtico testigo de tu amor.

*Meditación*
1.- Así lo intuyó siempre el pueblo cristiano, cuando decía que el jueves de la Ascensión era uno de los tres jueves que brillaban más que el sol. La resurrección de Jesucristo, con toda su significación y carga teológica, no tenía la expresión popular y festiva que merecía. A Cristo no le vio nadie resucitar y salir de la tumba, por lo que este hecho, tan decisivo en la teología cristiana, no tenía un fácil acomodo en la imaginación del pueblo cristiano. Era necesario encontrar una imagen plástica y sugerente de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo. La fiesta de la Ascensión cumple muy bien este designio: vemos a Cristo, vencedor de la muerte, abandonar la tierra y subir al cielo. La fiesta de la Ascensión, desde un punto de vista estrictamente teológico, no añade nada a la fiesta de la Resurrección. Pero, desde el punto de vista celebrativo, popular y festivo, la fiesta de la Ascensión enriquece y agranda el significado de la fiesta de la Resurrección. Por eso, para el pueblo cristiano, la Fiesta de la Ascensión relucía más que el sol. ¿Qué debe decir hoy, para nosotros, la celebración de esta fiesta? Vamos a fijarnos en lo que nos dicen las lecturas.

2.- ¿Qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? Se acabó el tiempo de Cristo en la tierra. Desde ese mismo momento, comenzó nuestro tiempo, el tiempo de la Iglesia. El tiempo de evangelizar, de ser testigos del Cristo muerto y resucitado. Dios ha querido dejarnos a nosotros ahora todo el protagonismo. La Iglesia de Cristo debe ser el cuerpo de Cristo; todos nosotros, los cristianos, debemos ser la boca, los pies, las manos del cuerpo de Cristo. Ante las dificultades, ante los problemas, ante los retos continuos que nos plantea continuamente la sociedad y el mundo en el que vivimos, ya no nos vale quedarnos plantados mirando al cielo, esperando que Dios baje otra vez a curar nuestras enfermedades y a dar el pan a los hambrientos. Somos nosotros, con la ayuda y la fuerza del Espíritu de Cristo, los que tenemos que resolver los problemas de cada día. Dios quiere que nos comportemos como personas autónomas, libres, responsables de nuestros actos y de nuestra vida. Dios no nos ha abandonado a nuestra propia suerte; Él está con nosotros apoyándonos desde dentro, con su espíritu. Pero quiere que seamos nosotros, con su fuerza, los que sigamos intentando construir su Reino en este mundo.

3.- Todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Cristo, después de su ascensión al cielo, le dio a la Iglesia todo el poder espiritual necesario para realizar su misión. Si la Iglesia de Cristo no actúa con el Espíritu de Cristo estará traicionando la misión que el mismo Cristo le ha confiado. Y no olvidemos que la Iglesia somos todos, aunque, en cuanto a responsabilidad, unos más que otros, por supuesto. Nuestra Iglesia sólo es Iglesia de Cristo cuando actúa con el espíritu de Cristo. Con espíritu de amor, de justicia, de verdad, de paz, de fraternidad. Debemos amar a la Iglesia de Cristo como a nuestra madre espiritual, sabiendo que, como hijos, tenemos que luchar valientemente para que todos puedan ver en ella el verdadero rostro de Cristo. Todos los cristianos tenemos la obligación de sostener, espiritual y materialmente, el cuerpo de la Iglesia. Corrigiendo en cada momento lo que creamos que se debe corregir y defendiendo lo que creamos que se debe defender. Actuando siempre con amor, con sinceridad, con humildad y con firmeza.

4.- A los que crean les acompañarán estos signos… El cristianismo no es sólo una profesión de fe, o una teoría, o una devoción piadosa, o el cumplimiento de unas normas. Ser cristiano es actuar, en cada caso, con el mismo espíritu con el que Cristo actuó. Tendremos que curar enfermos, defender a marginados, convertir a los pecadores, criticar a los corruptos, ponernos siempre de parte del más necesitado. La vida cristiana es contemplación y acción; es lucha, es trabajo, es un esfuerzo continuado para hacer más cristiano y más humano el mundo en el que nos ha tocado vivir. Los signos que deben acompañar a los cristianos en este siglo XXI son, aunque con nombres distintos, los mismos que acompañaron a los cristianos de los primeros siglos del cristianismo. El mandamiento de Cristo sigue siendo hoy el mismo de ayer y de siempre: amar a Dios y demostrar ese amor amando incondicionalmente al prójimo no sólo con palabras, sino con hechos.

*Propósito*
No podemos quedarnos sentados mientras el mal crece en el mundo. No podemos dejar a los sacerdotes y catequistas toda la tarea de evangelización. No! Nos corresponde a todos como cristianos colaborar con la oración y con la acción en el apostolado.