El Papa Pío IX,condenó en el Syllabus los enunciados pacifistas. Herejía del Irenismo=Falsa Paz
Suele haber entre los cristianos un cierto complejo cuando se oye hablar de la “guerra por Cristo” o de “dar la sangre por defender la Fe”. El enemigo de la Iglesia Católica ha venido repitiendo hasta el cansancio que “el valor supremo es la Paz” y que nada puede oponérsele, sea cual fuere el motivo de la contienda.
Dicha posición ha sido calificada como la “herejía” del “irenismo” (de eirene, en griego, “paz”); en resumen, esta postura dice que siempre hay que aguantar cualquier tipo de agresión, tanto a uno mismo como a un tercero y jamás responder con violencia.
Ya la Sagrada Escritura tiene innumerables testimonios del uso de la violencia ordenadamente. El mismo Señor, en un pasaje que los pacifistas prefieren olvidar, tomó unas cuerdas y haciendo un látigo expulsó a los mercaderes del Templo en razón del celo que le causaban las cosas de Su Padre (Jn 2,15). Pero ya desde san Agustín y san Ambrosio, dos santos padres de la Iglesia (siglos IV y V), se fue gestando la sana doctrina del uso de la violencia como parte de la virtud cardinal de la fortaleza. El cristiano amará la paz, pero conocerá que muchas veces es necesario alcanzarla y sostenerla por vía del combate.
El Papa Pío IX, condenó en el Syllabus los enunciados pacifistas, y el mismo Benedicto XV –a quien le tocó regir la Iglesia durante la Primera Guerra Mundial– distinguió entre los horrores de la contienda, la conveniencia de una verdadera paz y la doctrina moral tradicional que justifica determinadas luchas. Pío XI, como bien se sabe, apoyó y bendijo sin reservas la Cruzada Española de 1936 y la noble resistencia cristera de los católicos mexicanos (1926-1929), en documentos tan límpidos como emocionantes y aleccionadores, siendo su sucesor Pío XII quien nos ha legado quizás, entre los pontífices modernos, las más elaboradas razones sobre la paz y la guerra, las armas y la justicia, y el deber cristiano de hacer frente a la iniquidad. No la inmoralidad de la guerra de agresión, enseña Pío XII, no el armamentismo provocador y amenazante ni la “monstruosa crueldad de las armas modernas”, pero tampoco la tibieza, la pusilanimidad y la paz a todo precio. Siempre será “moralmente lícito o incluso, en algunas circunstancias concretas, obligatorio, rechazar con la fuerza al agresor… Un pueblo amenazado y víctima de una injusta agresión, si quiere pensar y obrar cristianamente, no puede permanecer en una indiferencia pasiva… y si no quiere dejar las manos libres a los criminales internacionales, no le queda otro remedio que prepararse para el día en que tendrá que defenderse”
Como vemos, el luchar cuando hay que hacerlo, no solo es un derecho en el cristiano sino, en algunos casos, hasta un deber.
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La herejía del Irenismo es una de las tendencias modernistas que más daño ha causado a la Iglesia.
El Papa Pío XII, en la Encíclica "Humani Generis" en la polémica sobre el Modernismo, advertía en el "Irenismo" un peligro muy real..
El término viene de la propuesta de Erasmo de querer conciliar el catolicismo y el protestantismo.
Tanto el anticristo como su falso profeta serán irenistas, (pacifistas, conciliadores), ecologistas y ecumenistas.