Alma del purgatorio: El secretario Nicolás y Babette / Eugenia Von der Leyen

FÜR DIE SPANISCHSPRÄCHLER UNTER UNS:

El secretario Nicolás


Desde hace algún tiempo veo al secretario Nicolás, que trabajó hace mucho
con mi abuelo; sólo lo veo en el primer piso dando vueltas por las habitaciones.
Parece como si estuviera buscando algo, no he podido hablarle porque las
veces que lo he visto no he estado sola. Estas noches de Pascua han sido muy
terribles. Siento algo junto a mí pero no veo nada; siento que caminan, que
respiran, siempre cerca de mí, incluso escucho murmullos y ruidos, como si
estuviesen llamando a la puerta. Esto causa más angustia que si viera algo.

Una vez comenzó desde las once hasta las cinco de la mañana, imposible dormir
en estas condiciones. Me levanté y me senté en el suelo pero el ruido siguió.
Cuando pregunté: "¿No pueden hablarme?", algo me tocó por detrás y me
asusté muchísimo.

Babette

21 de Abril (1923). Durante el rezo del Santo Rosario vi por segunda vez
dos mujeres arrodilladas en la Iglesia, desaparecieron pero un momento
después regresaron. Más tarde, al entrar en la iglesia con el Padre, tenía la
esperanza de que él también viese a las dos mujeres. Ellas estaban allí, pero
cuando quise hablarles, desaparecieron. Vi cuatro veces a Nicolás; pasó como de
carrera cerca de mí. Durante unos días tuve fiebre por la noche y no pude
dormir, pero no vi ni oí nada. Han vuelto, ahora que estoy bien.

26 de Abril. A la una de la mañana llegó el Ama de llaves, muerta hace un año,
de quien no sé el nombre. Tenía una expresión muy triste, no se quedó mucho
tiempo. Iba de un lado para otro.

27 de Abril. Allí estaba otra vez, se veía más alto; me miró sin decir nada, no
respondió a nada de lo que le dije. Lo he visto dos veces y como siempre parece
estar buscando algo.

29 de Abril. La Ama de llaves permaneció junto a mí desde las tres hasta
las cuatro y media, muy afligida. Quería hablar, pero no podía; no me agrada
verla mucho porque todo el tiempo me mira con unos ojos tan abiertos. Vi las
once columnas nebulosas.

1 de Mayo. La encontré en mi cuarto cuando me disponía ya a dormir.
Le ofrecí un pañuelo para que imprimiese la señal de su mano, pero no hizo
nada.

4 de Mayo. Ella vino dos veces durante la noche; se inclinó sobre mí,
cosa que me desagrada demasiado. También vi a Nicolás. Le pregunté al Ama
de llaves* su nombre; volví a preguntar pero no me contestó. Después
gritó espantosamente: "Ba....e", estaba muy triste. Se alegra con el agua
bendita (siempre llega totalmente alterada).

*El Padre Sebastián Wieser conoció muy bien a la difunta (Babette Z.) cuando
estaba viva. Según su descripción, ella era soltera, aparentemente piadosa, pero
muy histérica y sensual, quien escribía largas cartas a los sacerdotes y engañó
a uno de ellos con mucha sutileza. Con el tiempo tuvo un bebé, que en menos
de un año murió.

5 de Mayo. Volvió. Ahora sé que se llama Babette. Estoy muy cansada.
¿Por qué siempre tiene que permanecer tanto?. Su vestido se ve muy
desgastado. Tiene algo en la boca pero no puedo ver bien qué es.

9 de Mayo. Vino dos veces por la noche; también vi a "Los once".

12 de Mayo. Me he encontrado todos estos días a Nicolás en el
pasillo, siempre muy contento.

13 de Mayo. La Ama de llaves de nuevo aquí. Para nada agradable.
Siempre se inclina sobre mí. Su boca es repugnante, parece tenerla repleta
de úlceras; el labio inferior todo negro. Sus ojos son horribles; quisiera ayudarla
pero no sé cómo. Desea hablar pero no puede.

14 de Mayo. Ella se dio la vuelta y abrió la puerta que yo, a propósito,
había cerrado para ver su reacción.

15 de Mayo. Vi nuevamente a Nicolás.

18 de Mayo. La Ama de llaves permaneció junto a mí desde la
1 hasta las 3:30, me despertó con un lamento. Por recomendación puse
la reliquia de la S. Cruz ante ella y le pregunté: "¿Estás condenada?".
Respondió que no moviendo su cabeza. Luego le dije: "¡Te ordeno decirme
qué es lo que quieres, no quiero verte más!". Con una voz que casi no entendía,
dijo: "Siempre engañé... Párroco...". Le pedí que repitiera pues no le encontraba
sentido, pero abrió la puerta y se fue.

22 de Mayo. Llegó corriendo a la habitación, como huyendo de algo;
estaba muy perturbada y tenía un aspecto que daba miedo.
Le dije: "Te ordeno que me digas por qué sigues viniendo a mí".
Al instante se me acercó y me señaló su boca. Me espanté muchísimo.
Luego desapareció.

23 de Mayo. Estaba apenas durmiendome cuando ella llegó.
Le dije: "¡Si no me dices ahora mismo qué es lo que quieres de mí no volveré
a rezar por ti!". Se quedó largo rato en
silencio y después empezó a murmurar, no le entendí nada.
Yo: "¡Dime de una buena vez qué clase de mentiras dijiste!".
Se me acercó y dijo claramente: "¡Tengo que sufrir, he mentido mucho,
he difamado, dícelo al Párroco!". Yo: "¿Por qué no vas tú misma y se lo dices?".
No respondió nada.

24 de Mayo. Vino totalmente distina, irreconocible. Yo estaba tan
asustada; puse la reliquia de la S. Cruz frente a ella y
le grité: "¡Te lo ruego, no vuelvas más, recibirás una Santa Misa!".
Vi de nuevo a las dos mujeres en la Iglesia.