Hoy es día de gran fiesta y alegría. Y hay que celebrarlo.

Hoy es día de gran fiesta y hay que celebrarlo con lo mejor que uno tenga a mano. Vaya entonces este párrafo de uno de los más grandes escritores católicos del siglo XX: Gilbert Keith Chesterton. Se trata del epílogo de su libro “Ortodoxia”.

“La alegría que era la pequeña publicidad del pagano, se convierte en el gigantesco secreto del cristiano. Y al cerrar este volumen caótico, abro de nuevo el libro, breve y asombroso de donde ha brotado todo el Cristianismo; y la convicción que deslumbra. La tremenda imagen que alienta en la frases del Evangelio, se alza, en esto como en todo, más allá de todos los sabios temidos por mayores. Su patetismo era siempre natural, casi casual. Los estoicos antiguos y modernos se jactan de esconder sus lágrimas. Pero El nunca las ocultó; antes las descubrió a plena cara a todas las miradas próximas, y a las más distantes de su ciudad natal. Algo ocultaba sin embargo. Los solemnes superhombres y los diplomáticos imperiales se jactan de disimular sus indignaciones. El no disimulaba las suyas: arrojaba los objetos por las escalinatas del Templo, y preguntaba a los hombres, cómo esperaban salvarse de la condenación del infierno. Algo ocultaba, sin embargo. Lo digo con reverencia: esa personalidad arrebatadora escondía una especie de timidez. Algo había que escondía de los hombres, cuando iba a rezar a las montañas: algo que El encubría constantemente con silencios intempestivos o con impetuosos raptos de aislamiento. Y ese algo era algo que, siendo muy grande para Dios, no nos lo mostró durante su viaje por la tierra: a veces discurro que ese algo era su alegría.”
In memoriam y en eterno agradecimiento, al maestro Jorge Norberto Ferro.