Sobre el enmascaramiento

Las consecuencias psicológicas del uso de máscaras, que nos impiden reconocernos y comunicar gestualmente con nuestros semejantes, son nefastas. Ni hablar en los niños, CUYO DESARROLLO COGNITIVO ESTÁ ESTRECHAMENTE LIGADO A LA EXPRESIÓN Y AL RECONOCIMIENTO DE LAS EMOCIONES A TRAVÉS DE LAS EXPRESIONES FACIALES.
Los trastornos de aprendizaje y de formación de la personalidad serán sistemáticos y difícilmente reversibles, sobre todo en los más frágiles. La imposición del uso de mascarillas es absolutamente aberrante, una tortura física y mental, de un sadismo brutal, especialmente en el caso de los niños y los adolescentes.
En definitiva: no usar barbijo NUNCA, salvo en ocasiones puntuales, para evitar “represalias” innecesarias del sistema totalitario, movidos solo por razones “estratégicas”, de simple conveniencia.
Por último, NUNCA impedir a los niños que puedan hablar, respirar y comunicar gestualmente de manera natural. Y, en los casos en que sea también “prudente” que las usen -para evitar “sanciones” o cualquier tipo de acoso moral o jurídico-, que dejen al descubierto la nariz para al menos, poder respirar normalmente…
Para mayor información:
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Cuestionamiento del relato oficial
Boletín informativo IV