26:55
Efraín
12718
26- De las penas del infierno, Meditación de San Alfonso María de Ligorio. San Alfonso María de Ligorio nos habla en su Meditación 26: "De las penas del infierno", acerca del castigo que recibe el …Más
26- De las penas del infierno, Meditación de San Alfonso María de Ligorio.

San Alfonso María de Ligorio nos habla en su Meditación 26: "De las penas del infierno", acerca del castigo que recibe el pecador en el infierno: la pena de daño y la pena de sentido. La pena de daño es aquella de mayor sufrimiento para el pecador: por haber abandonado a Dios, olvidándose de darle gloria a Él por atender a las criaturas, el alma del condenado no posee más a Dios y carece para siempre de su vista. La pena de sentido son los horribles tormentos que recibe el pecador por no amar a Dios sobre todas las cosas, por atender a las criaturas primero que a Dios el pecador será atormentado por ellas.

Es de fe que hay infierno, lugar de tormentos sin fin en la que los sentidos de los condenados se han agudizado para mayor sufrimiento. El pecador que haya pecado más con algunos sentidos será más gravemente atormentado con ellos. La vista padecerá el tormento de las tinieblas, el fuego que hay en el infierno abrasa pero no alumbra; el humo que despedirá dicha hoguera formará espesa nube tenebrosa que cegará a los réprobos; no hay ahí mayor claridad que la necesaria para ver a los otros condenados y a los horribles demonios, haciendo más terrible su desdicha.

El olfato del réprobo sufrirá el tormento de oler los millones y millones de cuerpos hediondos de los demás condenados. Mucho más penarán por la fetidez asquerosa, sin duda, por los espantosos gritos y lamentos de aquella muchedumbre de atormentados y por la estrechez en que se encuentran amontonados como uvas prensadas en el lagar de la ira de Dios.

El oído será atormentado al oír los pavorosos gritos de los desesperados réprobos que buscan desahogar su intenso sufrimiento en esa forma y por el gran estruendo que harán millones y millones de demonios atormentando a los infelices condenados. Los réprobos del infierno oirán durante toda la eternidad los horribles aullidos y gritos de demonios y demás condenados, sin poder encontrar alivio a ese suplicio.

La gula será castigada por una hambre devoradora, los condenados buscarán saciarse con algo para comer pero no encontrarán ahí ni un solo pedazo de pan. Sufrirán una sed abrasadora, que no se apagaría ni tomando toda el agua de toda la tierra o de la que Dios tiene reservada. El rico Epulón seguirá pidiendo aunque sea esa sola gota de agua para refrescar su garganta y no la obtendrá jamás.

El tacto será atormentado por las terribles llamas del infierno, fuego que atormenta sin consumir. El condenado estará rodeado de llamas por todos lados, será sumergido en el fuego como pez en el agua, el fuego penetrará hasta lo mas profundo del condenado para atormentarlo. Todos los órganos de réprobo arderán por las llamas del infierno, el voluptuoso sentirá que todo su cuerpo ardiendo hace más abrasadoras las llamas infernales que ha de padecer. Fuego abrasador en un instante y terrible hielo en el siguiente, alternándose para que más padezca el condenado.

El alma del condenado también sufrirá en sus potencias: memoria, entendimiento y voluntad. El recuerdo de lo poco que debía hacer para salvarse, el entendimiento por haber perdido el gran bien de Dios y su cielo, su voluntad al serle negado todo lo que pide.

La pena de daño es la de carecer el alma y el cuerpo de Dios. En vida hasta los más pecadores tienen consuelos de Dios en su alma, ese bienestar en el alma solo lo da Dios. Si Dios abandonase por completo el cuerpo y alma de algún desgraciado en vida, ese infeliz sentiría un espantoso vacío en su alma que lo orillaría a buscar la muerte para no sentirse así. En el infierno, el condenado carece por completo de Dios, no tiene el amor de Dios en él, en su lugar un odio grandísimo a Dios y a todas sus criaturas, a si mismo, a los demás condenados, al lugar en donde se encuentra, al horrible tormento que padece y al demonio por malvado; odio horrible a Dios y a todo lo creado por Él, tremenda desdicha del réprobo. Si los condenados en el infierno tuvieran la dicha de ver a Dios su infierno no sería más infierno, lo padecerían sin quejarse por gozar de la vista de Dios. Pero, no verán a Dios nunca, por toda la eternidad.

Para leer el e-book, imprimir o descargar el archivo pdf, de la Meditación escrita 26 de San Alfonso María de Ligorio: "De las penas del infierno", dar click en el siguiente enlace de Texto en Gloria.tv:
Yugo
Dios nos lleve por el camino estrecho de sufrimiento ,cada uno con una cruz y llegar al final con su ayuda
José Villagómez
Dios nos ilumine saludos 🙂
José Villagómez compartió esto
14
Muy aterradora reflexión espero cambiar