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Mons. Aguer - La Liturgia en Argentina y la «Misa» en la Playa. No todos los obispos son católicos -ecos opuestos de la misa playera- Mª Virginia, el 12.03.19 a las 8:33 AM «Tened un mismo pensar y un …Más
Mons. Aguer - La Liturgia en Argentina y la «Misa» en la Playa.

No todos los obispos son católicos -ecos opuestos de la misa playera-

Mª Virginia, el 12.03.19 a las 8:33 AM

«Tened un mismo pensar y un mismo sentir» (1Cor 1,10).

Basta, pues, de silencio; prolongarlo sería un crimen.Tiempo es de arrancar la máscara a esos hombres y de mostrarlos a la Iglesia entera tales cuales son en realidad.” (S.Pío X, Pascendi)


Hace unos años, publicamos un post con título semejante, en forma interrogativa, pero ya es tan evidente la respuesta, que hay que afirmarlo categóricamente.

El mes pasado publicábamos una suerte de crónica fotográfica de la payasesca y blasfema celebración que el obispo auxiliar de Merlo-Moreno, Oscar Miñarro, realizó en el marco de la JMJ en Panamá, en la playa.

Como era de esperar, el escándalo para muchos católicos fue mayúsculo, pero para otros más “abiertos", el escándalo reside precisamente en que todavía haya católicos que se escandalicen…¡qué cerrados, atrasados, fundamentalistas y “tristes” son esos católicos negativos!. Tanto se han abierto, que se les enfrió el cerebro…y ni hablar de la fe.

En medio de ese panorama, quienes profesamos la fe de la Iglesia fundada por Cristo, la manifestamos explícitamente en el Credo, que en uno de sus artículos sostiene Creo en la Iglesia, que es Una, Santa, Católica y Apostólica. Una. Y el Catecismo de la Iglesia Católica se refiere a esta nota de Unidad a partir del n. 811, hasta el n. 822:

813 La Iglesia es una debido a su origen: “El modelo y principio supremo de este misterio es la unidad de un solo Dios Padre e Hijo en el Espíritu Santo, en la Trinidad de personas” (UR 2). La Iglesia es una debido a su Fundador: “Pues el mismo Hijo encarnado […] por su cruz reconcilió a todos los hombres con Dios […] restituyendo la unidad de todos en un solo pueblo y en un solo cuerpo” (GS 78, 3). La Iglesia es una debido a su “alma”:El Espíritu Santo que habita en los creyentes y llena y gobierna a toda la Iglesia, realiza esa admirable comunión de fieles y une a todos en Cristo tan íntimamente que es el Principio de la unidad de la Iglesia” (UR2). Por tanto, pertenece a la esencia misma de la Iglesia ser una (…)

Por supuesto, unidad no significa uniformidad al modo de un bloque asfixiante de la múltiple y legítima variedad de miembros y dones:

814 Desde el principio, esta Iglesia una se presenta, no obstante, con una gran diversidad que procede a la vez de la variedad de los dones de Dios y de la multiplicidad de las personas que los reciben. En la unidad del Pueblo de Dios se reúnen los diferentes pueblos y culturas. Entre los miembros de la Iglesia existe una diversidad de dones, cargos, condiciones y modos de vida; “dentro de la comunión eclesial, existen legítimamente las Iglesias particulares con sus propias tradiciones” (LG 13). La gran riqueza de esta diversidad no se opone a la unidad de la Iglesia.

Sin embargo es preciso tomar conciencia también de la advertencia acerca de la posibilidad de quiebre, y no negarla necia y sistemáticamente, pretendiendo tapar el sol con un dedo.

Prosigue en el mismo párrafo:

No obstante, el pecado y el peso de sus consecuencias amenazan sin cesar el don de la unidad. También el apóstol debe exhortar a “guardar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz” (Ef 4, 3).

815 ¿Cuáles son estos vínculos de la unidad? “Por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección” (Col 3, 14). Pero la unidad de la Iglesia peregrina está asegurada por vínculos visibles de comunión:

— la profesión de una misma fe recibida de los Apóstoles;

— la celebración común del culto divino, sobre todo de los sacramentos;
— la sucesión apostólica por el sacramento del orden, que conserva la concordia fraterna de la familia de Dios (cf UR2; LG 14; CIC, can. 205). (…)

Podrá, pues, parecer obvio, pero hay que aclarar entonces que si no se comparte una misma fe, no podemos permanecer en la unidad, y si esto no se aborda frontalmente, se enseña y obliga a los fieles a vivir en la mentira y la hipocresía.

Esto, que se dice fácilmente, es lo que a miles de católicos, jóvenes y adultos, les resulta un tremendo motivo de escándalo cuando se topan por todas partes con sacerdotes y obispos que no predican, no enseñan, no sostienen, sencillamente porque hace rato que no profesan la fe de la Iglesia. Es lógico que entonces no se refieran jamás a los Novísimos, y toda su prédica se reduzca a moralina ecologista; que relativicen la verdad de los Evangelios; que se burlen de los dogmas como lo hacen algunos notorios jesuitas -empezando por el p. Sosa-; y en última instancia, trabajen dentro de la Iglesia para instaurar “una nueva iglesia” que no tiene nada que ver con Aquella que los acoge, y cuyos cimientos tratan de socavar. Están aquí, claro, pero “no son de los nuestros” (1 Jn.2,19), teniendo en claro que “es necesario que entre vosotros haya bandos, a fin de que se manifiesten entre vosotros los que son aprobados” (1 Cor.11, 19).

Las heridas de la unidad

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De hecho, “en esta una y única Iglesia de Dios, aparecieron ya desde los primeros tiempos algunas escisiones que el apóstol reprueba severamente como condenables; y en siglos posteriores surgieron disensiones más amplias y comunidades no pequeñas se separaron de la comunión plena con la Iglesia (…). Tales rupturas que lesionan la unidad del Cuerpo de Cristo (se distingue la herejía, la apostasía y el cisma [cf CIC can. 751]) no se producen sin el pecado de los hombres (…).

Es cada día más urgente que en vez de gastar tiempo y declaraciones buscando el rejunte (que no es unidad) con las demás religiones, quienes están obligados a ello se dirijan hacia la unidad interna de la Iglesia, que como fieles, percibimos innegablemente que a muchos de nuestros pastores no les mueve un solo pelo.

Y ante ese silencio, los apóstatas y herejes levantan su voz señalando a los fieles como cismáticos, tal vez porque éstos –los fieles, pero pusilánimes- no se atrevieron a su debido tiempo a señalar la herejía y apostasía de manera más contundente. ¿Cuánto hace que se viene enseñando en los seminarios teológicos y catequísticos que se trata de términos anacrónicos, y que es una antigüedad hablar de herejía o de apostasía? Y de aquellas aguas, estos lodos.

La herejía existe, y hiere la unidad de la Iglesia. Y los que la hieren no son quienes señalan esta evidencia, sino quienes no profesan la Fe revelada por Nuestro Señor, sino los que no soportando la sana doctrina, “acumularán para sí maestros conforme a sus propios deseos; y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a las fábulas.“(2 Tim.4, 3). Tal como ha señalado el p. Iraburu hace unos días, este tipo de cristianos “da más valor a palabras de hombres que a la Palabra de Dios. Está ciego y sordo. Las teorías o hipótesis más descabelladas lo llenan de admiración porque el mundo, contrario al Reino, las rodea de prestigio“.

Y entre sus principios –generalmente protestantes, cuando no sincretistas, budistas o francamente paganos- y los principios católicos hay un abismo. Pero siguen ocupando cargos en esta Iglesia, y enseñando, y gobernando, y de paso, estigmatizando a los que pretenden poner luz y seguir siendo fieles a la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica. Es tan evidente, tan grosera ya la diferencia entre unos y otros, que por esto el p. Iraburu sostiene que “Ningún católico tiene derecho a estar confuso”. No se puede confundir un burro con un conejo sólo porque ambos tienen orejas largas…"¡pero vaya que es densa la neblina por momentos!", susurran algunos.

Por si cupiese alguna duda del abismo entre unos y otros, son elocuentes estas dos actitudes episcopales, diametralmente opuestas, coexistente en la misma patria y provincia geográfica, ante la “Misa playera” de Miñarro.

Por una parte, la “disculpa y justificación” que realiza Mons. Maletti apelando a argumentos que francamente agravian la inteligencia de sus lectores:

Fernando Carlos Maletti, Obispo de Merlo-Moreno
Merlo-Moreno, 6 de febrero de 2019.

Muy queridos sacerdotes de la Iglesia Particular de Merlo-Moreno:
Es mi deseo compartir con ustedes lo que muchos ya conocen acerca de la Jornada Mundial de la Juventud en Panamá y la especial participación del Obispo Oscar en su carácter de Referente de la CEA para la Pastoral de Juventud. Significó para toda la Iglesia Universal un toque de gracia y un fortalecimiento del Espíritu para los jóvenes de todas las edades, de todos los estilos, de las diferentes culturas y del enorme arco social al que pertenecen. Es abundante la documentación que podemos encontrar y que, a través de la pastoral de comunicación diocesana, fue enviada oportunamente. El tema al que nos referimos lo queremos enmarcar (sin dejar de lado la responsabilidad que nos toca a los Obispos en nuestra misión de cuidar la fe del Pueblo de Dios), en lo que el Papa Francisco enseña: ‘prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades” (EG
49) Hoy por hoy se busca cualquier cosa con tal de ensombrecer la figura y el magisterio del Papa Francisco.
En concreto, las fotos que se publicaron en el contexto de la finalización de la Jornada Mundial de los Jóvenes, corresponden a un día de descanso de la coordinación nacional (nueve personas), en el que se celebró una Misa de acción de gracias junto al mar, que mostraba la alegría del equipo por lo vivido. Entendemos la perplejidad de algunos en referencia al “modo” en que fue ejecutada la liturgia en cuanto a la precariedad de elementos propios. Este tema ya está siendo comunicado y aclarado ante las autoridades eclesiales que corresponde, solicitando las disculpas por lo que pareciera una imprudencia. Todo esto para nada opaca el alto servicio y la fidelidad comprometida de nuestro Obispo Auxiliar en el territorio y entre la gente de nuestra Diócesis.Muchas veces debemos animarnos a corregir lo que pueda …
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Monseñor Hector Aguer - la liturgia catolica.
Un conceptoMás
Monseñor Hector Aguer - la liturgia catolica.

Un concepto
bear
Gracias Monseñor, el Señor recompense su fidelidad, y a la hora de su retorno a la casa paterna seguramente escuchará, ven bendito de mi Padre, porque me defendiste de aquellos que me pisoteaban. Enhorabuena