¿Quién tiene la culpa de la Apostasía? ..por Roberto de Mattei

Adelante la Fe / Información Católica

Jean-Baptiste Chautard (1858-1935), abad trapense de Sept-Fons, enuncia esta máxima: “A un sacerdote santo corresponde un pueblo fervoroso; a un sacerdote fervoroso un pueblo piadoso; a un sacerdote piadoso un pueblo honrado; y a un sacerdote honrado un pueblo impío”. Si es cierto que siempre hay un grado de diferencia en cuanto a vida espiritual entre el clero y el pueblo católico, después del plebiscito celebrado en Dublín el pasado 22 de mayo habría que añadir: “Y a un sacerdote impío corresponde un pueblo apóstata”.

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albert
29 mayo, 2015 at 12:57 pm
Es que, digámoslo claramente, en Argentina Mons. Jorge Mario no hizo nada para que no se apruebe esa misma maldita ley… Sólo envió una carta a las Monjas Carmelitas para que recen en esta guerra, con alusiones explícitas al demonio y la contranatura… pero cuyo contenido se difundió después de la votación en el Congreso Argentino. Y todos sabemos en Argentina …Más
albert

29 mayo, 2015 at 12:57 pm

Es que, digámoslo claramente, en Argentina Mons. Jorge Mario no hizo nada para que no se apruebe esa misma maldita ley… Sólo envió una carta a las Monjas Carmelitas para que recen en esta guerra, con alusiones explícitas al demonio y la contranatura… pero cuyo contenido se difundió después de la votación en el Congreso Argentino. Y todos sabemos en Argentina que lo hizo para “cubrirse” ante el Vaticano, ante el Papa Benedicto, y nada más. Hubo una marcha de católicos contra esa ley y Jorge Mario no participó. Y ningún Obispo de Argentina participó. Y pocos Curas -de sotana- fueron los únicos valientes presentes junto a 200mil laicos. El día que se aprobó esa ley inicua, fue un día muy triste en mi Argentina.
¿Cuándo van a reaccionar los buenos Obispos Españoles e Hispanoamericanos? Dan vergüenza ajena…
Necesitamos Pastores que den la vida por las Ovejas. ¡Literalmente!
Parece que muchos no hay.

Gabriela de Argentina

29 mayo, 2015 at 7:32 pm

Tiene toda la razón. Poco y nada hicieron Bergoglio y el resto de los obispos para parar la aprobación de la nefasta ley.