El incompetente Francisco juega con el rol de experto en clima y aplaude un “gobierno mundial”
Francisco publicó el 4 de octubre su inútil exhortación “apostólica” Laudate Deum sobre el cambio climático, un tema que no forma parte de la competencia de un papa.
En ella, Francisco se limita a repetir como un loro la ideología de los oligarcas e intenta asustar al lector (“planeta que sufre”, “el mundo se desmorona”, “acercándose a un punto de ruptura”).
Actuando como un agorero, Francisco habla de “olas de calor”, “inundaciones”, “graves sequías”, “calor extremo”, “deshielo de los casquetes polares”, una “aceleración inusual del calentamiento”, “elevación del nivel del mar”, “manifestaciones irreversibles durante al menos cientos de años”, “enormes daños que hemos causado”, “diagnósticos apocalípticos”, “no hay vuelta atrás”.
Luego, convierte todo en broma al afirmar que esto está “confirmado por la pandemia del Covid-19” (sic). Otro chiste: “La crisis climática no es realmente un tema de interés para los principales poderes económicos”.
En lugar de confrontar los sólidos argumentos que han desacreditado [la teoría del] cambio climático provocado por el hombre, los denigra como “irrazonables”, como si un Francisco confundido y emocional supiera algo sobre la razón.
En la parte central del texto (número 35), aboga por un peligroso gobierno mundial único, soñando con “una autoridad mundial regulada por la ley” que "debe estar dotada de “real autoridad” para garantizar la realización de “ciertas metas inalienables” [de los oligarcas].
Divaga sobre lo que llama el “viejo multilateralismo”, al cual quiere “recrear a la luz de la nueva situación global” estableciendo un “nuevo procedimiento para la toma de decisiones”.
Laudate Deum es como si un funcionario ignorante de la ONU hubiera escrito un tratado sobre “Nuevos aspectos en la Santísima Trinidad”.
Imagen: © Mazur, CC BY-NC-ND, #newsZvuzoisdth
En ella, Francisco se limita a repetir como un loro la ideología de los oligarcas e intenta asustar al lector (“planeta que sufre”, “el mundo se desmorona”, “acercándose a un punto de ruptura”).
Actuando como un agorero, Francisco habla de “olas de calor”, “inundaciones”, “graves sequías”, “calor extremo”, “deshielo de los casquetes polares”, una “aceleración inusual del calentamiento”, “elevación del nivel del mar”, “manifestaciones irreversibles durante al menos cientos de años”, “enormes daños que hemos causado”, “diagnósticos apocalípticos”, “no hay vuelta atrás”.
Luego, convierte todo en broma al afirmar que esto está “confirmado por la pandemia del Covid-19” (sic). Otro chiste: “La crisis climática no es realmente un tema de interés para los principales poderes económicos”.
En lugar de confrontar los sólidos argumentos que han desacreditado [la teoría del] cambio climático provocado por el hombre, los denigra como “irrazonables”, como si un Francisco confundido y emocional supiera algo sobre la razón.
En la parte central del texto (número 35), aboga por un peligroso gobierno mundial único, soñando con “una autoridad mundial regulada por la ley” que "debe estar dotada de “real autoridad” para garantizar la realización de “ciertas metas inalienables” [de los oligarcas].
Divaga sobre lo que llama el “viejo multilateralismo”, al cual quiere “recrear a la luz de la nueva situación global” estableciendo un “nuevo procedimiento para la toma de decisiones”.
Laudate Deum es como si un funcionario ignorante de la ONU hubiera escrito un tratado sobre “Nuevos aspectos en la Santísima Trinidad”.
Imagen: © Mazur, CC BY-NC-ND, #newsZvuzoisdth