BREVE PRÁCTICA, DEL MES DE MAYO CONSAGRADO A LA MADRE DE DIOS: MEDITACIÓN DÍA 7 DE MAYO.
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POR FELIX SARDA Y SALVANY, PBRO.
ACTO DE CONTRICIÓN.
Por la señal, etc.
A vuestra soberana Madre vengo a honrar, Señor mío Jesucristo, y al querer debidamente hacerlo, me avergüenza ante todo el estado de mi pobre alma, tan llena de ofensas a Vos. Os he faltado, Señor, mil veces, y agraviándoos a Vos, he agraviado juntamente a vuestra dulcísima Madre y mía. ¿Cómo he de poder, pues, presentarme en su presencia sin que le provoque a asco y enojo mi indignidad?
Vos, Señor mío, que tan misericordioso sois y que desde las entrañas de vuestra dulce Madre habéis traído al mundo tesoros de bondad y de compasión, tenedla de ese pobrecito pecador, y perdonadle una vez más sus negras ingratitudes. ¡Pésame, Señor en lo más vivo de mi alma haber herido con ellas vuestro amante Corazón! ¡Pésame, Padre mío y no quiero ofenderos con ellas ya más! Ayudadme con vuestra gracia para perseverar en este mi arrepentimiento y firme propósito hasta el fin de mi vida. Amén.
ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA.
Vuestro permiso imploro, Madre y Señora mía, para acercarme, a pesar de mi indignidad, a vuestro altar sagrado. A él vengo, celestial Maestra, para que me instruyáis; a él corro, bondadosa Madre, para que me consoléis; a él me refugio, Abogada poderosísima, para que me protejáis. Todo lo sois, Señora, para el pueblo cristiano y para este infeliz pecador, luz, consuelo, amparo, fuerza, esperanza y segura protección. Enseñadme con el ejemplo de vuestra vida, especialmente con el paso de ella que me propongo hoy meditar; fortalecedme con la divina gracia que benévolamente me alcanzaréis de vuestro Hijo Jesús; consoladme y acariciadme con las infinitas dulzuras de vuestro culto y amor, singularmente en este vuestro devoto Mes. Amén.
¡Madre y Señora mía! De vuestro Soberano Hijo y Señor mío otorgadme en estos momentos el especial beneficio de hacer con fruto para mi alma estos breves puntos de meditación.
MEDITACIÓN DÍA 7 DE MAYO.
María en la Visitación. — Caridad con los prójimos.
Elevada María a la dignidad de Madre de Dios que sentía ya en sus entrañas, hizo largo viaje para visitar a su prima Santa Isabel que sabía hallarse en análogo estado, próxima a serlo del gran Bautista. Entró, la saludó, pasó con ella tres meses, intervino en el nacimiento del glorioso Precursor, e hizo con Isabel los oficios de buena y solícita servidora. ¡Ella, la Madre de Dios!
La vida espiritual y el trato con Dios y la perfección más elevada en su divino servicio, no han de alejarte, alma cristiana, de los servicios al prójimo, conforme se los puedas prestar según tu estado o condición. Las obras de caridad corporales y espirituales deben ser el fruto exterior de tu amor a Dios, ya que su divina ley se encierra en dos mandamientos, quererle a Él más que a todas las cosas, y al prójimo como a ti mismo por amor de Él. Serás diligente, pues, en visitar enfermos, consolar afligidos, socorrer necesitados, corregir a los que yerren, rogar por vivos y difuntos, y dar á todos luz de honrado y cristiano ejemplo. A cada uno pedirá Dios cuenta de algún prójimo suyo, y nadie está tan aislado en este mundo que pueda individualmente labrarse, con abstracción de toda otra alma, la santificación y salvación de la propia. Hermanos somos todos de una misma familia, anillos de una misma cadena, piezas o resortes de un mecanismo. No cuentes, pues, agradar a Dios si en algo no le sirves en la persona de tu hermano.
Medita bien estas verdades, y luego aliéntate a practicarlas con el ejemplo de María hacendosa, humilde, servidora en la casa de Isabel.
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Ahora saludaremos fervorosamente el Nombre suavísimo de nuestra Divina Madre con las siguientes jaculatorias y Ave Marías:
—Madre mía amantísima, en todos los instantes de mi vida acordaos de mí, pobre pecador. Ave María.
—Arca de Dios y Tesorera del cielo, concededme abundantes gracias para detestar y llorar mis pecados. Ave María.
—Reina de cielos y tierra, sedme amparo y defensa en las tentaciones de mis enemigos. Ave María.
—Inmaculada Madre de mi Dios y Señor, alcanzadme lo que os pido para mi salvación. Ave María.
—Abogada mía y refugio mío, amparadme en el trance espantoso de la muerte y abridme las puertas del cielo. Ave María y Gloria.
ORACIÓN DE SAN BERNARDO.
(Memorare).
Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir que alguno de los que acudieron a vuestra mediación e imploraron vuestro auxilio fuese desamparado de Vos. Alentado con esta seguridad, a Vos acudo, Virgen Reina de las vírgenes, y aunque agobiado bajo el peso de mis culpas, atrévome á parecer ante vuestra presencia. No despreciéis mis ruegos, antes dignaos atenderlos y favorablemente despacharlos. Amén.
OFRECIMIENTO DEL DÍA...
Cuanto piense, cuanto hable, cuanto obre y cuanto quiera en este día de vuestro sagrado Mes, os lo ofrezco, purísima Reina de los cielos, como florido homenaje de amor consagrado a vuestra devoción. Sean por Vos todas y cada una de mis respiraciones. Sean por Vos todos y cada uno de los latidos de mi corazón, sean por Vos los deseos más íntimos de mi alma. Os dedico muy especialmente el obsequio o flor espiritual de hoy, y deseo lo recibáis como nueva prenda de mi fidelidad a vuestro amor. Y haced, Señora, que según Vos viva, y en Vos muera, y con Vos reine felizmente por toda la eternidad. Amén.
FLORES ESPIRITUALES:
—7. Privarse de un bocado o bebida que guste, en memoria de la hiel y vinagre del Salvador.