Conversaciones reveladoras: Francisco expone sus contradicciones
“Reaccionaria” es un insulto clásico del Partido Comunista. Según Francisco, los católicos estadounidenses están “atrasados”, mientras que “hay una evolución apropiada [= apostasía] en la comprensión de las cuestiones de fe y moral” y “el cambio es necesario”. Francisco confunde “cambio” con decadencia.
A modo de ejemplo, Francisco afirma que, hoy en día, es “pecado” poseer bombas nucleares o aplicar la pena capital. Con esto último, Francisco niega la moral de la Iglesia.
Como es habitual, el construye una caricatura de los católicos para derribarla: “Si retrocedes, formas algo cerrado, desconectado de las raíces de la Iglesia y pierdes la savia de la revelación. Si no cambias hacia arriba, retrocedes, y entonces adoptas criterios para el cambio distintos de los que nuestra fe da para crecer y cambiar”. Estas son las consignas de los herejes de hoy, quienes están llevando a la Iglesia a la mayor de las crisis desde su fundación.
Francisco proyecta sus propios problemas sobre sus supuestos enemigos: “La ideología sustituye a la fe, la pertenencia a un sector de la Iglesia reemplaza la pertenencia a la Iglesia”.
Los grupos estadounidenses [que, a diferencia del partido de Francisco, atraen a las personas] “se están aislando”, afirma Francisco: “En lugar de vivir de la doctrina, de la verdadera doctrina que siempre se desarrolla y da fruto, viven de ideologías. Cuando se abandona la doctrina en la vida y se la sustituye con una ideología, se ha perdido, se ha perdido como en la guerra”. Estas palabras encajan perfectamente con los jesuitas en colapso a los que les hablaba Francisco.
Francisco mencionó a un sacerdote romano que trabaja con “jóvenes homosexuales” y dice que “el tema de la homosexualidad es muy fuerte” [en los medios de comunicación oligarcas] y que “la sensibilidad al respecto cambia [= se cambia] según las circunstancias históricas [= según los deseos de los oligarcas]”.
Él no quiere mirar “con lupa el llamado pecado de la carne, como hemos hecho durante tanto tiempo con el sexto mandamiento” - pero, al mismo tiempo, su Vaticano está obsesionado con el sexo y el castigo draconiano de ciertos pecados sexuales.
Francisco confesó que los varones prostitutos “vienen todo el tiempo” a sus audiencias [vacías] de los miércoles y él -que no tiene tiempo para sus colaboradores cercanos- mantiene una continua correspondencia electrónica con ellas.
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