SIGNOS DE LOS TIEMPOS
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ORACIONES A LA VIRGEN DE LOS DOLORES -tradicionales-

CINCO DOLORES DE MARÍA

RECOMENDACIÓN COTIDIANA DE LOS CINCO PRINCIPALES DOLORES DE MARÍA SANTÍSIMA, NUESTRA SEÑORA
Puebla de los Ángeles
Reimpresa en la oficina de los Herederos de la Viuda de Miguel Ortega, en el Portal de las Flores. Año de 1776

I.

Señor mío Jesucristo, yo te salud en honra y reverencia del dolor que padeció mi Señora la Virgen María, cuando le profetizó Simeón que te habían de quitar la vida, por este dolor te pido, conocimiento y contrición de mis culpas.
Padre nuestro, Ave María.

II.
Señor mío Jesucristo, yo te saludo en honra y reverencia del dolor que padeció mi Señora la Virgen María, cuando te perdió por tres días, por este dolor te pido, remisión de mis pecados.
Padre nuestro, Ave María.

III.
Señor mío Jesucristo, yo te salud en honra y reverencia del dolor que padeció mi Señora la Virgen María, cuando que te había preso y atado, por este dolor te pido, las virtudes que por el pecado perdí.
Padre nuestro, Ave María.

IV.
Señor mío Jesucristo, yo te salud en honra y reverencia del dolor que padeció mi Señora la Virgen María, cuando te vió crucificado, por este dolor te pido, el don de gracia, y antes de mi muerte, tu Cuerpo Santísimo en comida.
Padre nuestro, Ave María.

V.
Señor mío Jesucristo, yo te salud en honra y reverencia del dolor que padeció mi Señora la Virgen María, cuando te vió ser puesto en el sepulcro, por este dolor te pido, verte en mi muerte, asistiéndome con los auxilios necesarios de tu gracia, para que así, me recibas en los gozos de la vida eterna. Amén.
Padre nuestro, Ave María.

ORACIÓN
¡Oh Dulcísima María, Madre de Misericordia! ¡Oh dulce esperanza de los pecadores! ¡Oh eficaz atractivo de nuestra voluntad! ¡Oh María ¡Oh Reina! ¡Oh Señora! ¡Vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos! Recibe estas siete aves Marías, en memoria de tus dolores santísimos, y por ellos te pido que, en el trance y agonía de mi muerte, cuando, ya viciados los sentidos, ya turbadas las potencias, ya quebrantados los ojos, ya perdida el habla, ya levantado el pecho, ya postradas las fuerzas y cubierto el rostro con el sudor de la muerte, me halle luchando con el terrible final parasismo, cercado de enemigos innumerables que procuran mi eterna condenación y esperan que salga mi alma para acusarla de tantas culpas que eh cometido, ante el tribunal de Dios, allí, querida de mi alma, allí, única esperanza mía, allí, poderosísima Madre de los Dolores, allí amorosísima Reina, allí, vigilantisima Pastora, allí, María, (Oh, que dulce nombre) allí, María, ampárame, allí defiéndeme, allí asísteme como Pastora a sus ovejas, como madre a sus hijos, como reina a sus humildes vasallos, aquel es el punto de donde depende la salvación o condenación eterna, aquel es el horizonte que divide el tiempo de la eternidad, aqueo que es el instante en que se pronuncia la fatal sentencia que ha de durar para siempre, pues si me faltas entonces ¡dulcísima abogada mía! Si me fallas entonces, ¿Qué será de mi alma cuando cuantas culpas eh cometido? No me dejes en aquel peligro, no te retires en aquel trance, acuérdate que, si Dios te eligió para madre suya, fue para que fueses medianera entre Dios y los hombres, y por lo tanto debes ampararme en aquella hora, y porque entonces podre no tener fuerzas ni sentidos para llamarte, desde ahora como si ya estuviera en la última agonía, te llamo, desde ahora te invoco, y desde ahora me acojo a tu poderosa intercesión. A la sombra de tu amparo me pongo para liberarme de los merecidos rigores del Sol de justicia, Cristo, y desde ahora, como si yo agonizara, invoco tu dulcísimo y Santísimo Nombre, y esto que ahora digo le guardo para aquella: María, María, querida de mi alma, consuelo de mi corazón, en tus manos encomiendo mi espíritu, para que por ellas pase al tribunal de Dios, donde intercedas por mi alma pecadora. En ti pongo mi esperanza, en ti confío, en ti espero. Yo, ya voy a expirar, misericordia, madre del alma, misericordia, misericordia, misericordia. Amén.

DEVOCIÓN AL CORAZÓN DOLOROSO DE MARÍA

DEVOCIÓN AL VIRGINAL Y DOLOROSO CORAZÓN DE NUESTRA SEÑORA LA SIEMPRE VIRGEN MARÍA
Dispuesta por un Religioso del Real y Militar Orden de nuestra Señora de la Merced, Redentora de Cautivos
Saca a la luz a devoción de una religiosa del Convento de la Purísima Concepción de la Ciudad de Puebla,
Con licencia de la Impresa de la Viuda de Miguel de Ortega y Bonilla. Año de 1748

ACTO DE CONTRICIÓN

Dulcísimo Jesús, que, para obrar nuestra Redención, te hizo Varón de Dolores tu Inmensa Caridad, no solo por los sangrientos tormentos, que por mi alma recibió tu delicado y Sacratísimo Cuerpo, sino también, por el íntimo sentimiento que tuvo tu Corazón amoroso, de que muchos desentendidos a tus llamamientos, e ingratos a tus beneficios, habían de malograr el fruto de tus trabajos. A mi Señor, me pesa con todo el dolor posible a mi corazón, haber ofendido a tu suma y amabilísima Majestad, y detesto con el más perfecto odio, la abominable fealdad del pecado, proponiendo, como eficazmente propongo, la enmienda de mi vida, con la ayuda de tu gracia, la que espero me concedas, por el Virginal y Traspasado Corazón de tu Madre Dolorosísima, y mi Señora, María Santísima. No mires, Soberano Redentor, mi indignidad e ingratitud, sino a aquel tiernísimo Corazón, que fue el vaso purísimo en que se derramaron las penas que padeciste en el Calvario, por él, comunica al mío el don de la Santa Perseverancia, para solo amarte y servirte, hasta el fin de mi vida. Amén.

ORACIÓN
Dolorosísima Reina Virgen, Santísima María, Señora nuestra, que constante al pie de la Cruz en que pendía nuestro Soberano Redentor, fue tu Corazón tiernísimo, no solo clarísimo espejo en que le representaba a el vivo, todos los sangrientos tormentos de tu dulce Hijo Jesús Crucificado, sino que, de tal manera fuisteis inanimada copia, que transformó a tu Corazón la compasión tierna, en los agudos instrumentos de su Pasión amarga, haciéndose tu fineza amorosa en el patíbulo, su compañera. ¡Oh Reina de los Mártires! Yo, aunque lleno de confusión, me presento ante tu afligida Majestad, y adoro tu Sacratísimo Corazón, sumergido en un piélago de penas, y anegado en un océano de angustias. Quisiera, Señora mía, tener un corazón que valiera por todos los humanos corazones, para servirte y amarte, y de todos sus pesares, condolerme, y para recoger en su centro todas las ternuras con que te han acompañado y acompañan los mayores santos de la Iglesia, así os rindiera con innumerable afectos las debidas gracias, por los muchos beneficios que os hizo tu Corazón con sus penas, peor aunque inmundo, helado y duro, le ofrezco con veras, en obsequio de tu mismo Corazón Purísimo y Dolorosísimo, y te suplico, dividas con el mío tus penas acerbas, y lo traspases con tus dagas agudas, para que así se purifique su inmundicia, se ablande su dureza, y consiga una contrición verdadera de las culpas, con que desagraviarte en esta vida, y pase a gozar de tu Hijo y mi Señor en la Gloria. Amén.
Tres Aves Marías y luego la siguiente:

OFRECIMIENTO
Omnipotente y Misericordiosísimo Señor, que, habiendo entregado con infinita caridad a tu Unigénito por la Redención del linaje humano, cargando sobre su inocencia el gravísimo peso de nuestros pecados, para que los borrara con sus sangrientos tormentos, quiso la sabia providencia el que dignamente lo compadeciera María Santísima, concediéndole para esto, una fortaleza tan invencible y un corazón tan constante, que padeció el cúmulo de dolores, que debió dividirse en todos los racionales. ¡Oh Padre Eterno! yo te ofrezco este tierno corazón, unido con el de tu amadísimo Hijo Jesús, y sacrificado por una tierna resignación en el Ara Santa de la Cruz, y por el te ruego, ablandes la obstinación del mío, e imprimas en el la Pasión de mi Divino Redentor, para que así, siéndole por compasión semejante en esta vida, logre por intercesión de María Santísima, en la felicidad eterna, donde contigo y el Espíritu Santo, vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amén.

LAVS DEVS

CONSUELO A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD

CONSUELO A LA MADRE DE DIOS EN LA MUERTE DE SU SANTÍSIMO HIJO
Devoción utilísima en honor de tan poderosa Señora, para los que desean tributar algún culto al doloroso y tiernísimo paso de su Soledad, Angustias y Dolores
Copiado a la letra, de la que dio a luz en la Vida del V. P. Francisco Tamariz de la Compañía de Jesús
Reimpreso en el Colegio Real de San Ignacio de la Puebla de los Ángeles.
Año de 1765

ORACIÓN

Madre dulcísima de mi amantísimo Redentor, y muy querida Señora mía, perdonad mi atrevimiento, y por vuestra inefable dignación, dadme licencia, para que os diga lo siguiente: Considerándoos en vuestra Soledad y amargura, por la Pasión y Muerte de vuestro Santísimo Hijo. Señora mía y prenda muy amada de mi corazón, con toda la humildad posible, y acatamiento con que el menor siervo vuestro debe hablar con vuestra Majestad, os ruego, pongáis en vuestra celestial consideración, que después de la noche viene el día, después de la tempestad la bonanza, después de la fatiga el descanso, después de los dolores y penas, los consuelos y alivios. Enjúguense pues, vuestros virginales ojos, dilátese vuestro Corazón purísimo, desahóguese vuestro santo Espíritu, que muy en breve ha de pasar esta tormenta, y os ha de visitar vuestro preciosísimo Hijo, tan hermoso, tan lleno de resplandores de gloria, que será menester, Señora mía, ser confortada con Divina Virtud, para que, podáis sustentar la inmensidad del gozo y gloria que ha de inundar vuestro Corazón y Espíritu.
¡Oh! Mirad, piadosísima Señora, que, con esta Pasión y Muerte de vuestro preciosísimo Hijo, se rezarse la hora de Dios, ofendida por nuestras culpas. Se satisface a su Divina Justicia, es despojado el infierno, los hombres son remediados, y se les abren las puertas del Paraíso, vuestro Santísimo Hijo es ensalzado sobre cuanto se puede decir, y Vos Señora mía, sois constituida Madre nuestra, y Abogada dulcísima, Reina también y Señora del Cielo y tierra, y de todas las criaturas. Ahora y en la hora de mi muerte, os pido, Señora mía, me seas propicia, y me confortes y consoléis con vuestra presencia, para que mi vida y muerte sea preciosa delante de vuestro Santísimo Hijo, con quien justamente con su Santísimo Padre y Espíritu Santísimo en vuestra compañía, y de todos los Santos y bienaventurados, se goce mi espíritu, y a su tiempo mi cuerpo también. Por todos los siglos de los siglos. Amén.
Para obligar más a la Santísima Señora, la saludarás todos los días, diciéndole: Muéstrate Madre, palabras que usa la Santa Iglesia.

LAVS DEVS

VISITA PARA LOS VIERNES DEL AÑO

VISITA PIADOSA A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES PARA TODOS LOS VIERNES DEL AÑO

Consagra a las almas devotas un religioso de Nuestro Seráfico Padre San Francisco

Impreso en México, en la oficina de D. Alejandro Valdés.
Año de 1817

ORACIÓN

Sacratísima y Dolorosísima Virgen María, Madre de Dios, elevada paloma, cercada de conflictos, blanca azucena rodeada de tormentos, afligida tórtola ¿Qué es esto? que desde el retiro de mi ingratitud oí el doloroso canto de tu angustia, y me ha traspasado el corazón lo tierno de tus suspiros. Si acaso enamorada mariposa te abrasas, quizá las aguas que destilan mis ojos apagarán ese volcán de penas, si como mansa sierva te hallas herida, y por esto tan tierna te lamentas, de ese árbol elevado a que te acoges, destila precioso bálsamo para que me alivies. Mas hoy, Señora ¡Ay de mí! que ya entiendo tus quejas, lo que te aflige es hallarte huérfana, por haber muerto tu adorado consorte, y lo que te penetra el corazón es, verte traspasada con la tirana saeta de mi ingratitud de los hombres, que con sus agravios te martirizan ¿Qué haré yo Soberana Reina, para desagraviarte y acompañarte en tus penas? ¿A quien acudiré por socorro para que te alivie? ¡Si levanto mis ojos a los cielos, veo que aumentan tu llanto con el obscuro luto que visten! ¡Si a la luna, ensangrentada la hallo! ¡Si al sol, eclipsado lo miro! ¡Si a la tierra, del dolo se estremece! ¡Las flores se marchitan, se lloran! ¡los aires, confusos se lamentan! ¡Los Ángeles, pasmados los admiro! ¿Acudiré a los hombres? no, que sus blasfemias aumentan sus tormentos. ¿Pues que eh de hacer Reina del cielo, para desagraviar y mitigar sus tormentos si por todas partes me hallo turbado? Me acogeré a ti, que, en medio de tantas penas, te ostentas Madre de pecadores, y por tal te constituye en este lugar. Me valdré de las mismas palabras de tu Santísimo Hijo Jesús: Veis ahí a tu Hijo, te dice, y con esto propio me animo, aquí está tu Hijo, Señora, aquí me tienes, mírame como Madre, y desagraviente mis sollozos, y si tu mayor agravio son mis pecados, ya me arrepiento, y me pesa de haberlos cometido, me pesa de haberte injuriado. Ea, Madre de misericordia, dadme licencia para acompañarte en este día en tus conflictos, aquí me estaré postrado a tus pies, llorando mis culpas, sintiendo tus penas, y suplicándote no me desampares: hazme sombra, para que no me consuman los ardores de la divina justicia de tu amantísimo Hijo, mi Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo, vive y reina por todos los siglos de los siglos. Amén.
Se rezan siete Padres nuestros, Aves Marías y Glorias, en reverencia de sus dolores.

CORONA DE DESAGRAVIOS A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES

OFRECIMIENTO DE LA CORONA DE DESAGRAVIOS DE NUESTRA SEÑORA

Par los Martes y Viernes de la semana, consagra a las almas devotas un religioso de Nuestro Seráfico Padre San Francisco

Impreso en México, en la oficina de D. Alejandro Valdés.
Año de 1817

MÚSICA

María, llena de dolores
enardeciendo mis labios,
os alabo en desagravios
de todos los pecadores.

ORACIÓN
María Purísima, Madre Dolorosa de Jesús Crucificado, a ti llega mi alma, alma de mi vida, para que, abrasado mi pecho con el cuchillo de fuego que partió tu corazón, le inflames con tu amor, haciendo ardiente brasero de toda mi voluntad, ilustrando mi entendimiento y agilitando mi lengua, para acertar como desea mi amor, a desagraviarte de todas las ofensas cometidas contra tu Hijo, motivo y causa de tus agudos tormentos, y de todos los pecados que yo cometí contra su bondad inmensa, alcanzadnos gracia, para todas las espinas del Calvario, convertirlas en corona de rosas fragantísimas, que te sean agradables. Amén.

Peque, María, tened misericordia de mí.
Pecamos, Reina y Señora, ruega a tu Hijo por nosotros.


MÚSICA
La más vil pecadora
criatura está a tus plantas
pésale de ofensas tantas,
Misericordia Señor.

Llegue a los cielos mi voz
cuando tan bárbaro eh sido,
me pesa haber ofendido
Virgen y Madre, a mi Dios.

L/: Dios mío ven en mi auxilio
R/:
Señor, date prisa en socorrerme

L/: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo
R/:
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén

Comienzan los misterios con un Padre nuestro y diez Aves Marías y se canta:

PRIMER MISTERIO

MÚSICA

Por remediar nuestros males
con indecible tormento,
Dios camina a paso lento
preso por los tribunales.

Acompaña, alma amorosa,
con llanto del corazón,
en tu sangrienta Pasión,
a su Madre dolorosa.

ORACIÓN
Angustiadísima Madre de mi Señor Jesucristo, Princesa de los cielos y la tierra, singular y bendita entre todas las mujeres: estas diez Aves Marías y el Padre nuestro, os ofrezco en desagravio de aquella pena y dolor, que partió tu corazón, viendo la traición de Judas y prisión de mi Redentor amado, a quien atado cruelmente llevaron a la presencia de Anás, Caifás y Pilatos. Por este dolor, ardientemente os suplico, saquéis del Purgatorio las almas de mis parientes y bienhechores, con las demás que allí hubiere, y a nosotros nos asistas con tu auxilio eficaz para llorar nuestras culpas. Amén.

SEGUNDO MISTERIO

MÚSICA

A una Columna amarrado
hallarás al Rey del Cielo,
arrastrado por el suelo,
herido y ensangrentado.

En aquesta disciplina
sí le quieres aliviar,
llega alma a desagraciar
a la Paloma Divina.

ORACIÓN
Oh amantísima Reina de los Ángeles, Hija del Eterno Padre, dolorosísima madre mía, este Padre nuestro y diez Aves Marías, os ofrecemos en desagravio del gran dolor que sufriste, cuando en la casa de Pilatos, amarrado a una columna, visteis azotar a tu Hijo con tan enorme crueldad, que, descarnados los huesos, se le contaban las costillas: yo os suplico Madre mía, pidáis a su Majestad, nos haga castos y humildes celadores de su honra y observantes de su ley. Amén.

TERCER MISTERIO

MÚSICA

Rompiendo los corazones,
verás de Dios la grandeza,
taladrada la cabeza
con inhumanos cambrones.

Haz de estas espinas, flores,
para que, en tal tiranía,
sirvan a el Ave María,
de antídoto sus dolores.

ORACIÓN
Traspasada Emperatriz de los cielos, Madre penada del Encarnado Verbo: este Padre nuestro y diez Aves Marías os ofrecemos, en desagravio de la agudísima pena que partió vuestro corazón tiernísimo, cuando viste coronar de agudos marinos juncos, la cabeza del Rey de los Reyes, Cristo, y que la Sangre corría por su Rostro soberano: Yo os suplico, pidáis a su Majestad, la paz y concordia por las coronadas cabezas de los príncipes cristianos, y el acierto de la Iglesia a la Suprema Cabeza, y que nos libre del demonio, dándonos tu santa gracia. Amén.

CUARTO MISTERIO

MÚSICA

Con un cruzado madero,
y dolor extraordinario,
camina para el Calvario,
el inocente Cordero.

Alma el aliento apresura,
y a María hallarás llorando,
y con lágrimas regando
la calle de la amargura.

ORACIÓN
Purísima Virgen Madre, Esposa del Espíritu Santo, y la más angustiada del mundo: estas diez aves Marías y un Padre nuestro os ofrecemos, en desagravio de la rigorosísima pena que tuvisteis, cuando encontrasteis a vuestro amantísimo Hijo, en traje de ajusticiado, cayendo sobre la tierra con el peso de la Cruz: por este dolor os suplico, pidáis a su Majestad, de destierre de su Iglesia toda secta y herejía, que traiga en paz a sus casas a los Cautivos, y a las Santas Órdenes las conserve en perfección. Amén.

QUINTO MISTERIO

MÚSICA

Del Padre el Hijo adorado,
el mejor Isaac, Jesús,
en el ara de la Cruz
se mira crucificado.

Acompaña vigilante,
a la que, en tanto dolor,
da muestras de su valor
al pie de la Cruz constante.

ORACIÓN
Sapientísima Madre de toda ciencia y virtud, Templo de la Beatísima Trinidad, y afligida madre mía: este Padre nuestro y diez Aves Marías, os ofrecemos en desagravio de la rigorosa angustia que os llegó a los íntimo de vuestra alma y corazón, registrando en la cima del Calvario a la luz de vuestros ojos, clavado en una Cruz, y entregar el espíritu en las manos de su Padre, por este dolor os suplicamos nos asistas propicia en la hora de nuestra muerte, para morir de dolor de haber ofendido a vuestro Hijo idolatrado, y haberos causado a vos tan angustiadísima de penas. Amén.

SEXTO MISTERIO

MÚSICA

De Cristo el pecho rompió
con una lanza un soldado,
de cuyo roto costado,
Sangre y agua nos manó.

¡Oh cruel inhumana lanza!
pues en tus cortes admiro
que siendo Jesús el tiro,
al pecho de María alcanza.

ORACIÓN
Virgen Madre Dolorosa, Refugio de pecadores y socorro de afligidos: estas diez aves Marías y Padre nuestro os ofrezco, en desagravio de la congoja que al pie de la Cruz tuvisteis, cuando dieron la lanzada a aquel amoroso pecho de vuestro inocentísimo Hijo: por esta pena os suplico, pidáis a su Majestad, no de permiso al demonio llegue a nuestros corazones, haciéndonos consentir en alguna tentación, sino que, venciendo al demonio, mundo y carne, merezcamos su presencia, para alabarle en la corte de la Gloria. Amén.

SÉPTIMO MISTERIO

MÚSICA

En continuo padecer
llore el Cielo sin cesar,
el más sangriento pesar
de ver a Dios descender.

Ve a acompañar, alma mía,
hecho el corazón pedazos
pues le miras en los brazos,
de la tórtola María.

ORACIÓN
Dolorosa, desconsolada y tristísima Madre, mar amargo de tormentos, y de pecadores madre: estas diez Aves Marías y un Padre nuestro os ofrezco, en desagravio de la más activa pena y gran dolor que tuvisteis, cuando al bajar de la cruz el Santísimo Cuerpo de vuestro Santísimo Hijo, le tomasteis en los brazos, colocándole en el doloroso altar de vuestro angustiado pecho, y contemplando en sus llagas, os anegabais en llanto, por estas llagas, por vuestra Soledad, vuestra orfandad y dolores, os suplicamos, que a todos los que por desagraviarte rezamos esta corona, nos alcancéis de vuestro Hijo, nos de espíritu y gracia para estampar en el alma las penas de su pasión, y pasión de vuestras penas, que contemplemos devotos las finezas de vuestro amor, y su amor para agradarle eternamente y morir en su santo servicio. Amén.

Acabado este ultimo ofrecimiento, se reza una Salve y la Letanía de nuestra Señora, y para dar fin al ejercicio, dirás la oración siguiente:

ORACIÓN

Oh Virgen Santísima de los Dolores, Madre y Señora mía: yo os ofrezco con todas las veras de mi corazón, esta Santísima Corona, que en memoria de vuestros siete acerbísimos Dolores, os eh rezado (aunque con la tibieza de mi corazón) por cuyo medio os pido, amantísima Madre mía, el que supliendo con maternal amor, lo defectuoso de mi fervor y devoción, me alcancéis de vuestro Santísimo Hijo y mi Señor Jesucristo, me conceda por los infinitos méritos de su vida, pasión y muerte, el remedio que necesito en mis necesidades temporales y espirituales, el alivio en mis trabajos, el consuelo en mis tristezas, la paciencia en mis tribulaciones y contratiempos, y una resignación perfecta en su Santísima Voluntad. Bien sabes, Madre y Señora mía, que desde que el mundo es mundo, no se ha valido ninguna criatura de vuestro soberano e inagotable patrocinio, que no haya salió llanamente consolado y remediado: espero, dolorosísima Señora, el que por vuestro poderoso medio, no se frustre mi esperanza, como el que así mismo me alcancéis de vuestro amantísimo Jesús, mi Salvador y Redentor, me comunique especial gracia, para que yo dirija todas mis obras, palabras y pensamientos a su santo servicio y dignación, y el cumplimiento de las obligaciones de mi estado, con acierto en la erudición, crianza y gobierno de mis hijos, o personas que penden de mi cuidado, para que, unidos y conformes, pasemos el resto de nuestra miserable vida, ejercitándonos en el santo amor y temor de su Divina Majestad y agrado vuestro, y después de ella, merezcamos ser colocados en la Patria Celestial, en donde os gocemos y alabemos eternamente, participando de la visión Beatífica de Dios Padre, de Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo, en quien en unidad y distinción de personas, vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

PÉSAME A LA SOLEDAD

PÉSAME A MARÍA SANTÍSIMA,
CON UNA INVOCACIÓN PARA ALIVIO DE NUESTRAS NECESIDADES

Imprenta de Antonio Vanegas Arroyo. Calle de Santa Teresa, Núm. 1. México, año 1910.

INVOCACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD

¡Oh Madre atribulada! ¡Oh Virgen Dolorosa que al pie de la cruz sufriste cruentos y amarguísimos dolores al contemplar el santísimo cuerpo de tu Hijo pendiente del madero! ¡Fuente inagotable que apagas la sed de todos tus hijos cuando sumisos y arrepentidos, te pedimos seas la intercesora para con tu santísimo Hijo, para que nos perdone! ¡Compadéceme Madre mía, consuélame en mis tribulaciones, guíame en el escabroso sendero de la fe! Conserva purísima Madre, en mi alma encendida la antorcha de la fe para que pueda alcanzar el perdón de todas mis culpas y gozar, cuando muera, de tu divina presencia. Haz que el enemigo se aparte de mí, para que así me aleje del pecado y pueda acercarme a tu divino Hijo.

¡Oh Señora!, por las siete llagas de tu castísimo Hijo, ampárame.

¡Oh Virgen!, por las tres horas de agonía que tuvo en la cruz, protégeme.

Por la soledad en que estuviste, intercede con tu purísimo Hijo para que obtenga yo el perdón de todas mis culpas y el alivio de todas mis necesidades. Amén.

PÉSAME A MARÍA SANTÍSIMA DE LA SOLEDAD, SEÑORA NUESTRA
Afligidísima Madre de Dios y Señora mía, por cuanto padeciste al pie de la Cruz en las tres horas, principalmente en la última agonía, y por vuestro dolor al expirar vuestro divino Hijo Jesús, os suplico que imprimáis sus llagas y vuestro dolor en mi corazón, asistiéndome en mi agonía, y a todos los que agonicen hoy para que con vuestra protección consigamos una buena muerte.
Aquí se ofrecen tres Ave Marías, para alivio de nuestras penas.

DÉCIMA A MARÍA SANTÍSIMA DE LA SOLEDAD
Dios te salve, reina hermosa,
Llena de grande amargura;
Dios te salve, Virgen pura,
Triste, afligida y llorosa.
Por tu Soledad penosa
Y por tu pena excesiva,
Haz que en mí la gracia viva,
Hasta que logre feliz suerte
Y tú asísteme en mi muerte
Como Madre compasiva.

El Illmo. Sr. Obispo de Puebla, concede ciento veinte días de indulgencias por cada letra de la décima, que son veinte y cuatro mil días y otros tantos de la oración, que son cuarenta y ocho mil trescientos setenta días. Suma todo, sesenta y dos mil trescientos sesenta días.

ORACIÓN
Acuérdate, piadosísima Virgen María, que tu dulcísimo Hijo, antes de morir en la Cruz, te recomendó me recibieras por tu hijo. Dígnate, Señora, de ser mi Madre y como Madre de misericordia extiende tu amorosa vista sobre mi alma, ahora y en la hora de mi muerte. Dígnate poner en mí tus ojos, y mírame con aquella compasiva y amorosa vista con que vistea tu dulcísimo Hijo morir en la cruz, para que por tu intercesión logre mi alma el perdón de mis culpas y merezca ir a gozar de Dios por toda la eternidad. Amén.

Querido lector, si quieres tener muchos que pidan por ti en tu última hora, procura circular las presentes devociones.

ORACIÓN COTIDIANA POR LOS AGONIZANTES QUE HAN DE MORIR EN LAS 24 HORAS DEL DÍA
¡Oh misericordiosísimo Jesús, abrasado en ardiente amor de las almas! Por las agonías de vuestro sacratísimo Corazón y por los dolores del de vuestra inmaculada Madre, os suplico que lavéis con vuestra preciosa sangre las manchas y horrores de todos los pecadores que se hallan en agonía y tiene que morir hoy.

Jaculatoria: ¡Oh corazón agonizante de mi amado Redentor!, tened misericordia de los infelices moribundos. Amén.

Corazón purísimo de María, rogad por ellos.

100 días de indulgencias por cada vez que se rece esta oración, e indulgencia plenaria cada mes, rezándose diariamente tres veces en distinta hora. Estas indulgencias son aplicables a las almas del purgatorio. Pío IX, 1850.


Colaboración de Carlos Villaman

SIETE MINUTOS A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD

SIETE MINUTOS
EN COMPAÑÍA DE MARÍA SANTÍSIMA DE LA SOLEDAD
EN HONOR DE LOS AMARGUÍSIMOS DOLORES QUE SUFRIÓ DURANTE LA PASIÓN Y MUERTE DE SU SANTÍSIMO HIJO NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Arreglada por un devoto de María Santísima

Imprenta de Antonio Vanegas Arroyo
Calle de Santa Teresa, núm. 1.

PRIMER MINUTO

A ti, María Santísima de la Soledad, te saludo con las lágrimas en los ojos y con todo el dolor de mi alma, al contemplar lo mucho que sufriste, cuando el profeta Simeón, vaticinó que le quitarían la vida a tu adorado Hijo: por este amarguísimo sufrimiento, hago una verdadera contrición de mis pecados y te suplico implores por mi salvación a su Divina Majestad. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

SEGUNDO MINUTO
Preciosísima Virgen de la Soledad, yo te saludo en honra y gloria de las horribles angustias que sufriste, al saber que se extravió por espacio de tres días tu tiernísimo Hijo. Por este motivo, que verdaderamente me conmueve, te pido en medio de mi doloroso llanto, la remisión de todos mis pecados. Ruégale así a su Divina Majestad. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

TERCER MINUTO
Yo te saludo, María Santísima de la Soledad, y te pido fervorosamente te dignes implorar por la salvación de mi alma, en honor de tus horribles angustias, cuando con gran sorpresa, supiste que tu amantísimo Hijo, se hallaba preso y fuertemente atado. Haz por esto, Señora mía, que mi alma jamás pierda las virtudes de la gracia. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

CUARTO MINUTO
Angustiosa Virgen María de la Soledad, yo te saludo con todo el afecto de mi alma, y te pido, por lo mucho que padeciste al saber que tu amorosísimo Hijo había sido crucificado, me concedáis el don de la gracia, e implores en beneficio mío, para salvación de mi alma, y que el Sagrado Cuerpo de mi Señor Jesucristo, por medio de la Santa Eucaristía, sea mi alimento. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

QUINTO MINUTO
Santísima Virgen de la Soledad, Madre mía, yo te saludo con todo el fervor de mi corazón, y te ruego que por el intenso dolor que sufriste al ver que tu Divino Hijo caminaba al sepulcro, te pido que me auxilies en el trance de mi muerte, para poder morir en gracia del Señor. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

SEXTO MINUTO
Yo te saludo, Santísima Virgen de la Soledad, y arrodillado ante tu divina imagen, te ruego que por la corona de espinas que pusieron sobre su majestuosa frente, a tu amantísimo Hijo, mi pobre entendimiento sea libre de las tentaciones de satanás, para que después de mi muerte, sea perdonado por el Todopoderoso. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

SÉPTIMO MINUTO
Madre Santísima de la Soledad, yo te saludo y al consagrarte estos siete minutos, lo hago en medio de un copioso llanto, tomando en consideración lo mucho que sufriste en el largo periodo de los padecimientos de tu amorosísimo Hijo, que, por redimirnos, sufrió cruentos martirios hasta sucumbir en el Santo Madero de la Cruz. Por todas estas razones, te ruego Madre mía, me conduzcas por el verdadero sendero de la virtud. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

DÉCIMA
Pues eres, Virgen María
La Santa Madre de Dios,
Haz que sigamos en pos
De la gloria y su alegría,
Por su terrible agonía,
Por sus tormentos atroces
Escucha mis tiernas voces
Y en tan triste situación,
Concédeme ya el perdón
De mis pecados atroces.

SIETE AVES MARÍAS A LA VIRGEN DOLOROSA

PIADOSA DEVOCIÓN DE LAS SIETE AVES MARÍAS
DEDICADAS A LA VIRGEN SANTÍSIMA DE LOS DOLORES, PARA SER REZADAS TODOS LOS VIERNES DEL AÑO, ESPECIALMENTE EN VIERNES SANTO

Tipografía Calle de Santa Teresa. Núm. 1. México
Año de 1890

MODO DE REZARSE

Puesto de rodillas con todo recogimiento, frente a una Imagen de los Dolores, se rezarán el siguiente:

ACTO DE CONTRICIÓN
¡Oh afligida y dolorosa Virgen María, Madre de Dios y Madre mía! Me pesa de todo corazón, haber ofendido a tu Hijo Santísimo, y más me pesa que por mis pecados, fuera encarcelado, abofeteado, azotado y enclavado en el Madero Santo de la Cruz. Me pesa también, Señora de los Dolores, que, al pie de la Cruz, hayas sufrido, viéndolo derramar su preciosísima Sangre. Sí Señora, me pesa todo esto y espero no más pecar para alcanzar el perdón de mis pecados. Amén.

AVE MARÍA PRIMERA
ORACIÓN

¡Oh Afligida y Tristísima Virgen Madre de Dios! ¡Que no sufriría tu amantísimo corazón, al ver en la calle de la Amargura a tu Hijo Santísimo, llevando la cruz a cuestas en esos delicados hombros! Roguémoste Señora, que, por los indecibles tormentos y muerte tan afrentosa, que tuvo por salvarnos, alcancemos el perdón de nuestros pecados. Amén.
Ave María.

AVE MARÍA SEGUNDA
ORACIÓN

¡Afligidísima Virgen de Dolores! Parece que te miro frente a tu Santísimo Hijo, contemplándole agonizante en la cruz y con las convulsiones de la muerte, tan solo por salvarnos del pecado y abrirnos las puertas de la gloria. Te rogamos Señora, por esos amargos dolores que sufriste, alcancemos por tu medio el perdón de nuestras culpas. Amén.
Ave María.

AVE MARÍA TERCERA
ORACIÓN

¡Oh afligida y atribulada Virgen María! Que estando tu hijo divinísimo enclavado en la cruz, se dirigió a ti, diciéndote: “¡Madre, ahí tienes a tu Hijo!” “¡Hijo, ahí tienes a tu Madre!” haciéndote con estas divinas palabras la Madre de todos los pecadores. Haz Señora, que como Madre que eres de nosotros, seas siempre nuestra intercesora. Amén.
Ave María.

AVE MARÍA CUARTA
ORACIÓN

¡Afligida y dolorosa Virgen María! Que tanto sufriste las blasfemias de los fariseos y de los escribas con que injuriaban a tu Santísimo Hijo al crucificarlo lleno de cólera, y haciéndolo verter su preciosísima Sangre y con ella, lavarnos de la mancha del pecado. Haz Señora, que nosotros con esa Sangre purísima, nos purifiquemos y alcancemos por tal medio, la gracia de Dios. Amén.
Ave María.

AVE MARÍA QUINTA
ORACIÓN

Tiernísima y Bendita Virgen María, que viste a tu Hijo Sacratísimo entregar su Espíritu a su Eterno Padre, en el madero Santo de la Cruz, para consumar la Redención del género humano, salvándonos de las garras del demonio. Esperamos, divina y sacratísima Virgen, que, por tu intercesión, alcancemos de tu Hijo Santísimo la gloria. Amén.
Ave María.

AVE MARÍA SEXTA
ORACIÓN

Afligida Virgen María, que viste al pie de la Cruz consumada la regeneración y el perdón de todos los pecadores, y viste también desclavar el cuerpo de tu amantísimo Hijo, quitarle la corona de espinas y bajarlo de la Cruz, por aquellos dos justos varones para que lo recibieras en tus divinos brazos. Concédenos Señora, que por todas estas penas que sufriste, te acompañemos, alcanzando la gracia de tu gloria. Amén.
Ave María.

AVE MARÍA SÉPTIMA
ORACIÓN

Atribuladísima Virgen Divina, que con tierna humildad besaste la corona y clavos con que aquella turba de judíos martirizó el cuerpo de tu queridísimo y Santo Hijo, y luego lo estrechaste en tu pecho, mirando todavía recientes aquellas heridas profundas que le hicieron. Haz Señora. Que por esta Sangre purísima que vertió, alcancemos vernos en la mansión de la gloria. Amén.
Ave María.

PETICIÓN
Dios te salve Virgen Pura, Dios te salve, luna hermosa, Dios te salve relicario purísimo de la Beatísima Trinidad- te suplicamos Divina Señora, que por los agudos dolores que tuviste en la Pasión y Muerte de tu Santísimo Hijo, seas siempre nuestra protectora. Líbranos de los males que están sobre nosotros, peste, miseria y temblores. Yo te suplico de todo corazón que me socorras, Virgen Santísima, y que, recogiéndome bajo tu amparo, alcanzaré y recibiré todo lo que te pido. ¡Oh Virgen Santísima de los Dolores! Óyeme, protégeme, no me desampares, te lo suplico por tu Santísimo Hijo Jesucristo, vida nuestra. Amén.

PÉSAME A LA SOLEDAD

PÉSAME A MARÍA SANTÍSIMA,
CON UNA INVOCACIÓN PARA ALIVIO DE NUESTRAS NECESIDADES

Imprenta de Antonio Vanegas Arroyo. Calle de Santa Teresa, Núm. 1. México, año 1910.

INVOCACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD

¡Oh Madre atribulada! ¡Oh Virgen Dolorosa que al pie de la cruz sufriste cruentos y amarguísimos dolores al contemplar el santísimo cuerpo de tu Hijo pendiente del madero! ¡Fuente inagotable que apagas la sed de todos tus hijos cuando sumisos y arrepentidos, te pedimos seas la intercesora para con tu santísimo Hijo, para que nos perdone! ¡Compadéceme Madre mía, consuélame en mis tribulaciones, guíame en el escabroso sendero de la fe! Conserva purísima Madre, en mi alma encendida la antorcha de la fe para que pueda alcanzar el perdón de todas mis culpas y gozar, cuando muera, de tu divina presencia. Haz que el enemigo se aparte de mí, para que así me aleje del pecado y pueda acercarme a tu divino Hijo.

¡Oh Señora!, por las siete llagas de tu castísimo Hijo, ampárame.

¡Oh Virgen!, por las tres horas de agonía que tuvo en la cruz, protégeme.

Por la soledad en que estuviste, intercede con tu purísimo Hijo para que obtenga yo el perdón de todas mis culpas y el alivio de todas mis necesidades. Amén.

PÉSAME A MARÍA SANTÍSIMA DE LA SOLEDAD, SEÑORA NUESTRA
Afligidísima Madre de Dios y Señora mía, por cuanto padeciste al pie de la Cruz en las tres horas, principalmente en la última agonía, y por vuestro dolor al expirar vuestro divino Hijo Jesús, os suplico que imprimáis sus llagas y vuestro dolor en mi corazón, asistiéndome en mi agonía, y a todos los que agonicen hoy para que con vuestra protección consigamos una buena muerte.
Aquí se ofrecen tres Ave Marías, para alivio de nuestras penas.

DÉCIMA A MARÍA SANTÍSIMA DE LA SOLEDAD
Dios te salve, reina hermosa,
Llena de grande amargura;
Dios te salve, Virgen pura,
Triste, afligida y llorosa.
Por tu Soledad penosa
Y por tu pena excesiva,
Haz que en mí la gracia viva,
Hasta que logre feliz suerte
Y tú asísteme en mi muerte
Como Madre compasiva.

El Illmo. Sr. Obispo de Puebla, concede ciento veinte días de indulgencias por cada letra de la décima, que son veinte y cuatro mil días y otros tantos de la oración, que son cuarenta y ocho mil trescientos setenta días. Suma todo, sesenta y dos mil trescientos sesenta días.

ORACIÓN
Acuérdate, piadosísima Virgen María, que tu dulcísimo Hijo, antes de morir en la Cruz, te recomendó me recibieras por tu hijo. Dígnate, Señora, de ser mi Madre y como Madre de misericordia extiende tu amorosa vista sobre mi alma, ahora y en la hora de mi muerte. Dígnate poner en mí tus ojos, y mírame con aquella compasiva y amorosa vista con que vistea tu dulcísimo Hijo morir en la cruz, para que por tu intercesión logre mi alma el perdón de mis culpas y merezca ir a gozar de Dios por toda la eternidad. Amén.

Querido lector, si quieres tener muchos que pidan por ti en tu última hora, procura circular las presentes devociones.

ORACIÓN COTIDIANA POR LOS AGONIZANTES QUE HAN DE MORIR EN LAS 24 HORAS DEL DÍA
¡Oh misericordiosísimo Jesús, abrasado en ardiente amor de las almas! Por las agonías de vuestro sacratísimo Corazón y por los dolores del de vuestra inmaculada Madre, os suplico que lavéis con vuestra preciosa sangre las manchas y horrores de todos los pecadores que se hallan en agonía y tiene que morir hoy.

Jaculatoria: ¡Oh corazón agonizante de mi amado Redentor!, tened misericordia de los infelices moribundos. Amén.

Corazón purísimo de María, rogad por ellos.

100 días de indulgencias por cada vez que se rece esta oración, e indulgencia plenaria cada mes, rezándose diariamente tres veces en distinta hora. Estas indulgencias son aplicables a las almas del purgatorio. Pío IX, 1850.


Colaboración de Carlos Villaman

SIETE MINUTOS A LA VIRGEN DE LA SOLEDAD

SIETE MINUTOS
EN COMPAÑÍA DE MARÍA SANTÍSIMA DE LA SOLEDAD
EN HONOR DE LOS AMARGUÍSIMOS DOLORES QUE SUFRIÓ DURANTE LA PASIÓN Y MUERTE DE SU SANTÍSIMO HIJO NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Arreglada por un devoto de María Santísima

Imprenta de Antonio Vanegas Arroyo
Calle de Santa Teresa, núm. 1.

PRIMER MINUTO

A ti, María Santísima de la Soledad, te saludo con las lágrimas en los ojos y con todo el dolor de mi alma, al contemplar lo mucho que sufriste, cuando el profeta Simeón, vaticinó que le quitarían la vida a tu adorado Hijo: por este amarguísimo sufrimiento, hago una verdadera contrición de mis pecados y te suplico implores por mi salvación a su Divina Majestad. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

SEGUNDO MINUTO
Preciosísima Virgen de la Soledad, yo te saludo en honra y gloria de las horribles angustias que sufriste, al saber que se extravió por espacio de tres días tu tiernísimo Hijo. Por este motivo, que verdaderamente me conmueve, te pido en medio de mi doloroso llanto, la remisión de todos mis pecados. Ruégale así a su Divina Majestad. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

TERCER MINUTO
Yo te saludo, María Santísima de la Soledad, y te pido fervorosamente te dignes implorar por la salvación de mi alma, en honor de tus horribles angustias, cuando con gran sorpresa, supiste que tu amantísimo Hijo, se hallaba preso y fuertemente atado. Haz por esto, Señora mía, que mi alma jamás pierda las virtudes de la gracia. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

CUARTO MINUTO
Angustiosa Virgen María de la Soledad, yo te saludo con todo el afecto de mi alma, y te pido, por lo mucho que padeciste al saber que tu amorosísimo Hijo había sido crucificado, me concedáis el don de la gracia, e implores en beneficio mío, para salvación de mi alma, y que el Sagrado Cuerpo de mi Señor Jesucristo, por medio de la Santa Eucaristía, sea mi alimento. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

QUINTO MINUTO
Santísima Virgen de la Soledad, Madre mía, yo te saludo con todo el fervor de mi corazón, y te ruego que por el intenso dolor que sufriste al ver que tu Divino Hijo caminaba al sepulcro, te pido que me auxilies en el trance de mi muerte, para poder morir en gracia del Señor. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

SEXTO MINUTO
Yo te saludo, Santísima Virgen de la Soledad, y arrodillado ante tu divina imagen, te ruego que por la corona de espinas que pusieron sobre su majestuosa frente, a tu amantísimo Hijo, mi pobre entendimiento sea libre de las tentaciones de satanás, para que después de mi muerte, sea perdonado por el Todopoderoso. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

SÉPTIMO MINUTO
Madre Santísima de la Soledad, yo te saludo y al consagrarte estos siete minutos, lo hago en medio de un copioso llanto, tomando en consideración lo mucho que sufriste en el largo periodo de los padecimientos de tu amorosísimo Hijo, que, por redimirnos, sufrió cruentos martirios hasta sucumbir en el Santo Madero de la Cruz. Por todas estas razones, te ruego Madre mía, me conduzcas por el verdadero sendero de la virtud. Amén.
Padre nuestro y Ave María.

DÉCIMA
Pues eres, Virgen María
La Santa Madre de Dios,
Haz que sigamos en pos
De la gloria y su alegría,
Por su terrible agonía,
Por sus tormentos atroces
Escucha mis tiernas voces
Y en tan triste situación,
Concédeme ya el perdón
De mis pecados atroces.

SIETE AVES MARÍAS A LA VIRGEN DOLOROSA

PIADOSA DEVOCIÓN DE LAS SIETE AVES MARÍAS
DEDICADAS A LA VIRGEN SANTÍSIMA DE LOS DOLORES, PARA SER REZADAS TODOS LOS VIERNES DEL AÑO, ESPECIALMENTE EN VIERNES SANTO

Tipografía Calle de Santa Teresa. Núm. 1. México
Año de 1890

MODO DE REZARSE

Puesto de rodillas con todo recogimiento, frente a una Imagen de los Dolores, se rezarán el siguiente:

ACTO DE CONTRICIÓN
¡Oh afligida y dolorosa Virgen María, Madre de Dios y Madre mía! Me pesa de todo corazón, haber ofendido a tu Hijo Santísimo, y más me pesa que por mis pecados, fuera encarcelado, abofeteado, azotado y enclavado en el Madero Santo de la Cruz. Me pesa también, Señora de los Dolores, que, al pie de la Cruz, hayas sufrido, viéndolo derramar su preciosísima Sangre. Sí Señora, me pesa todo esto y espero no más pecar para alcanzar el perdón de mis pecados. Amén.

AVE MARÍA PRIMERA
ORACIÓN

¡Oh Afligida y Tristísima Virgen Madre de Dios! ¡Que no sufriría tu amantísimo corazón, al ver en la calle de la Amargura a tu Hijo Santísimo, llevando la cruz a cuestas en esos delicados hombros! Roguémoste Señora, que, por los indecibles tormentos y muerte tan afrentosa, que tuvo por salvarnos, alcancemos el perdón de nuestros pecados. Amén.
Ave María.

AVE MARÍA SEGUNDA
ORACIÓN

¡Afligidísima Virgen de Dolores! Parece que te miro frente a tu Santísimo Hijo, contemplándole agonizante en la cruz y con las convulsiones de la muerte, tan solo por salvarnos del pecado y abrirnos las puertas de la gloria. Te rogamos Señora, por esos amargos dolores que sufriste, alcancemos por tu medio el perdón de nuestras culpas. Amén.
Ave María.

AVE MARÍA TERCERA
ORACIÓN

¡Oh afligida y atribulada Virgen María! Que estando tu hijo divinísimo enclavado en la cruz, se dirigió a ti, diciéndote: “¡Madre, ahí tienes a tu Hijo!” “¡Hijo, ahí tienes a tu Madre!” haciéndote con estas divinas palabras la Madre de todos los pecadores. Haz Señora, que como Madre que eres de nosotros, seas siempre nuestra intercesora. Amén.
Ave María.

AVE MARÍA CUARTA
ORACIÓN

¡Afligida y dolorosa Virgen María! Que tanto sufriste las blasfemias de los fariseos y de los escribas con que injuriaban a tu Santísimo Hijo al crucificarlo lleno de cólera, y haciéndolo verter su preciosísima Sangre y con ella, lavarnos de la mancha del pecado. Haz Señora, que nosotros con esa Sangre purísima, nos purifiquemos y alcancemos por tal medio, la gracia de Dios. Amén.
Ave María.

AVE MARÍA QUINTA
ORACIÓN

Tiernísima y Bendita Virgen María, que viste a tu Hijo Sacratísimo entregar su Espíritu a su Eterno Padre, en el madero Santo de la Cruz, para consumar la Redención del género humano, salvándonos de las garras del demonio. Esperamos, divina y sacratísima Virgen, que, por tu intercesión, alcancemos de tu Hijo Santísimo la gloria. Amén.
Ave María.

AVE MARÍA SEXTA
ORACIÓN

Afligida Virgen María, que viste al pie de la Cruz consumada la regeneración y el perdón de todos los pecadores, y viste también desclavar el cuerpo de tu amantísimo Hijo, quitarle la corona de espinas y bajarlo de la Cruz, por aquellos dos justos varones para que lo recibieras en tus divinos brazos. Concédenos Señora, que por todas estas penas que sufriste, te acompañemos, alcanzando la gracia de tu gloria. Amén.
Ave María.

AVE MARÍA SÉPTIMA
ORACIÓN

Atribuladísima Virgen Divina, que con tierna humildad besaste la corona y clavos con que aquella turba de judíos martirizó el cuerpo de tu queridísimo y Santo Hijo, y luego lo estrechaste en tu pecho, mirando todavía recientes aquellas heridas profundas que le hicieron. Haz Señora. Que por esta Sangre purísima que vertió, alcancemos vernos en la mansión de la gloria. Amén.
Ave María.

PETICIÓN
Dios te salve Virgen Pura, Dios te salve, luna hermosa, Dios te salve relicario purísimo de la Beatísima Trinidad- te suplicamos Divina Señora, que por los agudos dolores que tuviste en la Pasión y Muerte de tu Santísimo Hijo, seas siempre nuestra protectora. Líbranos de los males que están sobre nosotros, peste, miseria y temblores. Yo te suplico de todo corazón que me socorras, Virgen Santísima, y que, recogiéndome bajo tu amparo, alcanzaré y recibiré todo lo que te pido. ¡Oh Virgen Santísima de los Dolores! Óyeme, protégeme, no me desampares, te lo suplico por tu Santísimo Hijo Jesucristo, vida nuestra. Amén.
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