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jamacor
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Bach: Mass in B minor, BWV 232 | Jordi Savall. • Bach: Mass in B minor, BWV 232 00:00:42 • Kyrie 00:18:05 • Gloria 00:52:30 • Credo 01:22:57 • Sanctus: 01:37:00 • Agnus Dei __ • Céline Scheen: …Más
Bach: Mass in B minor, BWV 232 | Jordi Savall.

• Bach: Mass in B minor, BWV 232

00:00:42 • Kyrie
00:18:05 • Gloria
00:52:30 • Credo
01:22:57 • Sanctus:
01:37:00 • Agnus Dei
__

• Céline Scheen: soprano
• Yetzabel Arias: soprano
• Pascal Bertin: countertenor
• Makoto Sakurada: tenor
• Stephan Macleod: bass

Le Concert des Nations & La Capella Reial de Catalunya
Conducted by Jordi Savall

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.
Bajo este título teologal extraído del Cántico de Zacarías (Lc. 1, 68-79) presentamos un breve comentario sobre la simbología de algunas imágenes de la Misa en si menor BWV 232 de Johann Sebastian Bach.

Nos hemos acostumbrado (expresión que no favorece en nada a la Cultura, por lo que de rutinario y decadente significa) a la música escamoteada de su contexto y —en la mayor parte de los casos— funcionalidad. Las misas (como género musical) ya no pueden cantarse durante el Sacrificio de la Misa; ya no hay “tiempo”; ya no hay “espacio” y ya no hay “paciencia” por parte de nadie: celebrante, concelebrantes y feligreses, para oír nada de calidad y que valga la pena, al menos musicalmente y sobretodo en nuestro país. Se estima tanto el tiempo, que el tiempo tiene que pasar rápido, deprisa, y si es participando la cosa corre más, puesto que de ese modo uno no se aburre aunque, musicalmente, muchas veces sobreviene lo contrario.

El tiempo que se debiera de dedicar al Señor —a ese “Dios [que] no se muda”, como enseña nuestra santa andariega, doctora y reformadora del Carmelo, Teresa de Jesús— se hace largo y fastidioso si se pasa del tiempo conocido; conjetura que oscila entre los veinte minutos y los cuarenta y cinco, poco más o menos. Al expoliar la Liturgia de las Obras Musicales polifónicas de Autor, con acompañamiento instrumental o “a capella”, han tenido que encontrar —y justificar— su supervivencia y su razón de ser, sin serlo, en salas de concierto, o en las mismas iglesias aunque afuera de la Misa o del Oficio. Eso es fuera de contexto, de espacio y de lugar. Los Ofertorios musicales para órgano de Couperin o de Boëllmann, como paradigmas, hoy no caben en la Misa, como tampoco caben las “Ligaduras para la Elevación” de algunos autores españoles. Los Corales para órgano de Bach, tan bien consentidos, aceptados y conciliados por la confesión católica, no caben de ninguna manera, salvo algunos del “Orgelbüchlein” o las versiones manualiter de la “Tercera parte del “Clavierübung”. Si son las versiones grandes, de esa misma colección, o algunos de la serie Leipzig, solamente podrán tocarse al principio y al final, antes y después de los Cantos de Entrada y de Salida, respectivamente. Que “La necesidad crea el órgano”, como reza la sabiduría popular, deberá ser cierto; pero en lo tocante a la música no sabemos a cual de los órganos se refiere, ni tan siquiera a qué necesidad de Necesidad.

“No cantemos los refranes de los salmos por salir del paso, antes bien, tomémosles como bastones de caminantes; cada estrofa basta para inculcarnos mucha sabiduría… Si eres demasiado pobre para comprar libros, si no tienes tiempo para leer, repite solamente los versículos del salmo que has cantado, no una vez solo, ni dos o tres veces, sino muchas veces, y encontrarás una gran fuerza.” (San Juan Crisóstomo)