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De las Santas Prácticas, por el R.-P. Jean-Joseph Surin

Extracto del CATECISMO ESPIRITUAL DE LA PERFECCIÓN CRISTIANA, TOMO I, Compuesto por RPJJ SURIN, de la Compañía de Jesús:

Prácticas Sagradas

¿Cuáles son estas prácticas y cuántas hay?

Estos son ejercicios interiores de virtud, a los que deben dedicarse quienes aspiran a la más alta perfección. Hay seis principales.

¿Cuál es el primero?

Nunca satisfacer completamente a la naturaleza, y negarle siempre una parte de lo que desea, en el uso ordinario de las cosas, incluso las más necesarias. Los que viven según sus inclinaciones naturales, pero teniendo cierta estima y cierto amor a la virtud, se sienten plenamente satisfechos en todas las ocasiones y creen que hacen mucho, con tal de que se abstengan del mal. Pero los hombres espirituales temen estas clases de satisfacciones completas, porque disminuyen el vigor del espíritu, y mezclan mortificación por todas partes; para que la naturaleza nunca tenga todo lo que pide. No ponen más límites a esta práctica que los de la discreción, que exige preservarse para el servicio de Dios, y que no permite sustraer de lo necesario, hasta el punto de perjudicar la salud y de causar notablemente perder fuerza.

¿Cuál es la segunda práctica?

Es el del desprendimiento del corazón, que los Místicos llaman santa Abstracción . Consiste en utilizar todas las cosas de esta vida, no sólo con moderación, sino también con desprendimiento, y sin poner en ellas el cariño, que hay que reservar enteramente para Dios. Nos aplicamos a lo que hacemos, no porque nos guste hacerlo, sino porque amamos a Dios, por quien hacemos todas las cosas. Aunque estamos ocupados afuera, siempre estamos libres adentro; porque no damos nuestro afecto a los objetos a los que nos aplicamos. Nos prestamos y rechazamos al mismo tiempo las obras exteriores: nos prestamos a ellas porque les dedicamos parte de nuestra atención y porque utilizamos las facultades de nuestro cuerpo y de nuestra alma para tener éxito en nuestras empresas: y También es cierto que nos negamos a hacerlo, porque constantemente separamos nuestro corazón de ellos, y si les tenemos cariño, nunca es excepto por Dios.
Santa Catalina de Génova estaba en esta disposición, al abordar los asuntos de este mundo: haced, les decía, haced con mi exterior lo que queráis, os lo dejo a vosotros; pero no toques el interior; Quiero que sea libre para Dios. Esta práctica se remonta a lo que dice San Ignacio en sus Constituciones, cuando ordena a sus hijos negar su afecto a todas las criaturas, para entregárselo íntegramente al Creador. Y, de hecho, sólo mediante esta continua renuncia a todas las cosas visibles se puede mantener el vigor del espíritu,y conservar las fuerzas del alma para el servicio de Dios.

¿Cuál es la tercera práctica?

Es la de la resignación, por la que continuamente nos ponemos en manos de Dios, y aceptamos las órdenes de su providencia, en todo lo desgraciado o placentero que sucede. Esta práctica es continuación de la anterior: cuando no estamos apegados a nada creado, no estamos lejos de aceptar en todas las cosas lo que allí encontramos de Dios. Dios, me refiero a su santa voluntad y a alegrarnos de verla cumplida. Este santo ejercicio combate directamente la autoestima. Los gustos particulares y las inclinaciones naturales ceden ante el gusto y la estima que se tiene por la voluntad divina. Y todo lo que llamamos amargura, indignación, rencor, toda la repugnancia que suscitan las molestias por parte de las criaturas, pronto es sacrificada al deseo de agradar a Dios. Esta práctica es una de las más útiles e importantes en la vida espiritual; conduce directamente a la paz y a la pureza de corazón y contribuye más que ningún otro al amor divino.

¿Cuál es la cuarta práctica?

No contar con la amistad de las criaturas. Es natural tener amigos en quienes confiar, recurrir a ellos en momentos de aflicción y confiarles las propias penas. El hombre espiritual no tiene amigo en quien descargar su corazón, excepto Jesucristo, que le basta. Di, cuando estés arrepentido: Me consolaré con esta persona que me ama; Encontraré en su humor que vuelve a mí, alivio para mis males; está muy lejos de la perfección. La práctica que asignamos tiende a cortar este tipo de apoyos humanos, a recurrir sólo a la fe y a Nuestro Señor. Pero no nos impide hacernos amigos de personas que somos amados y a quienes amamos sólo en Dios y para Dios: podemos buscar de estas personas el apoyo, el consuelo y el consejo que necesitamos en nuestros dolores y aflicciones; porque dirigirse a tales amigos es dirigirse a Dios mismo, que es motivo y vínculo de la amistad.

¿Cuál es la quinta práctica?

Se refiere al comercio de la vida, y consiste en hacer la voluntad de los demás antes que la propia, procurando amoldarse a sus inclinaciones y costumbres. De este modo se muere a la propia voluntad, que es el mayor obstáculo para la perfección. Una bella modelo de este tipo es S. François. Leemos en la crónica de su Orden que se había vuelto tan gentil y tan complaciente, que fuera del pecado y de la imperfección, se podía obtener de él todo lo que se quisiera. Compartía también una gran libertad de espíritu, que es el fruto ordinario de esta práctica, y que se destacaba en él entre muchos otros dones de Dios.

¿Cuál es la sexta práctica?

Esto se debe a que por mucho que dependa de nosotros, y según lo permita la prudencia, dejamos lo fácil, para tomar lo difícil; y que de dos cosas que se nos presentan, elegimos la más desagradable o la menos conveniente. Esta es la verdadera manera de fortalecerte y lograr grandes avances en poco tiempo. La mayoría de los hombres hacen todo lo contrario; y es por eso que tan pocas personas alcanzan la perfección, que es un bien difícil de adquirir. Pero aquellos que abracen generosamente esta práctica encontrarán que toda la doctrina de Jesucristo está contenida en estas palabras: Si alguno quiere seguir mis pisadas, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame . (Mat. 16, 24) Y pronto comprenderán a través de su experiencia que esta doctrina lleva consigo, por así decirlo, la fuerza y el coraje para practicar lo que enseña.

tomado del excelente blog católico : le-petit-sacristain.blogspot.com