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Entre los que acudieron a adorar al Niño había uno que no tenía nada que ofrecer y se avergonzaba mucho

Todos rivalizaban para entregar sus regalos. María no sabía cómo recibirlos; y mirando al que tenía las manos vacías, le confió a Jesús.¡Tener las manos vacías fue su fortuna!

Jose Ignacio Munilla
@ObispoMunilla
Obispo de San Sebastián