Homilía: “La noche está avanzada, y el día está cerca”

Puesto que el Señor elige su morada en los corazones de los fieles, se dice que Él habita en muchos templos. Al mismo tiempo, las Escrituras identifican a los fieles como “piedras vivas” (1 Pe 2-5) incorporadas al Templo de Dios, la Iglesia. Esta misma Iglesia tiene a Jesucristo como piedra angular (Ef 2 20), quien ha decidido construir su Iglesia sobre Cefas, la “roca” visible (Mt 16 18), cuya fe en Cristo, si bien fue probada, no fallará — tal es así, que Pedro (junto con sus sucesores) quedó a cargo de la confirmación de sus hermanos (Lc 22 32); es decir que cuando la fe de estos flaquee, la fe de aquél será fuente de fortaleza. De igual manera, la Iglesia fue construida sobre los cimientos de los apóstoles (Ef 2 20, Ap 21 14) y por añadidura, de sus sucesores a través de la imposición de las manos. Esta Iglesia permanecerá hasta el fin del mundo. Sin embargo, hemos visto cómo nuestro Señor habla del fin del mundo (es decir, del cosmos) y la destrucción del templo de la Antigua Alianza como si fueran una misma cosa. ¿Qué relación debemos hacer entre el templo de la Nueva Alianza (la Iglesia) y el cosmos? ¿La Iglesia sufrirá la misma destrucción que el templo de la Antigua Alianza?
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