LA CULPA LA TENEMOS LOS CATÓLICOS, NO LOS MASONES, PORQUE ELLOS NO TIENEN EL PODER DE DIOS.

SATANÁS ES INFINITAMENTE INFERIOR A DIOS. SI LOS SATÁNICOS SE APODERARON DEL MUNDO ES PORQUE LOS CATÓLICOS SE ALEJARON DE DIOS.

Antes del catolicismo, la mayoría de los pueblos eran satánicos, caníbales, y sacrificaban niños. Sin embargo, Jesucristo no los condenó al infierno, sino que fundó su Iglesia. Así, muchos pueblos en todas partes del mundo se pudieron librar de Satanás, gracias a los santos católicos.

Cuando los católicos no somos santos, el mal avanza, avanza, y avanza. No importa que se llame masonería, infiltrados o lo que sea.

Ahora los globalistas tienen dinero para comprar el mundo entero ¡pero nuestro Padre es Dueño del universo entero, y de todo lo que existe! ¡Nuestro Padre es todopoderoso, creador de cielo y de la tierra! Son ellos los que nos tienen que tener miedo, no nosotros a ellos, porque nosotros tenemos el poder de Hijos de Dios.

El problema es que los católicos no creemos esto, por lo tanto, no hacemos la voluntad de nuestro Padre. En consecuencia, no somos santos.
Antes de la encarnación de nuestro Señor, estaban excusados, pero ahora que ya se nos presentó el mismísimo Dios Viviente, entregó su Palabra, su Iglesia, su Espíritu y su Cuerpo, no tenemos excusas. Nuestra culpa es mucho mayor frente a tanto avance del mal.
Incluso, muchos se irán al infierno, en gran medida, por culpa de los católicos que no somos santos.

Lee por ejemplo a San Patricio para comprobar la Fuerza poderosa de vivir en la Palabra de Dios.

San Patricio 387-493 evangelización de Irlanda (Erin)

Los últimos estudios arqueológicos sobre los celtas (galos) y, en especial, sobre sus sacerdotes, los druidas, desvelan que estos sacerdotes celtas podrían haber practicado el sacrificio humano ritual e incluso el canibalismo.

Esto era conocido desde época romana, pues distintos autores, como Plinio el Viejo o el propio Julio César relataron en sus escritos algunas de las prácticas salvajes de los druidas.

Algunos recientes hallazgos lo confirma:

- Uno de ellos es el del llamado Hombre de Lindow, un cuerpo momificado que data de hace 2.000 años y que fue descubierto en Inglaterra en la década de 1980. Según los expertos, este cadáver –al parecer perteneciente a un noble– muestra signos de haber sufrido un duro martirio durante un sacrificio ritual, como explica la arqueóloga Miranda Aldhouse-Green, de la Universidad de Cardiff.
- Otro hallazgo, aún más macabro, se produjo en el año 2000 en Alveston, Inglaterra. Allí, en una cueva de la localidad, los arqueólogos han descubierto los cadáveres de 150 personas que, al parecer, fueron sacrificadas en la época de la conquista romana. Para sorpresa de los estudiosos, los restos de Alveston manifestaban signos de haber sufrido canibalismo. En opinión de Aldhouse-Green y otros expertos, estas prácticas rituales seguramente pretendían obtener el favor de los dioses, en busca de una victoria frente a los invasores romanos.

El padre de San Patricio, Calphurnius, pertenecía a una familia romanizada de alto nivel y desempeñaba el cargo de decurio en Galia o Bretaña. Conchessa, su madre, era parienta cercana del gran patrono de Galia, San Martín de Tours.
A sus dieciséis años de edad, Patricio fue secuestrado en cautiverio por merodeadores irlandeses y vendido como esclavo a un cacique llamado Milchu en Dalriada, donde por seis años atendió los rebaños.
Él relata en su "Confessio" que durante su cautiverio mientras cuidaba de los rebaños él rezaba muchas veces durante el día.
Adquirió así un perfecto conocimiento de la lengua Céltica con la cual algún día anunciaría las buenas nuevas de la Redención, y, como su amo Milchu era uno de los grandes sacerdotes druídicos, se familiarizó con todos los detalles del Druidismo.
Advertido por un ángel después de seis años escapó de su cruel amo. Nuevamente en Gran Bretaña Romana, su corazón estaba concentrado en dedicarse al servicio de Dios por medio del sagrado ministerio.

Patricio fue promovido al sacerdocio por el obispo San Germán. Patricio bajo la conducción de San Germán por algunos años estuvo ocupado en tareas misioneras.
Cuando Germán comisionado por la Santa Sede procedió a Bretaña para combatir las enseñanzas erróneas de Pelagius, escogió a Patricio para ser uno de sus compañeros misioneros. San Patricio, por tanto fue privilegiado en ser asociado con el representante de Roma, en los triunfos resultantes sobre herejía y paganismo, y en muchos de los notables eventos de la expedición, tales como el milagroso apaciguamiento de una tormenta en el mar, la visita a la las reliquias en el santuario de San Alban, y la victoria de Alleluya.
Entre todos estos eventos, sin embargo, los pensamientos de Patricio se volcaban hacia Irlanda, y de cuando en cuando era favorecido con visiones de los niños de Focluth, a la orilla del mar occidental, que le imploraban: " Oh santo joven, regresa a Erin, y camina nuevamente entre nosotros".
Entre todos estos eventos, sin embargo, los pensamientos de Patricio se volcaban hacia Irlanda, y de cuando en cuando era favorecido con visiones de los niños de Focluth, a la orilla del mar occidental, que le imploraban: " Oh santo joven, regresa a Erin, y camina nuevamente entre nosotros".

Palladius (q.v.) ya había sido enviado a evangelizar Irlanda, pero aterrorizado por la fiera oposición por parte de un cacique de Wicklow había abandonado la sagrada empresa.
Fue San Germán, obispo de Auxerre quién recomendaría a Patricio ante el Papa Celestino I. El escritor de La Vida de San Germán en el siglo noveno, Heric de Auxerre, atestigua este importante hecho:

"Dado que la gloria del padre brilla en la preparación de los hijos, de los muchos hijos en Cristo que San Germán se sabe que tuvo como discípulos en religión, hagamos mención aquí, brevemente, de uno de los más famosos, Patricio, el Apóstol especial de la nación Irlandesa, como el registro de su trabajo lo muestra. Sujeto al más santificado aprendizaje por 18 años, bebiendo abundante conocimiento del generoso manantial de las Sagradas Escrituras. Germán le envió, acompañado por Segetius, su sacerdote, a Celestino, Papa de Roma, aprobado por su juicio, soportado por su autoridad, y reforzado por su bendición, se encaminó hacia Irlanda."

Fue poco antes de su muerte que Celestino le encomendó esta misión al apóstol de Irlanda y en tal ocasión le confirió muchas reliquias y otros regalos espirituales, y le dió el nombre de "Patertius" o "Patritius", no como un título honorario, pero como una predicción de lo fructífera y meritorio de su apostolado por lo que se convertiría en pater civium (padre de su pueblo).
Patricio a su regreso de la jornada a Roma, en la ciudad de Turín recibió la consagración episcopal de manos de su gran obispo, San Máximo, y a partir de entonces se apresuró hacia Auxerre para realizar bajo la dirección de San Germán las preparaciones para la misión irlandesa.

Es probable que durante los meses de verano del año 433, que Patricio y sus acompañantes desembarcaran en la boca del río Vantry cercano a la cabeza de Wiclow. Los “sacerdotes” Druidas se levantaron en contra suya como un solo hombre. Pero Patricio no se desanimó.
El intrépido misionero resolvió explorar un territorio más amistoso por donde iniciar su misión. Antes que nada, sin embargo, procedería hacia Dalriada, donde estuvo esclavizado, para liquidar el precio de su rescate a su antiguo amo, y a cambio de la servidumbre y crueldad recibida a sus manos impartirle las bendiciones y liberación de los hijos de Dios.

Descansó por algunos días en las islas frente a las costas de Skerries, una de las cuales retiene el nombre de Inis-Patrick, y probablemente visitó las tierras adyacentes, las cuales eran conocidas como Holm Patrick. La tradición señala cariñosamente las marcas de los pies de San Patricio en la dura roca de la costa principal, a la entrada de la bahía Skerrie.
Continuando su rumbo hacia el norte descansó en la boca del río Boyne. Donde una cantidad de nativos se había reunido a su derredor escuchando con alegría en su propia dulce lengua las buenas nuevas de la Redención. Ahí también realizaría su primer milagro en tierra Irlandesa para ratificar los honores debidos a la Virgen Santísima, y el Divino nacimiento de nuestro Salvador. Dejando a uno de sus compañeros para continuar con la labor de instrucción tan venturosamente iniciada, se apresuró hacia Stangford Loughland donde bajando de su bote continuó su jornada por tierra hacia Slemish.

No había avanzado buen trecho cuando un cacique, llamado Dichu, apareció en la escena para evitar la continuación de su avance. Blandió su espada para derribar al santo, pero su brazo quedó rígido como estatua y así permaneció hasta que se sometió a Patricio.
Avasallado por los milagros y mansedumbre del santo, Dichu pidió ser instruido y preparó una generosa donación en forma de un gran sabhall (granero), en el cual los sagrados misterios se ofrecerían. Este fue el primer santuario dedicado por San Patricio en Erin (Irlanda). En años posteriores sería uno de los selectos sitios de retiro del santo. Un monasterio e iglesia serían construidos ahí, y el consagrado sitio retiene el nombre Sabhall (pronunciado Saul) hasta la fecha.
Continuando su camino hacia Slemish, el santo fue sobrecogido de horror al ver en la distancia el fuerte de su antiguo amo Milchu envuelto en llamas. La fama del maravilloso poder de milagros de Patricio le precedía. Milchu, en un arrebato de frenesí, juntó todos sus tesoros en su mansión y le prendió fuego, lanzándose él mismo a las llamas. Un antiguo relato agrega: "Su orgullo no pudo soportar la idea de ser vencido por su antiguo esclavo".

De retorno a Saul, San Patricio se enteró por Dichu que los caciques de Erin habían sido convocados para una celebración especial en Tara por Leoghaire, quien era el Ard-Righ, es decir, el Supremo Monarca de Irlanda.
Esta era una oportunidad que Patricio no podía dejar de lado; él se presentaría ante la asamblea, para infligir un decisivo golpe contra el Druidismo que mantenía cautiva a la nación, y para obtener la liberación por medio de las buenas nuevas de la Redención de la cual era el heraldo.

Mientras se trasladaba descansó por algunos días en casa de un cacique llamado Secsen, quien con todos sus súbditos jubilosos abrazaron la Fe.
El joven Benen, o Benigno, hijo del cacique, estaba especialmente cautivado por las doctrinas del Evangelio y la mansedumbre de Patricio. Mientras el santo descansaba él recogía flores olorosas y las derramaba sobre su pecho, y cuando Patricio se preparaba para continuar su camino hacia Tara, Benigno se aferró a sus pies declarando que nada lo separaría de él. "Permítanle hacer su voluntad", dijo San Patricio al cacique, "él será heredero de mi sagrada misión".
Desde entonces Benigno fue el inseparable compañero del santo, y la profecía se cumplió, ya que Benigno fue nominado entre los "comhards" o sucesores de San Patricio en Armagh.

Era el 26 de marzo, Domingo de Pascua, en 433, que la memorable asamblea se reunió en Tara, y el decreto de extinguir los fuegos el día anterior por todo el reino se cumplió, hasta que la señal de encender se prendiera en la mansión real. Los jefes y Brehons arribaron en gran cantidad y los druidas también se reunieron para desafiar en fuerza al heraldo de las buenas nuevas y aferrar su superstición sobre la raza céltica, ya que sus oráculos demoníacos les habían anunciado que el mensajero de Cristo había arribado a Erin (Irlanda).

San Patricio se presentó en la colina de Slane, en el extremo opuesto del valle de Tara, en la víspera de Pascua, en ese año la fiesta de la Anunciación, y en la cima de la colina encendió el fuego Pascual.
Los druidas levantaron la voz al unísono. "O Rey, vive por siempre, este fuego que ha sido encendido en desafío al real edicto, arderá por siempre en esta tierra a menos que sea extinguido esta misma noche."
Por orden del rey y encargo de los druidas, repetidos intentos de extinguir el sagrado fuego y de castigar con muerte al intruso que había desobedecido el real decreto, se realizaron.

Pero el fuego prevaleció y Patricio escudado por el Divino poder resultó ileso de sus trampas y asaltos. En Domingo de Pascua la banda de misioneros con el joven Benigno a la cabeza acarreando en alto un ejemplar de los Evangelios, y seguido por San Patricio quien con mitra y báculo y portando atuendo episcopal completo, avanzó en orden procesional hacia Tara.
Druidas y hechiceros reunieron toda su fuerza y emplearon todos sus encantamientos para mantener su influencia sobre los irlandeses, pero la oración y fe de Patricio alcanzó un glorioso triunfo. Los druidas con sus encantamientos cubrieron la colina y la vecina llanura con una nube peor que las tinieblas egipcias. Patricio les desafió a remover la nube, y cuando todos sus esfuerzos en contra se gastaron en vano, como respuesta a sus oraciones el sol envió sus rayos y la más brillante luminosidad encendió la escena.
Nuevamente por medio de poderes demoníacos el Arqui-Druida Lochru, como Simon Magus de la antigüedad, se elevó en el aire, pero cuando Patricio se arrodilló en oración el druida desde su altura cayó despedazado sobre una roca. Así fue el último golpe infligido al paganismo en la presencia de toda la asamblea de caciques. Fue, de hecho, un trascendental día para la raza irlandesa.

Dos veces Patricio abogó por la Fe frente a Leoghaire. El monarca había girado órdenes para que no se rindieran signos de respeto a los extranjeros, pero durante la primera reunión el joven Erc, un paje real, se incorporó para mostrarle reverencia; y en la segunda, cuando todos los caciques estaban reunidos, el bardo en jefe Dubhtach mostró los mismos honores al santo. Estos heroicos hombres se volvieron fervientes discípulos de la Fe y brillantes ornamentos de la Iglesia Irlandesa.

Se dice que durante esta segunda solemne ocasión San Patricio arrancó un trébol del pasto, para explicar usando su hoja triple y único pecíolo, en forma algo simple a los ahí reunidos, la gran doctrina de la Divina Trinidad. En ese luminoso Domingo de Pascua, el triunfo de la religión en Tara fue completo. El Ard-Righ otorgó permiso a Patricio de predicar la Fe a lo largo y ancho de Erin, y la profecía druídica como las del Balaam de la antigüedad se cumplirían: el sagrado fuego una vez encendido por el santo, jamás sería extinguido.
La hermosa oración de San Patricio, popularmente conocida como "La Coraza de San Patricio", fue supuestamente compuesta por él en preparación de esta victoria sobre el paganismo.

San Patricio permaneció durante la semana Santa en Slane y Tara, mostrando a los que le rodeaban las lecciones de la Divinidad. Mientras los juegos nacionales se celebraban a unas cuantas millas en Tailten (ahora Telltown) conectados con la fiesta real.
San Patricio procedió solemnemente a administrar el bautismo a Conall, hermano del Ard-Reigh Leoghaire, el miércoles 5 de abril. Benigno y otros ya habían sido reunidos bajo el manto de Cristo privadamente, pero esta sería la primera administración pública del Bautismo, reconocido por real edicto, y desde entonces en los antiguos calendarios irlandeses al día 5 de abril se le conoce como “Comienzo del Bautismo de Erin”. Este primer cacique real cristiano le hizo un regalo a Patricio dotándolo de un sitio para una iglesia que hasta el presente retiene el nombre de Donagh-Patrick. Las bendiciones del cielo llegaron a la familia de Conall. San Columba es reconocido entre sus descendientes, y muchos de los reyes de Irlanda hasta el siglo once provenían de su linaje.
San Patricio dejó que algunos de sus compañeros continuaran la labor de evangelización en Meath, tan auspiciosamente iniciada. Él visitaría otros territorios.

Algunos de los caciques que llegaron a Tara eran de Focluth, en las inmediaciones de Killala, en Connaught. Y como fueron los hijos de Focluth los que en una visión le habían llamado para que regresara a Irlanda, resolvió acompañar a esos jefes en su regreso, para que así el distrito de Focluth estuviera entre los primeros en recibir las buenas nuevas de la Redención.
San Patricio tuvo completa libertad para predicar la Fe a través de Erin, otorgada por el monarca Leoghaire. Sin embargo, fue obligado a pagar el precio de quince esclavos para procurarse un salvoconducto a través de los territorios en camino de Connaught. Lo que nos brinda prueba convincente de las dificultades que San Patricio tuvo que superar.

A su paso por Granard se enteró de que en Magh-Slacht, no lejos de allí, un vasto número de personas ofrecía adoración al ídolo principal Crom-Cruach. Era un inmenso pilar de roca, cubierto de láminas de oro y plata, con un círculo de doce ídolos menores a su alrededor. Procedió en esa dirección, y con su báculo golpeó al ídolo que se derrumbó en polvo, los demás cayeron al suelo.
En Killala encontró a todos los pobladores del territorio reunidos. Al escuchar su prédica, el rey y sus hijos, junto con 12,000 pobladores, se convirtieron dócilmente a la Fe.

Pasó siete años visitando cada distrito de Connaught, organizando parroquias, formando diócesis, e instruyendo al pueblo y sus caciques.
En ocasión de su primer visita a Rathcorgar, la sede real de los reyes de Connaught, situado cerca de Tulsk, en el Condado de Roscommon, un notable incidente ocurrió, registrado en muchos de las auténticas narrativas de la vida del santo.

Cerca del claro manantial de Clebach, no lejos de la sede real, Patricio y sus venerables compañeros habían colocado sus tiendas y temprano de madrugada se encontraban cantando alabanzas al Santísimo, cuando dos de las hijas del monarca - Ethne, la hermosa, y Fedelm, la roja- se acercaron, como era su costumbre, a bañarse.

Sorprendidas por la visión que se les presentaba a ellas, las reales doncellas preguntaron: "¿Quiénes sois, de dónde provenís? ¿Son acaso fantasmas, o duendes, o mortales amistosos?" San Patricio le dijo entonces: "Será mejor que vosotras adoréis y veneréis un Dios verdadero, el cual les anunciamos, más que satisfacer su curiosidad con tan vanas preguntas."

Entonces Ethne le asedió con las preguntas:
"¿Quién es Dios?" "¿En dónde está Dios?" "¿En dónde se encuentra su morada?" "¿Tiene Dios hijos e hijas? "¿Es Dios rico en oro y plata?" "¿Es eterno? ¿Es hermoso?" "¿Son sus hijas queridas y hermosas a los hombres de este mundo?" "¿Está Dios en los cielos o en la tierra?" "¿En el mar, en los ríos, en las montañas, en los valles?" "Haz que le conozcamos. ¿Cómo puede ser visto?" "¿Cómo debe ser amado? ¿Cómo se le puede encontrar?" "¿Es durante la juventud o la vejez que puede ser encontrado?"

San Patricio, lleno del Espíritu Santo, les contestó:
"Dios, a quien les anunciamos, es el Amo de todas las cosas." "El Dios del cielo y de la tierra, del mar y de los ríos." "El Dios del sol, y de la luna, y de todas las estrellas." "El Dios de las altas montañas y de los bajos valles." "El Dios por encima del cielo, en el cielo, y bajo el cielo." "Su morada está en el cielo y en la tierra, y el mar, y todo lo demás." "Él le da aliento a todo." "Él le da vida a todo." "Él está por encima de todo." "Él es el sostén de todo." "Él le da luz al sol." "Él imparte esplendor a la luna." "Él ha hecho manantiales en la seca tierra, e islas en el océano." "Él ha ordenado a las estrellas servir a las grandes luminarias." "Su Hijo es coeterno e igual a Él." "Su Hijo no es más joven que el Padre." "Y el Padre no es más viejo que el Hijo." "Y el Espíritu Santo procede de ellos." "El Padre y el Hijo y el Espíritu Santo son indivisibles." "Pero deseo por la Fe uniros al Rey Celestial, ya que sois hijas de un rey terrenal."

Las doncellas, como unidas con una voz y un corazón, contestaron: "Enseñadnos atentamente como creer en el Rey Celestial, mostradnos como podemos contemplarlo cara a cara, y nosotras haremos lo que nos ordenes".
Y cuando él las instruyó les preguntó: "Creéis vosotras que por el bautismo se liberan del pecado heredado de los primeros padres".
Le contestaron: "Sí creemos." "¿Creéis vosotras en la penitencia después de pecar?" "Sí creemos." "Creéis vosotras en la vida después de la muerte? ¿Creéis en la resurrección en el Día del Juicio?" "Creéis en la unidad de la Iglesia?" "Sí creemos".

Entonces fueron bautizadas, y vestidas en prendas blancas. Pidiéndole poder ver el rostro de Cristo. El santo le dijo: "Vosotras no podréis contemplar el rostro de Cristo a menos que prueben la muerte, y a menos que reciban el Sacrificio." Ellas le contestaron: "Dadnos el Sacrificio, de tal suerte que seamos capaces de contemplar a nuestro Esposo". Y el antiguo relato agrega: "cuando recibieron la Eucaristía de Dios, durmieron el sueño de la muerte, y fueron colocadas en reposo, portando sus vestimentas bautismales."

En el 440 San Patricio se embarcó en la tarea especial de la conversión de Ulster. En el siguiente año, los antiguos anales relatan una maravillosa expansión de la Fe a través de la provincia.

En 444 un sitio para una iglesia en Armagh fue donado por Daire, el cacique del distrito. Estaba en un valle al pie de una colina, pero el santo no estaba satisfecho. Él tenía especiales designios en su corazón para ese distrito, y generosamente el cacique le dio a escoger en su territorio cualesquier sitios que él considerara adecuado para sus propósitos religiosos. San Patricio escogió esa hermosa colina en la cual la vieja catedral de Armagh se levanta. Mientras demarcaba la iglesia con sus compañeros, se encontraron con una cierva y su cervato, que los compañeros de Patricio querían matar para alimentarse; pero San Patricio no se los permitió, y, tomando al cervatillo sobre sus hombros, seguido por la madre, procedió a una colina vecina, dejando al cervatillo, anunciando que en ese sitio, en el futuro, grande gloria sería dada al Altísimo. Siendo precisamente esa colina que Patricio fijó que, hace pocos años, se dedicó solemnemente la nueva y hermosa catedral Católica de Armagh. Un representante de la Santa Sede presidió la ocasión, cientos de sacerdotes y obispos se reunieron en ese sitio; y, de hecho, la verdad sea dicha, la totalidad de los irlandeses ofrecieron en esa ocasión esa gloriosa catedral al Altísimo como tributo de su fe unida y su devoción, y su irreducible amor a Dios.

De Ulster San Patricio probablemente procedió hacia Meta para consolidar la organización de las comunidades en ese sitio, y de ahí continuó su camino a través de Leinster.
Dos de los más distinguidos compañeros del santo, San Auxilius y San Iserninus, tuvieron el rico valle de Liffey asignado a ellos. El nombre del primero todavía se conserva en la iglesia que fundó en Kilossy, mientras que el segundo es honrado como el primer Obispo de Kilcullen.
Como era su costumbre, el primer objetivo de San Patricio era reunir a los caciques dirigentes bajo el manto de la fe. En Naas, la sede real en aquellos días, bautizó a dos hijos del Rey de Leinster. Memoriales del santo aún abundan en el distrito-las ruinas de la antigua iglesia que fundó, su pozo santificado, y los sitios consagrados en los cuales el poder de Dios se mostró en forma de milagros. En Sletty, en las inmediaciones de Carlow, San Fiacc, hijo del cacique Brehon, Dubthach, fue instalado como obispo, y por un considerable período de tiempo esa sede continuó como el centro principal de la religión para todo Leinster.

San Patricio procedió a través de Gowran hacia Ossory; y la enriqueció con abundancia de preciosas reliquias que había traído desde Roma.
Fue en Leinster, en los límites de los actuales condados de Kildare y Queen’s, que O Dhran, el carrocero de San Patricio, se ganó la corona del martirio. El cacique del distrito honraba al ídolo demoníaco, Crom-Cruach, con especial devoción, y, al escuchar que el ídolo había sido derribado, juró vengar el insulto con la muerte de nuestro apóstol. Al pasar por el territorio, O Dhran se enteró de la conspiración organizada para asesinar a San Patricio, y al momento de acomodarse en la carroza para continuar su jornada, le pidió al santo tomar el lugar de honor y descansar. Esto se le concedió, y justo iniciaban su camino cuando un bien apuntado golpe de lanza atravesaba el corazón del devoto conductor, quien al cambiar de sitio, salvó la vida de San Patricio, y se ganó a sí mismo la corona del martirio.

San Patricio acto seguido procedió a Munster. Como de costumbre, sus esfuerzos fueron dirigidos a combatir los errores en los centros principales de autoridad, a sabiendas de que, en el sendero de la conversión, los reyes y caciques pronto serían seguidos por sus súbditos. En “Cashel of the Kings” fue recibido con gran entusiasmo, los jefes y Brehons y el pueblo le dieron la bienvenida con muestras de júbilo. Mientras realizaba el bautismo del príncipe real Aengus, hijo del Rey de Munster, el santo, al apoyar su báculo, perforó con su aguda punta el pie del príncipe. Aengus resistió estoico el dolor. Cuando San Patricio al final de la ceremonia, observó la hemorragia, y le preguntó por qué se había mantenido en silencio, le replicó con genuino heroísmo, que había pensado que eso era parte de la ceremonia, una penalidad a cambio de las dichosas bendiciones de la Fe que era impartida. El santo admiró su heroísmo, y, tomando el escudo del cacique, le inscribió en el mismo una cruz con la misma punta del báculo, y prometió que aquel escudo sería la señal de incontables triunfos temporales y espirituales.

Nuestro apóstol pasó considerable tiempo en el actual condado de Limerick. La fama de sus milagros y santidad le precedieron, y los habitantes de Thomond y el norte de Munster, cruzaban el río Shannon en sus frágiles barquichuelos de cuero, de prisa para recibir su instrucción. Cuando les otorgaba su bendición en la cima del la colina de Finnime, y contemplaba las ricas llanuras frente a él, se dice que profetizó la llegada de San Senanus: “A la verde isla en el Oeste, a la boca del mar (ejem., Inis-Cathaigh, ahora Scattery Island, en la boca del Shannon, cerca de Kilrush), la lámpara del pueblo de Dios llegará; él será la cabeza del consejo de todo este territorio.”

En Sangril (ahora Singland), en Limmerick, y también en el distrito de Genvowen, los pozos santificados del santo son señalados, y la loza de roca, que le sirviera de cama, y el altar en que cada día ofreció el Santo Sacrificio.
En las riveras del Suit, y el Blackwater, y el Lee, donde fuera que el santo predicara durante los siete años que pasó en Munster, una acogedora bienvenida le esperaba. El antiguo libro de su Vida lo atestigua: “Después que Patricio fundara conventos e iglesias, y ordenara gentes de todos grados, y sanara enfermos, y resucitara muertos, se despidió de ellos, y les impartió su bendición a todos ellos.” Las palabras de su bendición, que se dice fue impartida en las colinas de Tipperary, como es registrada en la Vida del santo, a la cual nos acabamos de referir, es particularmente hermosa:
Una bendición a la gente de Munster- Hombres, jóvenes, y mujeres; Una bendición a la tierra Que les rinde frutos.
Una bendición en cada tesoro Que sea producido en sus llanuras, Que no se encuentre nadie en necesidad, La bendición de Dios sea con Munster.
Una bendición en sus cumbres, En sus expuestas rocas, Una bendición en sus vegas, Una bendición en sus crestas.
Como la arena del mar bajo las naves, Sea cantidad en sus corazones; En laderas, en los llanos, En montañas, en colinas, una bendición.
San Patricio continuo hasta su muerte el visitar y vigilar las iglesias que había fundado en todas las provincias de Irlanda. Confortó a los fieles en sus dificultades, los fortaleció en la Fe y en la práctica de la virtud, y designó pastores para continuar su labor entre ellos.

Se registra en su Vida que consagró a no menos de 350 obispos.
Asignó a San Loman en Trim, que rivalizó al mismo Armagh en abundantes cosechas de devoción.
San Guasch, hijo del su antiguo amo, Milchu, se convirtió en Obispo de Granard, mientras que las dos hijas del mismo cacique pagano fundaron ahí cerca, en Clonbroney, un convento de piadosas vírgenes, recibiendo meritoriamente la aureola de santidad.
San Mel, sobrino de nuestro apóstol, tuvo el cargo de Ardagh.
San MacCarthem, que al parecer fue particularmente querido por San Patricio, fue nombrado Obispo de Clogher. La narrativa en la antigua Vida del santo en referencia a su visita al distrito de Costell, en el Condado de Mayo, sirve para ilustrar la forma de tratar con los caciques. El encontró, así relata, a Ernasc, y su hijo, Loarn, sentados bajo un árbol, “con quienes permaneció, en compañía de sus doce acompañantes, por espacio de una semana, recibiendo de él la doctrina de la salvación con atentos oídos y mente. Mientras que instruía a Loarn en los rudimentos de sabiduría y piedad. “Una iglesia fue erigida en el lugar, y , después de muchos años, Loarn fue designado a su cargo.
Las múltiples virtudes en que los primeros santos eran distinguidos, brillaron en toda su perfección en la vida de San Patricio. Cuando no estaba involucrado en la labor del sagrado ministerio, todo su tiempo lo pasaba en oración. Muchas veces durante el día se armaba con el signo de la Cruz. El nunca relajaba sus ejercicios penitenciales. Arropado solo de su cilicio, hacía de la dura roca su lecho. Su desinterés en lo material es especialmente conmemorado. Incontables conversos de alto rango ponían sus preciosos ornamentos a sus pies, pero todos les eran restaurados. El no había venido a Erin en busca de riqueza material, pero en cambio vino a enriquecerla en los invaluables tesoros de la Fe Católica. De tiempo en tiempo se retiraba de los deberes espirituales del apostolado para dedicarse enteramente a la penitencia y oración. Uno de sus selectos retiros fue la isla de Lough Derg, la cual, hasta nuestros días, continúa siendo un retiro favorito de los peregrinos, y es conocido con el Purgatorio de San Patricio.

Otra manifestación de su milagroso poder, devoción y austeridades penitenciales en el oeste de Irlanda amerita especial atención.
En el punto más occidental de Connaught hay una cordillera de altas montañas, las cuales, desplegadas en su abrupta majestad, lanzan su reto al oleaje y tormentas del Atlántico. A la cabeza de esta cordillera se levanta majestuoso en solitaria grandeza un cono, de aproximadamente 1,300 metros de altura, a la vista de Crew Bay, y proyectando su sombra sobre los distritos adyacentes de Aghagower y Westport. Esta montaña era conocida en tiempos paganos como Montaña del Águila, pero desde que Irlanda fuese iluminada por la luz de la Fe se le conoce como Croagh Patrick, es decir, Montaña de San Patricio, siendo honrada como la Santa Colina, el Monte Sinaí, de Irlanda.
San Patricio en obediencia a su ángel guardián, hizo de esta montaña su consagrado sitio de retiro. En imitación del gran legislador Judío del Sinaí, pasó cuarenta días en su cima en ayuno y oración, y en otros ejercicios penitenciales. Su único abrigo de la furia de los elementos, el viento y la lluvia, el granizo y la nieve, era una cueva, o más bien, una cavidad, en la roca sólida; y la loza en donde descansaba sus agotados miembros en la noche, está señalada todavía.

El objetivo de sus oraciones y penitencias era obtener una bendición especial y misericordia para la estirpe Irlandesa, la cual evangelizó.
Los demonios que hicieron de Irlanda su campo de batalla conjugaron todas sus fuerzas para tentar al santo y distraerlo en su soledad, y desviarlo, de ser posible, de su santo propósito.
Se reunieron alrededor de la colina en la forma de vastas parvadas de horrendas aves de presa. Tan densos eran sus números que parecían cubrir la totalidad de la montaña, como una nube, llenando de tal forma el aire, que Patricio no podía ver el cielo, ni la tierra, ni el océano.
San Patricio invocó a Dios para dispersar a los demonios, pero por un tiempo parecía que sus peticiones y lágrimas fuesen en vano. A lo largo resonaba su campana de dulce tañido, símbolo de sus prédicas de las Divinas enseñanzas. Su sonido fue escuchado por todos los valles y colinas de Erin, por toda ella trayendo paz y júbilo. Las parvadas de demonios empezaron a dispersarse, desplegando su campana entre ellos; tomaron el vuelo precipitadamente, arrojándose al océano.

Tan completa fue su victoria sobre ellos que, como la antigua narrativa agrega, “por siete años nada maligno fue encontrado en Irlanda”.
El santo, sin embargo, todavía, no descendería de la montaña. Había vencido a los demonios, pero ahora se mediría con Dios mismo, como un Jacob de antaño, para asegurar los intereses espirituales de su pueblo.
El ángel le anunció que, en recompensa a su fidelidad en la oración y penitencia, que serían tantos en el cielo como su visión alcanzara a cubrir en tierra y mar.
Pero más aún, sin embargo, eran las aspiraciones del santo, y decidió perseverar en ayuno y oración hasta que la totalidad de su petición fuese otorgada. Nuevamente el ángel acudió a confortarle, anunciando nuevas concesiones; pero todas estas no eran suficientes. Él no abandonaría su puesto en la montaña, o relajaría su penitencia, hasta que la totalidad fuese otorgada. Al final de lo cual el mensaje vino a contestarle que sus oraciones habían sido escuchadas:
Muchas almas se salvarían del sufrimiento del purgatorio a través de su intercesión; quien fuera en el espíritu de penitencia recitara su himno antes de morir alcanzaría la celestial recompensa; las hordas de la barbarie jamás tendrán dominio sobre su Iglesia; siete años antes del Día del Juicio, el mar cubriría Irlanda para salvar a su gente de las tentaciones y terrores del Anticristo; y la más grande bendición, el mismo Patricio será designado juez de toda la raza irlandesa en el día final.
Tales fueron los extraordinarios favores que San Patricio, por medio de su lucha con el Altísimo, sus incesantes oraciones, su inconquistable amor por las cosas celestiales, y sus incesantes obras de penitencia, obtuvo para el pueblo que él evangelizó.

A veces se ha llegado a suponer que el apostolado de San Patricio en Irlanda consistió en una sucesión de pacíficos triunfos, y sin embargo fue todo lo contrario. Ninguna tormenta de persecución fue, de hecho, realizada contra la infante Iglesia, pero el santo por sí mismo estuvo sometido a frecuentes pruebas a las manos de los druidas y otros enemigos de la Fe. Él nos narra en su “Confessio” que en no menos de doce ocasiones él y sus acompañantes fueron capturados y tomados de rehenes, y en una particular ocasión cargado de cadenas, su muerte fue decretada. Pero de todas estas pruebas y sufrimientos fue liberado por la benigna Providencia.

Es por referencia de las múltiples dificultades que soportó por la Fe que, en antiguos Martirologios, se le honra como mártir. San Patricio, una vez completado su triunfo sobre el Paganismo, y reunido Irlanda bajo el manto de Cristo, se preparó para recibir su recompensa. Santa Brígida le acompañó con sus escogidas vírgenes, trayendo el sudario en que sería sepultado.
En Saul (Sabhall), San Patricio recibió su recompensa el 17 de Marzo de 493. San Tassach le administró el último sacramento. Sus restos fueron envueltos en el sudario tejido por las mismas manos de Santa Brígida. Los obispos y clérigos y la gente de fe de todas partes se aglomeraron alrededor de sus restos para rendirle honores al Padre de su Fe. Algunas de las antiguas crónicas registran que por varios días la luz del cielo brillaba alrededor de su lecho de descanso. Sus restos fueron sepultados en el fuerte del cacique a dos millas de Saul, donde en otros tiempos se levantó la catedral de Down.

Fuentes:
San Patricio - Enciclopedia Católica
CATHOLIC ENCYCLOPEDIA: St. Patrick
Los sacrificios Druidicos

kaoshispano1
AL INFIERNO se fueron raudos si rechazaron a Cristo, déjese de alucinismos salvatorios.
Irutzun
Fishermen
EPIDEMIA DE INFLAMACIONES Y HEPATITIS EN LOS NIÑOS EN REINO UNIDO Increase in hepatitis (liver inflammation) cases in children under investigation
Mi FE está frustrada
para contrarestarlo ...parece que se crea ....HERMANDAD ESPAÑOLA y su foro: Hermandad Española Foro
María del Carmen Quiros compartió esto
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Fe Esperanza y Caridad
Gracias por recordarnos, esto es justo y necesario tenerlo presente.