Sofia M
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Siete papas, balance de una época

El afamado teólogo Hans Küng analiza en su nuevo libro, Siete Papas, el balance de una época de la iglesia católica a partir de su experiencia personal con los siete pontífices que ha conocido: desde Pio XII a Francisco. Considera que con el último papa no está en juego solo el futuro de un pontificado en particular, sino también el futuro del papado en general. Por Juan A. Martínez de la Fe.

Hans Küng ha aparecido de nuevo en las librerías con una nueva aportación: Siete Papas. Experiencia personal y balance de la época. (Trotta, Madrid, 2017). Con ella, pretende escribir desde la experiencia personal con los siete pontífices que ha conocido, tanto como testigo de la época como conocedor privilegiado de lo católico.

No se trata de una historia crítica, de la que necesariamente habría de esperarse una neutralidad y exhaustividad, no. Se trata de contar una serie de experiencias muy individuales, sometidas, por tanto, a la subjetividad. Unas experiencias no vividas de manera voluntaria, sino como consecuencia de los saberes teológicos del autor.

Una cosa sí deja clara: su visión ha estado siempre orientada a la proximidad del Evangelio de Jesús y, desde esa óptica, emite sus opiniones. “Se trata en conjunto de la contribución crítica de un comprometido testigo de la época que se esfuerza a buen seguro por ser justo, pero que, precisamente por eso, no podía ni puede por menos de dirigir su mirada también a los lados oscuros o grises, a menudo desatendidos o deliberadamente ignorados, de la historia de los papas y prestar su voz a las víctimas de la política y la doctrina papales”. De todos son conocidas las negativas consecuencias que sobre su vida ha tenido el sostener esta postura.

No se trata de una obra nueva, aunque sí novedosa. No es nueva porque sus páginas recogen lo que, de manera esparcida, nos ha contado Küng en los amplios volúmenes de sus memorias; pero sí es novedosa porque presenta de manera articulada y estructurada lo que en aquellos aparece de manera dispersa.

El libro presenta una disposición reiterada en cada uno de los personajes: se abre con una foto del papa analizado, junto a una pequeña biografía con los datos más relevantes, no más allá de cinco o seis, para continuar con el desarrollo del comentario.

Evidentemente, el centro de sus páginas no son los papas, sino el propio autor; desde su plataforma personal, va desgranando tanto su visión general del papado como las relaciones que con cada uno de los protagonistas mantuvo.

Características de un papa

En varias ocasiones a lo largo del libro, Küng expone los puntos que él, junto a otros teólogos, estima que son las características del pontífice que necesita la Iglesia hoy. Son, resumidamente, éstos:

1. Un papa de mentalidad evangélica. “En esta hora histórica necesitamos un papa que se oriente básicamente en consonancia con los requisitos del Evangelio de Jesús y, justo así, tenga ojos para las necesidades de nuestros contemporáneos”. Achaca, pues, a la actual estructura eclesial el que no haya evolucionado, por lo que demanda un papa que, lejos de aferrarse al derecho canónico medieval, se guíe por la brújula del Evangelio, que en todos los problemas pendientes apunta hacia la libertad, la misericordia y la filantropía.

2. Un papa que sea un obispo colegialmente unido a los demás obispos. Es decir, se trataría de un pontífice que restableciese su colegialidad con los demás obispos, algo que existe en la Iglesia desde los primeros siglos y que fue solemnemente confirmado por el Vaticano II; que no entendiese unilateralmente la Iglesia como un aparato de poder que excluye el diálogo, sino como una comunidad de fe, como pueblo de Dios, a cuyo servicio se encuentran el propio papa y los obispos; que considere los ministerios eclesiásticos como un servicio a las personas; que no se presente como un autócrata, sino como obispo guía, encuadrado en el colegio episcopal, al servicio de todo el ecumenismo; que no espere de los obispos una obediencia ciega y fidelidad a la línea oficial, sino, en unión con el papa, responsabilidad personal de buenos pastores que, en el espíritu de Jesucristo, se identifica primordialmente con las personas de su diócesis y su país.

3. Un papa que sea pastor de almas con una actitud positiva ante las mujeres. ¿Qué se pretende con esta expresión? Pues solicitar que el papa rechace el sexismo y el patriarcalismo en la Iglesia y la división de la Iglesia en miembros de primera y segunda clase; que garantice el derecho de las teólogas y los teólogos a manifestar libremente su opinión; que renuncie a veredictos moralizantes en problemas complejos, como la contracepción, el aborto y la homosexualidad; que respete el derecho de los ministros eclesiales al matrimonio, tal y como se recoge en el Nuevo Testamento y en la historia de la Iglesia; que no mantenga de manera inmisericorde a los divorciados vueltos a casar, alejados de la eucaristía; que reconozca el derecho de las religiosas a configurar sus propias vidas y a vestir como decidan; que autorice la ordenación de mujeres; que corrija la encíclica de Pablo VI Humanae vitae sobre la píldora; y que, finalmente, se tome en serio las diferentes capacidades, vocaciones y carismas en la Iglesia.

4. Un papa que sea mediador ecuménico, como proclama el Vaticano II, lo que se traduce en que sea un papa que haga suyos y lleve a la práctica los resultados de las comisiones de diálogo ecuménico; que lleve a cabo el reconocimiento de los ministerios protestantes y anglicanos; que elimine las reprobaciones de la época de la Reforma y que acoja y fomente la hospitalidad eucarística.

5. Un papa garante de la libertad y la apertura en la Iglesia. Esto quiere decir que desea un papa que, por mucho que aspire a la verdad, no reclame ningún monopolio de la verdad; que no pretenda solo aleccionar a las demás religiones, sino que se muestre dispuesto a aprender de ellas, sin mezcla sincretista de ningún tipo; que permita a las iglesias nacionales, regionales y locales un adecuado grado de autonomía; que se tome en serio y responda a interpelaciones incómodas (explosión demográfica, contracepción, infalibilidad); y, finalmente que, en vez de un primado de dominio romano absolutista defienda un primado pastoral de servicio renovado desde el Evangelio y comprometido con la libertad.

Aunque estos puntos son los expuestos en una carta abierta al cónclave que eligió a Benedicto XVI, sin embargo, es la óptica desde la que examina y analiza cada uno de los siete pontificados de su libro. Quizás, al que menos afecte es a Pío XII, papa cuando el autor era un joven estudiante en el inicio de su propio trayecto intelectual.

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Véase también:
www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16575406
www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16531636