Si tuvieras el trigo en lugares bajos, para que no se pudriese lo llevarías a lugares altos. Cambiarias de lugar el trigo, ¡y dejas que el corazón se estrague con las cosas inferiores!—San Agustín …Más
Si tuvieras el trigo en lugares bajos, para que no se pudriese lo llevarías a lugares altos. Cambiarias de lugar el trigo, ¡y dejas que el corazón se estrague con las cosas inferiores!—San Agustín

El que vive mal en presencia del pueblo, en cuanto de él depende, mata a aquel que contempla el mal ejemplo de su vida —San Agustín

Nuestra vida en este viaje de aquí abajo no puede estar sin pruebas, nuestro progreso no se realiza más que entre pruebas y nadie se conoce a si mismo si no ha sido tentado. Solo hay recompensa para el que ha vencido, solo hay victoria para el que ha combatido, solo hay combate frente al enemigo o la tentación —San Agustín

Las aflicciones y tribulaciones que a veces sufrimos nos sirven de advertencia y corrección —San Agustín

“El albedrío de la voluntad es libre cuando no se somete a los vicios y a los pecados” (CD 14,11,1).
la verdad prevalece
Todos los tiempos son de martirio. No se diga que los cristianos no sufren persecución; no puede fallar la sentencia del Apostol: Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, padecerán persecución (2Tm 3,12). Todos, dice, a nadie excluye, a nadie exceptúa. Si quieres probar ser cierto ese dicho, empieza tu a vivir piadosamente y veras cuánta razón tuvo para decirlo —San Agustín 🙏 🙏 🙏
la verdad prevalece
Estaba lejos (se refiere al publicano de la parábola) y, sin embargo, se acercaba a Dios; y el Señor le atendía de cerca. El Señor está muy alto y, sin embargo, mira a los humildes; el publicano no levantaba sus ojos al cielo y no miraba para que se le mirase. Su conciencia le abatía, pero su esperanza le elevaba. Golpeaba su pecho y se heria a si mismo; el Señor le perdonaba porque se arrepentía.Más
Estaba lejos (se refiere al publicano de la parábola) y, sin embargo, se acercaba a Dios; y el Señor le atendía de cerca. El Señor está muy alto y, sin embargo, mira a los humildes; el publicano no levantaba sus ojos al cielo y no miraba para que se le mirase. Su conciencia le abatía, pero su esperanza le elevaba. Golpeaba su pecho y se heria a si mismo; el Señor le perdonaba porque se arrepentía. —San Agustín
Un comentario más de la verdad prevalece
la verdad prevalece
Si estamos atentos, comprenderemos que hay muertes más temibles que la de Lázaro: todo hombre que peca, muere. Todo hombre teme la muerte corporal; pero hay pocos que teman la muerte del alma. Para evitar la inevitable muerte física, todos hacen grandes esfuerzos: es el verdadero sentido de sus empresas. El hombre mortal se esfuerza por no morir, y el hombre destinado a vivir eternamente, ¿no se …Más
Si estamos atentos, comprenderemos que hay muertes más temibles que la de Lázaro: todo hombre que peca, muere. Todo hombre teme la muerte corporal; pero hay pocos que teman la muerte del alma. Para evitar la inevitable muerte física, todos hacen grandes esfuerzos: es el verdadero sentido de sus empresas. El hombre mortal se esfuerza por no morir, y el hombre destinado a vivir eternamente, ¿no se ha de esforzar en no pecar? —San Agustín
la verdad prevalece
Y, ¿quién tiene celo por la casa de Dios? Aquel que pone empeño en corregir todo lo censurable que en ella observa [. . . ]. ¿Ves a tu hermano en peligro? Detenlo, adviérteselo, siéntelo de corazón, si es que te come el celo de la casa de Dios (San Agustín, Trat. Evang. S. Juan, l0).
la verdad prevalece
¿Acaso no debemos reprender y corregir al hermano, para que no vaya hacia la muerte? Suele a veces ocurrir que, en un primer momento, se contrista, se resiste y protesta, dolido por la corrección; después, sin embargo, -en el silencio de Dios, sin temor del juicio de los hombres, puede que llegue a considerar por que ha sido corregido, y empiece a temer ofender a Dios si no se corrige, y considere …Más
¿Acaso no debemos reprender y corregir al hermano, para que no vaya hacia la muerte? Suele a veces ocurrir que, en un primer momento, se contrista, se resiste y protesta, dolido por la corrección; después, sin embargo, -en el silencio de Dios, sin temor del juicio de los hombres, puede que llegue a considerar por que ha sido corregido, y empiece a temer ofender a Dios si no se corrige, y considere la necesidad de volver a hacer aquello por lo que ha sido corregido justamente. Así, cuando crece su odio hacia el pecado cometido, crece más su amor al hermano, que es enemigo de su pecado (San Agustín. Trat. Evang. S. Juan,10).