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Aun no es el tiempo del anticristo

Aun no es el tiempo del anticristo.

La historia de Sodoma y Gomorra es muy ilustrativa:

Luego el Señor añadió: «El clamor contra Sodoma y Gomorra es tan grande, y su pecado tan grave,
que debo bajar a ver si sus acciones son realmente como el clamor que ha llegado hasta mí. Si no es así, lo sabré».
Dos de esos hombres partieron de allí y se fueron hacia Sodoma, pero el Señor se quedó de pie frente a Abraham.
Entonces Abraham se le acercó y le dijo: «¿Así que vas a exterminar al justo junto con el culpable?...
...
«Por favor, dijo entonces Abraham, que mi Señor no se enoje si hablo por última vez. Quizá sean solamente diez». «En atención a esos diez, respondió, no la destruiré».
Apenas terminó de hablar con él, el Señor se fue, y Abraham regresó a su casa. (Gen.18,20-33)

En tiempo de San Francisco, dícese que NUESTRO SEÑOR estaba ya para juzgar al mundo, pero por San Francisco se detuvo.

Y podemos decir, que NUESTRO SEÑOR también nos indica algo con este nombre que tiene el Papa Francisco.

En DIOS todo es perfecto, y siempre hay algo más que no alcanzamos ver. Hay cosas que solo en la perfección en el camino
espiritual se nos pueden ir aclarando.

Hay que entender el sentido de estas enseñanzas, esta en los que siguen con fidelidad a NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO,
esta el tiempo que le quede al mundo.

Nosotros no debemos de esperar que aparezca algún santo o santos para que el mundo prevalezca,
aquí estamos nosotros, para servirle. Con todas nuestras imperfecciones tenemos que ser
luz en el mundo siguiendo con fidelidad al Santo Padre, aún cuando algo nos sea incomprensible.
Tenemos que decir como Santa Catalina de Siena: "mi dulce CRISTO en la tierra", y amarlo y respetarlo.

En ese sentido también se aplica el cuarto mandamiento, en que, a pesar de las deficiencias de nuestros
padres, tenemos que amarlos y respetarlos, con la advertencia de que ese amor y respeto se verá
correspondido.

Del catecismo de la Iglesia: 2200 “El cumplimiento del cuarto mandamiento lleva consigo su recompensa: ‘Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar’ (Ex 20, 12; Dt 5, 16). La observancia de este mandamiento procura, con los frutos espirituales, frutos temporales de paz y de prosperidad. Y al contrario, la no observancia de este mandamiento entraña grandes daños para las comunidades y las personas humanas.

EL ESPIRITU SANTO guía a la Iglesia, en una forma tan misteriosa que supera nuestras capacidades
humanas. Pero es necesario el esfuerzo de cada uno de nosotros para la perseverancia de la Iglesia
que NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO ha fundado. NUESTRO SEÑOR quiere que el mundo sobreviva, a pesar de nuestras ingratitudes.

"Os aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras." (Luc.19,40)