LITURGIA DOMINGO II DE ADVIENTO CICLO B

LITURGIA
DOMINGO II DE ADVIENTO
CICLO B

1.- El Adviento es conocido como tiempo de preparación para la Navidad, al estilo como está la cuaresma, de ahí un tono de penitencia y ayuno, y ejercicios ascéticos. Desde el Vaticano II con la Constitución “Sacrosanctum Concilium”, la liturgia se ha querido renovar, y así el Adviento es considerado como un final y culmen en el ciclo litúrgico, más que un inicio del año litúrgico, n. 102. El tono del Adviento viene indicado por las lecturas de los días feriales y festivos. Habría que pasar a un carácter principalmente litúrgico, con los cuatro domingos y las ferias de témporas ( miércoles, viernes y sábado de la tercera semana) con formularios propios para la misa.
Adviento es más como espera que como venida; espera a la última venida del Señor, con su sentido escatológico. Esto hace que se señale un tono penitencial, preocupación por la expiación ante el juicio.
La liturgia en la actualidad, por la devoción del pueblo, utiliza el tono catequético “con la novena de navidad”. Hay que mirar bien, y orar muy bien, las oraciones de las celebraciones. Si hay un tono de espera y preparación en la Eucaristía, también lo notamos en la Liturgia de las Horas.
El Adviento tiene que ser liberado de los aspectos cuaresmales más exteriores que se le han atribuido. Había unas figuras, que siguen estando desde otro ángulo, como Juan el Bautista, María. Las lecturas nos indican que el Adviento es ya celebración de la venida del Señor; Dios ya ha visitado a su pueblo. El “día del Señor” en todas sus exigencias de respuesta personal y de compromiso vital, es dominante. Se pasa de las exhortaciones morales a las expresiones gozosas por la espera de la venida del Señor en su gloria. Las “ferias privilegiadas” del 17 al 24 de diciembre pueden ayudar a la programación y vivencia nueva del Adviento.
La Lectura de la Palabra, “lectio divina”, puede ser un gran momento de descubrir y celebrar el gran momento que es el Adviento, la llegada del Verbo hecho carne, y la venida definitiva del Cordero que viene a juzgar a vivos y muertos.
Vivimos la esperanza, la caridad, la fe. Aprendemos a esperar en toda situación de la vida humana; en la atención al prójimo daremos importancia a la presencia del Señor que ha venido y vienes continuamente; estaremos vigilantes desde la fe, que nos exige una conversión y disponibilidad a los nuevos comportamientos que piden “los signos de los tiempos”. (Ancilli, Diccionario de Espiritualidad).
2.- Oración y canto con el Prefacio.-
PREFACIO II DE ADVIENTO.
La doble expectación de Cristo

“En verdad es justo y necesario,/es nuestro deber y salvación darte gracia siempre y en todo lugar,/Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,/por Cristo, Señor nuestro.
A quien todos los profetas anunciaron,/ la Virgen esperó con inefable amor de madre,/ Juan lo proclamó ya próximo y señaló después entre los hombres./ El mismo Señor nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de su nacimiento,/para encontrarnos así, cuando llegue,/velando en oración y cantando su alabanza.
Por eso,
con los ángeles y arcángeles,
tronos y dominaciones,
y con todos los coros celestiales,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.
3.- Antífona de entrada.- Pueblo de Sión; mira al Señor que viene a salvar a los pueblos. El Señor hará oír su voz gloriosa en la alegría de vuestro corazón.
Oración colecta.- Señor todopoderoso, rico en misericordia, cuando salimos animosos al encuentro de tu Hijo, no permitas que lo impidan los afanes de este mundo; guíanos hasta él con sabiduría divina para que podamos participar plenamente del esplendor de su gloria. Por Jesucristo nuestro Señor.
Oración sobre las ofrendas.- Que los ruegos y ofrendas de nuestra pobreza te conmuevan, Señor, y al vernos desvalidos y sin méritos propios, acude compasivo, en nuestra ayuda. Por Jesucristo.
Oración después de la comunión.- Alimentados con esta eucaristía te pedimos, Señor, por la comunión en tu sacramento, nos des sabiduría para sopesar los bienes de la tierra amando intensamente los del cielo. Por Jesucristo.
4.- Lecturas.- Lectura del Libro de Isaías 40,1-5.9-11. Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle: que se ha pagado su crimen- (Nos debe de llenar de alegría y entusiasmo, emoción y fuerza, la escucha de hoy. Alguien se levanta a lo más alto y grita: Dios llega, nos reúne; “lleva en brazos los corderos, cuida de las madres”. A nadie se le puede ocurrir tal situación y gracia, entregar tanto consuelo y alegría.) (Lectura para hacerla muchas veces, guardarla en el corazón, y llegar hasta donde nos quiere conducir): LA CONSOLACIÓN.
Salmo 84.- Voy a escuchar: “Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos. La salvación ya está cerca de sus fieles, la gloria habitará en nuestra tierra. La misericordia y la fidelidad se encuentran; la justicia y la paz se besan. Nuestra tierra dará su fruto; la salvación seguirá sus pasos. ( Llena de regocijo todo el corazón que escucha tal promesa, aunque esté en lo más bajo de la persecución o cara al martirio que se le ha prometido por la fe).
Lectura de la segunda carta del Apóstol san Pedro 3,8-14.- El Señor no tarda en cumplir su promesa. El día del Señor llegará como un ladrón. Esperad y apresurad la venida del Señor. Nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia. (Mientras esperamos, procuramos que Dios nos encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables)
5.- Del Santo Evangelio según san Marcos, 1,1-8.- Yo te envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita: Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos. Juan predicaba la conversión. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: “Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo”.
6.- Leído el Evangelio, escuchado en oración y silencio, se puede participar en común, en vida y obras, en llamada de conversión y en nota de preparación para la Venida de Jesucristo, el que viene detrás de Juan el Bautista.
Una homilía puede ser muy breve o más amplia, indicando el espíritu que se cierne sobre la misma Palabra de vida, que nos viene y se acerca, nos invita y se aproxima en Persona y llamada para vivir como parte y comunión del mismo Pueblo de Dios que camina, se alimenta, celebra, espera y da gracias.
Es fácil atronar con la voz y figura, con una ética de comportamientos, una moral. Juan el Bautista es más que un profeta en la sociedad, delante de una catástrofe, de una injusticia. Es un anuncio de salvación, una luz que ilumina la figura de Jesucristo, y no quita el puesto a la Misericordia y bondad del Que Viene. Pues se anuncia la gracia y la salvación, el perdón de los pecados, la novedad de la reconstrucción.
Yo no merezco desatarle las sandalias, soy menos que un esclavo. El anuncio hace referencia al Que Viene como Luz y Esplendor. ¡Bendito el que viene!
Tratamos de acoger y recoger cuanto de bueno, futuro lleno de esperanza, viene en quien Viene detrás de Juan, quien nos está preparando el camino. Recibimos al mensajero, el Mensaje, y al Señor “Que puede más que Juan el Bautista”. Esperamos recibir el Bautismo con el Espíritu Santo, y escuchar la voz del Padre que nos presenta al Hijo muy Amado, el Predilecto.

Fr. Victorino, franciscano