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Libano
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LIBERTAD Y CONCIENCIA SEGÚN PAVEL FLORENSKY _ 48 «La libertad absoluta, la responsabilidad, el temor noumenal por sí mismo, ante el Rostro de la Eternidad, rasgan los cielos, cuando la persona se define …Más
LIBERTAD Y CONCIENCIA SEGÚN PAVEL FLORENSKY _ 48

«La libertad absoluta, la responsabilidad, el temor noumenal por sí mismo, ante el Rostro de la Eternidad, rasgan los cielos, cuando la persona se define hasta el final y sabe que es y seguirá siendo responsable por todo, que responderá por todo, aunque sea por la fuerza». El culto, en efecto, construye y fragua la autoconciencia: «la condición de la personalidad es la unidad de lo transcendente y de lo inmanente, de lo racional y lo sensible, de lo espiritual y lo corporal»; esto es precisamente el culto. «El fundamento de la conciencia y de la autoconciencia tiene que encontrarse a un tiempo en el exterior, como algo comprendido, y en el interior, como la propia autocomprensión»: el ámbito cultual es este ámbito externo de cosas dotadas de sentido absoluto, y, por la orientación y la respuesta a él, por la que el hombre se comprende a sí mismo como responsable por todo, la persona adquiere la autoconciencia y la libertad.
No es sólo, sin embargo, en el ámbito del culto donde el hombre se experimenta como responsable por todo, y, por tanto, como sujeto creador. Florenskij, para ilustrar el tema del carácter substancial de la persona, que transciende su carácter meramente psicológico, relata en sus últimas lecciones una experiencia cumbre, que despertó en él el sentido de la propia transcendencia:
«Una percepción mística de la propia realidad (...) puede darse en ciertas experiencias: cuando escalamos una alta montaña, o bien subimos a lo alto de un campanario, y dirigimos desde allí la mirada hacia el mundo entero. Entonces sentimos todo aquello que vemos, incluidos nosotros mismos, como si no fuera nada. Todo allí es una pequeñez. Con la reducción de las dimensiones de todo, separados de todo lo que queda atrás, aflora y se libera el principio espiritual, la verdadera vida del espíritu. Cuando se revela este principio superior vemos con claridad meridiana cómo todos los sentimientos, que tendemos a declarar como meras circunstancias casuales, son en realidad nuestras propias creaciones, que somos infinitamente responsables por todo, que somos nosotros mismos los constructores del mundo. En estos momentos nos situamos cara a cara ante el Juicio. Es un ejemplo a escala reducida de lo que experimentaremos cuando llegue nuestra muerte: entonces no nos servirán ni el sentimentalismo ni el intento de autocompadecernos o autoengañarnos. Con esto somos nosotros los que declaramos nuestra opinión sobre nosotros mismos, pero entonces será la misma Verdad quien lo haga. La cumbre nevada se enclava en el cielo y permanece invisible».
Es la experiencia de la muerte al mundo la que aporta a la conciencia la vivencia de su propia transcendencia: «El hombre como principio CREADOR, como centro de actividad, como, para usar el lenguaje escolástico, SUBSTANCIA, y no sólo sujeto. (...) Toda muerte al mundo lleva a percibir agudamente esta verdad, y el sentimiento de la responsabilidad absoluta por sí mismo, por el propio destino ante Dios. Nos encontramos cara a cara con Él: y no hay amigos, ni conocidos, que pudiesen ayudarnos: sólo la única Verdad».

La experiencia de la propia sustancia noumenal, del misterio del propio "sujeto objetivo", se fragua para Florenskij en la relación con la realidad divina procurada por el culto. Respondiendo a Dios en el encuentro concreto del culto, el sujeto "psicológico" se hace sujeto "ontológico" ante Dios, Y adquiere la libertad absoluta en la responsabilidad por todo:
«La libertad absoluta, la responsabilidad, el temor noumenal por sí mismo, ante el Rostro de la Eternidad, rasgan los cielos, cuando la persona se define hasta el final y sabe que es y seguirá siendo responsable por todo, que responderá por todo, aunque sea por la fuerza». EI culto, en efecto, construye y fragua la autoconciencia: «la condición de la personalidad es la unidad de lo transcendente y de lo inmanente, de lo racional y lo sensible, de lo espiritual y lo corporal»; esto es precisamente el culto. «EI fundamento de la conciencia y de la autoconciencia tiene que encontrarse a un tiempo en el exterior, como algo comprendido, y en el interior, como la propia auto comprensión»: el ámbito cultual es este ámbito externo de cosas dotadas de sentido absoluto, y, por la orientación y la respuesta a él, por la que el hombre se comprende a sí mismo como responsable por todo, la persona adquiere la autoconciencia y la libertad.