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Alabanza al matrimonio homosexual versus línea editorial en la Cope

Alabanza al matrimonio homosexual versus línea editorial en la Cope

Luis Fernando, el 10.09.15 a las 1:21 PM

La Cadena Cope ha fichado para esta nueva temporada a Carlos Herrera, uno de los “grandes” de la radio en España. De esa manera se pone en situación de combatir por el liderazgo de audiencia. Hasta ahí todo normal.

Hace tiempo que no escucho radio generalista -me harté de las tertulias políticas-, pero por pura casualidad hoy sintonicé la Cope justo en el momento en que el señor Herrera entrevistaba a Javier Maroto, que fue alcalde del PP en Vitoria hasta las pasadas elecciones. Estos días se ha anunciado la “boda” civil del señor Maroto con otro señor, que es su pareja desde hace casi veinte años. Existe cierta polémica sobre la posibilidad de que Mariano Rajoy, presidente del gobierno y del PP, acuda al enlace.

Entrevistador y entrevistado se mostraban la mar de felices con la boda. Maroto explicó cómo su partido, a pesar de que recurrió la ley del matrimonio homosexual -por llamarlo así, no por sus efectos civiles-, luego ha aceptado de mil amores la sentencia y asume dicha ley a pesar de tener mayoría para cambiarla. Y entonces ha dicho algo que no deja de ser cierto: vamos a una situación en la que el “matrimonio” homosexual es visto con normalidad y llegaremos a un punto en que no serán noticias “bodas” como la suya.

Luego ha habido una conversación entre Carlos Herrera y los tertulianos. La postura ha sido unánime. Aunque se pudo discutir en su día sobre si era conveniente llamar matrimonio a las uniones homosexuales, “nadie” ponía en duda que debían tener un reconocimiento civil comparable al matrimonio. Y un tertuliano ha asegurado que solo unos pocos “rigoristas” (término que está alcanzando cierto éxito), se oponen a tal cosa y que la sociedad asume la realidad con absoluta naturalidad. Es decir, los católicos que decimos no a todo eso, somos poco menos que unos parias, un ghetto antisocial.

Por supuesto, ni una sola voz salió a explicar en esos momentos, en la cadena de los obispos, cuál es la doctrina de la Iglesia sobre esta materia. Y, a menos que alguien haya abrogado esa doctrina, cosa de la cual no nos hemos enterado, resulta que sigue vigente lo indicado por el documento “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones homosexuales”, de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El texto, del año 2003 acaba así:

La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad.

Como ustedes ven, no es que la Iglesia no acepte el “matrimonio” homosexual. Es que ni siquiera acepta la legalización, sea cual sea, de las uniones homosexuales. Por no hablar de las declaraciones del papa Francisco cuando era cardenal y arzobispo de Buenos Aires, cuando llamó “movida del padre de la mentira” (Satanás) al “matrimonio” homosexual.

Los católicos españoles, al menos los que todavía somos fieles al Magisterio de la Iglesia -y ya me dirán cómo se puede ser católico sin aceptarlo-, tenemos derecho a que en la emisora de la Conferencia Episcopal Española no se haga propaganda de una realidad que choca de bruces contra la Revelación, contra la fe católica. Tenemos derecho a que el medio de comunicación de nuestros obispos no sea un instrumento más, siquiera se forma ocasional, de la ingeniería social que ya ha triunfado en la sociedad. En otras palabras, tenemos derecho a que no se nos tome el pelo.

Soy bien consciente de que los católicos somos una minoría menguante en España. Como dijo ayer el cardenal Sebastián en San Fernando:

«Hoy, la familia cristiana, en condiciones, es una realidad minoritaria, incluso en los países cristianos… incluso, por supuesto, en España, que a veces parece que no quiere ser cristiana».

Que España no quiere ser cristiana es evidente. Contra eso solo cabe evangelizar de nuevo el país, cosa harto difícil si la propia Iglesia no es consecuente con sus enseñanzas y permite que en sus medios de comunicación se haga proselitismo de valores contrarios a su moral. Ya me contarán ustedes cómo vamos a recristianizar España si nuestros obispos no se toman en serio impedir mensajes anticristianos en su principal medio de comunicación. Y eso no se hace metiendo en la programación información religiosa, misas, etc. O toda la Cope es cristiana -al menos no anticristiana en parte de sus programas-, o no es cristiana de ninguna de las maneras. Y si no tenemos una Cope cristiana, sería mejor no tener Cope. Y de 13Tv se puede decir lo mismo.

La emisora ha salido rápidamete al paso de lo ocurrido en el programa del señor Herrera mediante el siguiente editorial:

Hoy ha comparecido en los micrófonos de COPE el Vicesecretario General del PP, Javier Maroto, para analizar el panorama político español, con especial atención a Cataluña y a las próximas elecciones generales.

Durante el coloquio ha surgido la cuestión de recurso presentado en su día por el PP contra la ley de Zapatero que reformaba la definición del matrimonio, suprimiendo la diferencia sexual como fundamento del mismo. Recordemos que el PP acompañó en la calle a un millón de personas que protestaron por la injusticia de aquella ley, y que argumentó jurídicamente su inconstitucionalidad.

Según Javier Maroto aquel recurso ante el TC obedecía a una simple cuestión semántica. No fue así. El recurso obedecía a la convicción de que el matrimonio basado en la relación entre hombre y mujer es una institución que nuestras leyes debían proteger, evitando su equiparación con otras uniones que no tienen ni el mismo significado ni el mismo valor para el bien común.
El señor Maroto ha dicho que el PP ya tiene asumida la actual situación. Seguramente es así, y por eso muchos de sus votantes se han sentido una vez más defraudados. También ha dicho que hay que llamar a las cosas por su nombre. Exactamente. Por eso su partido rechazó, y gran parte de la sociedad española sigue rechazando, que se denomine matrimonio a formas de convivencia que no lo son.

¿Vale con eso para solucionar el ataque contra la fe católica? Ciertamente es una respuesta rápida a una situación anómala. Pero los fieles tenemos derecho a que no se produzca una situación esquizofrénica, de bipolaridad, de blanco y negro entre lo que marca la línea editorial de la emisora propiedad de la Conferencia Episcopal y lo que se oye en su programa de mayor audiencia.

Luis Fernando Pérez Bustamante

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