De ser un niño de la calle, abandonado por su familia y pidiendo limosna para comer... a sacerdote
Fray Carlos Montana de Ciudad Juárez (México)
Nacido en la colonia Bellavista, a un costado de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, Carlos Montana vivió una infancia alegre a pesar de su situación de calle. Recibió el llamado al sacerdocio en la adolescencia, al cual respondió a la edad de 21 años, cuando se unió a la congregación de Siervos de María.
Ana María Ibarra / ReL
3 julio 2015
TAGS SUPERACIÓN
“Era un niño de la calle. Por razones de su historia personal, mi mamá no pudo o no quiso hacerse cargo de nosotros y mi abuelita no podía por su edad. Recuerdo que yo limpiaba parabrisas y muchas ocasiones pedí limosna en la calle para comer. Me corrían de los restaurantes y de esta iglesia”, señaló Fray Carlos, el hoy sacerdote de la congregación de los Siervos de María a Religión en Libertad.
Fray Carlos está convencido de que Dios puso lo medios y las personas adecuadas para que no llevara una vida desordenada, y está convencido que Dios lo llamó desde la infancia para el sacerdocio.
Artículo completo en www.religionenlibertad.com/de-ser-un-nino-…
Nacido en la colonia Bellavista, a un costado de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, Carlos Montana vivió una infancia alegre a pesar de su situación de calle. Recibió el llamado al sacerdocio en la adolescencia, al cual respondió a la edad de 21 años, cuando se unió a la congregación de Siervos de María.
Ana María Ibarra / ReL
3 julio 2015
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“Era un niño de la calle. Por razones de su historia personal, mi mamá no pudo o no quiso hacerse cargo de nosotros y mi abuelita no podía por su edad. Recuerdo que yo limpiaba parabrisas y muchas ocasiones pedí limosna en la calle para comer. Me corrían de los restaurantes y de esta iglesia”, señaló Fray Carlos, el hoy sacerdote de la congregación de los Siervos de María a Religión en Libertad.
Fray Carlos está convencido de que Dios puso lo medios y las personas adecuadas para que no llevara una vida desordenada, y está convencido que Dios lo llamó desde la infancia para el sacerdocio.
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