Salmo 99 (98): Santo es el Señor, nuestro Dios

El salmo 98 es uno de los cantos del reino restaurado después de la cautividad de Babilonia. En él se celebra, sobre todo, la entronización de Dios en su nuevo templo, después de que se ha vencido el poder de los enemigos. El Señor reina, sentado sobre querubines..., y los pueblos se postran ante el estrado de sus pies.

A nosotros, cristianos, este salmo debe hacernos penetrar en el cielo, donde el Señor reina para siempre. ¡Ojalá sepamos vivir, a través de estas sucesivas preparaciones -que son los triunfos parciales que Dios concedió a su antiguo pueblo, como cantamos en los salmos-, la certeza de que el Señor reinará por siempre!

Oración I: Señor Dios, que reinas sentado sobre querubines y ante quien vacila la tierra, que todas las naciones reconozcan que tu nombre es grande y terrible y te ensalcen como a su Señor y a su Dios. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Oración II: Dios santo, cuyo Hijo se entregó a sí mismo, para que también nosotros fuéramos santos ante ti, ayúdanos a proclamar con nuestras obras tu grandeza y a vivir de tu perdón, no manchando la santidad que nos has otorgado. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén. [Pedro Farnés]
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