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Recuperó la ilusión por vivir

De tantas historias con final feliz como me cuenta, la hermana Jesusa sólo me autoriza a contar el caso de "Leticia", nombre ficticio de una chica que llegó a la casa con 14 años, junto con su hermano pequeño, procedente de un centro de menores.

Antonio Moreno
- 02/10/2012.

"Los Ángeles de la Guarda no son solamente los espíritus que Dios ha creado para que acompañe a cada hombre, sino cada uno de nosotros, los cristianos, cuando vemos una necesidad y sabemos que tenemos que ayudar, que no podemos quedarnos impasibles". Así me explicaba Jesusa Álvarez, superiora de la comunidad de religiosas de los Ángeles Custodios de Málaga, el carisma de su congregación.
En la casa de acogida que mantienen en la capital, acogen a 20 niñas y jóvenes de edades comprendidas entre los 4 y los 18 años provenientes de familias desestructuradas. Niñas que necesitan un apoyo, un referente, y que encuentran en estos "ángeles" la atención afectiva y educativa que no habían podido disfrutar en su propia familia.
De tantas historias con final feliz como me cuenta, la hermana Jesusa sólo me autoriza a contar el caso de "Leticia", nombre ficticio de una chica que llegó a la casa con 14 años, junto con su hermano pequeño, procedente de un centro de menores. En nosotras encontró una familia, el apoyo que necesitaba porque estaba sola. Se puso a estudiar, sacó el bachillerato, continuó estudiando en una de nuestras residencias de chicas mayores y terminó trabajando en una gran entidad financiera. Se casó y ha recuperado la ilusión por vivir.
En esta fiesta de los Ángeles Custodos, el testimonio de estas hermanas que dedican su vida a reconstruir la vida de las chicas que acogen, es un ejemplo para todos nosotros. Son un llamamiento a apoyar la familia cristiana, a preocuparnos por la situación de la infancia, a denunciar el maltrato y el abandono de menores, a contribuir con la causa de quienes se dedican a protegerlos, a propagar la obra que realizan en nombre de la Iglesia y a ser, también nosotros, ángeles custodios de tantos chicos y chicas que andan sin rumbo por la vida. "No dejéis de hacer el bien", les repetía su fundadora, la beata Rafaela Ybarra. A mí me gusta como proyecto de vida. ¿Y a ti?

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