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Poemas en tierra extraña

Poemas en tierra extraña

Bruno, el 16.12.20 a las 3:04 PM

Los antiguos hebreos se sentaban a llorar con nostalgia de Sion junto a los canales de Babilonia y no por casualidad, porque, como dice San Pablo, todo aquello se escribió para enseñanza nuestra. Nosotros también vivimos desterrados. Ellos porque se los llevaron por la fuerza a un país extranjero. Nosotros, porque nuestra propia tierra se ha convertido en extraña.

Vivimos en un mundo que hace tiempo que dejó de ser cristiano y, día a día, parece esforzarse por caer aún más bajo que el paganismo antiguo. Los antiguos países católicos ya no lo son más que en apariencia y cada vez más ni siquiera eso. Incluso los lugares que podrían parecer un refugio católico a menudo no lo son. En un colegio católico (los que lo son de verdad, no solo de nombre), a poco que conozcamos a los padres veremos que la mayoría no creen o viven como si no creyeran o incluso tienen un fuerte rencor contra la fe. Me atrevería a decir que hasta en las parroquias, o al menos en algunas de ellas, los cristianos son minoría.

La experiencia del destierro es común a todos los cristianos de todas las épocas, porque nuestra patria está en el cielo. Hoy más que nunca, sin embargo, ser católico conlleva la fuerte y casi constante sensación de ser un extranjero que vive en tierra extraña. A cada paso descubrimos que no tenemos en común las cosas más importantes con nuestros vecinos y compañeros de trabajo. Podemos hablar con ellos de cosas triviales, pero de poco más, porque nuestro mundo no solo ha dejado de ser cristiano, sino que parece esforzarse por vomitar la sabiduría cristiana y señalarla como el culmen del oscurantismo y la opresión.

Pienso a menudo en estos temas, como supongo que harán también los lectores, y al hacerlo siento en mi carne como una herida permanente por ello, un desgarramiento con respecto a mi patria, mis conocidos, vecinos y colegas. No estoy en casa, soy un extranjero. ¿Qué puedo hacer sino escribir versos? Como dice la expresión castellana, si no lo digo, reviento. Si no escribo poemas sobre estas cosas, como hacían los israelitas en Babilonia, ¿cómo voy a desahogar mi corazón herido? Claro que, abusando de la paciencia de mis sufridos lectores, no solo escribo versos, sino que me he decidido a publicar otro libro de poesía: Poemas en tierra extraña.

Es un libro lleno de nostalgia del cielo, de la que tanto hemos hablado en este blog. Por el título, ya imaginarán que gran parte de los poemas dan vueltas en torno a este tema del destierro en un mundo sin fe que se está muriendo: “Desterrado (glosa al salmo 119)”, “Los cristianos no sois nada”, “Cosante a la muerte de España”, “Están muertos”, “La envidia de los muertos”, “Mala tempora currunt”, “Cicatrices”, “Corre, no te detengas”, “Ya todo es libertad”, “Las soleares del alma” o “Generación malvada y perversa”.

No todo es nostalgia, sin embargo, porque la experiencia de lo que nos falta solo tiene sentido si va unida a la experiencia de lo que se nos ha dado. También pueden encontrar en el libro la admiración ante la belleza creada por Dios (“A un guijarro”, “La gran urbe”, “Duermen los árboles”, “Instantes bendecidos”, “Los recuerdos de un niño”, “Romance sobre prácticamente nada”, “La risa de los niños”) y especialmente, por supuesto, la belleza de nuestra Señora (“La Asunción”, “Virgen del Monte Carmelo”, “Mira la flor”).

En relación con lo anterior, varios poemas exploran la relación entre la rima o la métrica de los versos y la armonía divina que ha puesto Dios en el mundo. No es casualidad que la poesía tradicional y la música estén hechas de simetrías, porque también nuestro mundo está plagado de simetrías divinas que reflejan la belleza y el orden de Dios: “Poeta de la rima”, “Verdades de la rima”, “Rima o verso libre”, “A Cristo, el gran Poeta”. No faltan tampoco las Oraciones (“Dame la mano”, “Oración para alcanzar amor”, “Un santo de andar por casa”, “Oración para pedir santos”), los versos cómicos (“El sermón interminable”, “Nuevo cantar de Chancho Panza”, “¡Oh prosoda!”) ni los versos de amor (“Una lágrima”, “Tardes junto al lago”) y muchos otros.

Como de costumbre, son versos sencillos y claros, sin oscuridades excesivas, y el libro tiene un precio más que económico. Yo diría que los lectores de este blog, sean o no habitualmente aficionados a la poesía, podrán encontrar abundante material que les guste, les haga pensar y, en algunos casos, quizá conmoverse con las lágrimas buenas que limpian el corazón y lo mantienen en vela.

En cualquier caso, si no leen estos poemas, lean otros y escriban o piensen o sientan los suyos, porque, en tiempos de oscuridad, Dios nos da el gran don de la poesía para que nos sea más fácil levantar los ojos hacia la Belleza que no se marchita y que nos espera en la Jerusalén del cielo. ¡Animo! Esa es nuestra madre.

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Datos del libro:

Páginas: 119

Editorial: Vita Brevis

Precio: 6,99 € en papel y 3,99 € en formato electrónico.

Para comprarlo: Editorial, Amazon.es, Amazon.com, Amazon.mx, Apple ibooks, Kobo, Barnes & Noble, Scribd, etc.

Categorías : Vita brevis - Libros