El Precursor
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Las madrasas islámicas NO eran Universidades

Las madrasas como la de Al-Karaouine es considerada hoy una universidad, pero no antes...
Se trata de un anacronismo; así lo dice el mismo libro Libro Guiness del año 1998 (The Guinness Book of Records, 1998, ISBN 0-553-57895-2, p.242).
No toda reunión de estudiantes frente a un maestro es la "universitas", si no, así lo deberían haber sido el Liceo, la Academia, los aztecas con calmécac y hasta el mismo Cristo con sus discípulos. Los musulmanes no tenían universidades, tenían madrazas. En las madrazas había estudios que no eran solamente coránicos pero su funcionamiento no era el propio de una universidad ni entra en su definición. Para ellos las universidades modernas fueron una copia de las europeas. madrazas de Bagdad eran, desde luego, importantes focos de transmisión del saber pero no eran universidades.
Con el resto de las que cita, sucede lo mismo. Que los árabes enseñasen, no hay duda, pero eso no los constituía en "universitas". Con ese criterio, las escuelas carolingias (anterior a las nombradas) tambiénserían "universitates".
No nos referimos en el post a hizo quién enseñó primero, sino dónde, cómo y cuándo se dio el fenómeno de la Universidad. Por algo ni los árabes, ni los judíos, ni chinos, ni indios han reclamado jamás esta "originalidad".
El gran estudioso del medioevo cristiano y de la Cristiandad, (Alfredo Sáenz, la Cristiandad y su cosmovisión), dice: "La palabra «Universidad», que hoy aplicamos con exclusividad a las casas de altos estudios, tenía por aquel entonces un sentido mucho más general. La Europa misma se autodenominaba Universitas christiana. Aquel término, que encontramos también referido a los municipios, a los profesores y alumnos de los institutos de enseñanza, o a los artesanos de una misma profesión y localidad, merece una explicación. Universidad viene de «universus» o «versus-unum», significando el conjunto de los que tienden a una misma cosa. La «universidad», en sentido lato, es, pues, una comunidad natural a la que pertenecen los que cumplen un mismo oficio, o tienen una misión común.
La Universidad, esta vez en sentido estricto, es una creación peculiar del Medioevo cristiano. Ni los chinos, ni los indios, ni los árabes, ni siquiera los bizantinos montaron jamás una organización educativa semejante.
Concretamente, las Universidades fueron creaciones eclesiásticas, prolongación, en cierta manera, de las escuelas episcopales, de las que se diferenciaban por el hecho de que dependían directamente del Papa y no del obispo del lugar.
Los profesores, en su totalidad, pertenecían a la Iglesia, y en buena parte a Ordenes religiosas. En el siglo XIII, las ilustrarían sobre todo la Orden franciscana y la dominicana, gloriosamente representadas por un S. Buenaventura y un Sto. Tomás. La Universidad constituía un cuerpo libre, sustraído a la jurisdicción civil y dependiente únicamente de los tribunales eclesiásticos, lo cual se consideraba como un privilegio que honraba a esa corporación de élite".

La Universidad: un invento medieval y cristiano
Javier Olivera Ravasi, el 4.09.14 a las 9:45 PM

La universidad [1] que un fenómeno totalmente nuevo en la historia de Europa (ni en Grecia ni Roma, con todos sus valores, había existido algo similar)

. Si bien se desconoce la fecha exacta de su aparición en Occidente, su existencia ha sido fruto del desarrollo natural que se daba en las llamadas “escuelas catedralicias” (antiguas instituciones que funcionaban a cargo de la Iglesia para el desarrollo de la cultura).
Ni los chinos, ni los indios, ni los árabes, ni siquiera los bizantinos montaron jamás una organización educativa semejante. Concretamente, las Universidades fueron creaciones medievales donde los profesores, en su totalidad, pertenecían ala Iglesia, y en buena parte a Órdenes religiosas. En el siglo XIII, las ilustrarían sobre todola Ordenfranciscana y la dominicana, gloriosamente representadas por un san Buenaventura y santo Tomás de Aquino. Constituyendo un cuerpo libre y sustraído de la jurisdicción civil, dependía únicamente de los tribunales eclesiásticos, lo cual era considerado como un privilegio por la libertad que se permitía.

Si queremos remontarnos a su historia, ella –según los datos más fidedignos– habría
comenzado en París.

Desde principios del siglo XII, era la capital francesa una ciudad de profesores y estudiantes.
En el claustro de la catedral de Notre-Dame funcionaba una escuela catedralicia, heredera del prestigio de la escuela de Chartres, y en la orilla izquierda del río Sena, dos escuelas abaciales, la de Santa Genoveva y la de San Víctor. El pequeño puente que unía entonces la ciudad con la orilla izquierda del Sena, estaba repleto de casitas que se llenaban de estudiantes y profesores. Un día docentes y alumnos se dieron cuenta de que, casi sin quererlo, habían formado una corporación, o sea, un conjunto de personas dedicadas a la misma profesión, haciendo entonces, lo que habían hecho ya los zapateros, los sastres, los carpinteros y otros oficios de la ciudad: agruparse para constituir un gremio. El gremio de profesores y estudiantes se llamó “Universidad”.

Poco tiempo después, a mediados del siglo XIII, vivía en París un maestro llamado Robert de Sorbon, canónigo de la catedral y consejero del rey san Luis. Preocupado por la situación de los estudiantes pobres, le pidió al rey que le cediera algunas granjas y casas de la ciudad, y agregando dinero de su propio peculio, fundó un Colegio para alojar a 16 humildes estudiantes de Teología. El Colegio se llamó de La Sorbona, en homenaje a su creador.

Pero si seguimos hurgando en la realidad de aquella época descubriremos aun cosas más apasionantes: en el siglo XII, por ejemplo, la Universidad de Bolonia, especializada en Leyes, llegaría a eclipsar a las viejas escuelas jurídicas de Roma, Pavía y Ravena. A esta Universidad llegaron a acudir jóvenes de todos los países de la Cristiandad [2](como llamaban los europeos a Europa) que deseaban conocer el mundo de las leyes. Una característica muy especial suya fue el influjo que en ella ejerció la rica burguesía comerciante, que veía el estudio del Derecho como un instrumento para asegurar sus negocios. Fue en Bolonia donde se reflotó una ciencia olvidada, el Derecho Romano, que suministraría a los Emperadores (paradójicamente) argumentos en su lucha con el Papado.

A más de 1000 kilómetros de distancia, se encontraba la Universidad de Salerno, donde se conocían los libros de los médicos que habían que habían llegado de la vecina Sicilia durante el período en que la ocuparon los griegos y los árabes. En 1231, el emperador Federico II, gran admirador de la ciencia árabe, prohibió que se enseñara en cualquier otra ciudad de sus dominios y desde entonces Salerno se convirtió en el gran centro de la enseñanza de la Medicina; sin embargo, también en Francia se estudió esa ciencia: en tierras del Languedoc, al sur de la antigua Galia, se destacó la Universidad de Montpellier, frecuentada por estudiantes que provenían de Italia y de las tierras musulmanas de España. Sus escuelas de medicina eran célebres ya en el siglo XII.

En cuanto a Inglaterra el movimiento de creación de nuevas universidades se hizo más intenso a partir de mediados del siglo XIII. En el curso de este siglo abrió sus puertas la Universidad de Oxford (la primera de las Islas Británicas) muy semejante, en su organización, a la de París, si bien diferente de ella por su notoria inclinación a lo pragmático, tan típica del espíritu inglés. Pronto surgióla Universidad de Cambridge, como resultado de la emigración de un grupo de profesores y de alumnos de Oxford.

Junto a estas universidades, que aparecieron de manera espontánea, siendo luego oficialmente reconocidas, comenzaron a surgir en la Edad Media distintos centros de estudio creados directamente por algún gran personaje, religioso o político. Son, así, de iniciativa real las primeras universidades dela Península Ibérica, todas ellas del siglo XIII: Coimbra (en Portugal), Palencia y Salamanca en España (erigida esta última por el rey Alfonso IX hacia 1220).

Para darnos cuenta del nivel de enseñanza, basta ver lo que debía sortear un aspirante a docente universitario:

“Una vez obtenido su diploma universitario, y antes de aspirar a su licencia docente, el estudiante debía haber «conocido en París o en otra universidad», las siguientes obras de Aristóteles: Física, De la generación y de la corrupción, Del cielo y Parva Naturalia; también los tratados De la sensación y de lo sensible, Del sueño y de la vigilia, De la memoria y del recuerdo, De la longevidad y de la brevedad de la vida. Asimismo, debía conocer (o tener intención de hacerlo en el futuro) la Metafísica, y haber asistido a clases sobre los trabajos matemáticos del filósofo griego. [El historiador Hastings] Rashdall, ofrece en relación con el currículo de Oxford la siguiente lista de lecturas obligatorias para alcanzar la maestría, una vez obtenido el primer diploma. Textos sobre las artes liberales: Prisciano en gramática; la Retórica de Aristóteles o los Tópicos de Boecio, o la Nova Rhetorica de Cicerón, o Las Metamorfosis de Ovidio y la Poetria Virgilii en retórica; De Interpretatione (tres trimestres) o los Tópicos de Boecio (libros 1-3), o los Primeros Analíticos o los Tópicos de Aristóteles; en aritmética y en música a Boecio; en geometría a Euclides, Alhacen, o la Perspectiva de Vitelio; en astronomía la Theorica Planetarum (dos trimestres) o el Almagesto de Ptolomeo.
En filosofía natural: la Física o Del cielo (tres trimestres), o De las propiedades de los elementos, o Meteorología o De los vegetales y las plantas, o Del alma de los animales, o cualquiera de las Parva Naturalia; en filosofía moral la Ética o la Política de Aristóteles (tres trimestres) y en metafísica la Metafísica de Aristóteles”[3].

Por las dudas remarquemos: todos libros “profanos” (para los que dicen que solo se estudiaban “cosas de curas”…).

Que no te la cuenten…

[1] Puede consultarse ampliamente el tema en Alfredo Sáenz, La Cristiandad y su cosmovisión, Gladius, Buenos Aires 2007, 80-84 y en Thomas E. Woods, Cómo la Iglesia construyó la Civilización Occidental,
Ciudadela, Madrid 2007, 73-92.

[2] Entendemos por “Cristiandad”, no simplemente un período histórico, sino la encarnación de los ideales cristianos en una época y lugar determinados. Así se llamó a gran parte de Europa, durante el Medioevo, donde la “filosofía del Evangelio gobernaba los estados” (León XIII).

[3]Lorie Daily, The Medieval University, 1200-1400, Sheed and Ward, Nueva York 1961, 132-133

Fuente