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Irapuato
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Evangelio del 01 de marzo de 2023

Libro de Jonás 3,1-10.
La palabra del Señor fue dirigida por segunda vez a Jonás, en estos términos:
"Parte ahora mismo para Nínive, la gran ciudad, y anúnciale el mensaje que yo te indicaré".
Jonás partió para Nínive, conforme a la palabra del Señor. Nínive era una ciudad enormemente grande: se necesitaban tres días para recorrerla.
Jonás comenzó a internarse en la ciudad y caminó durante todo un día, proclamando: "Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida".
Los ninivitas creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se vistieron con ropa de penitencia, desde el más grande hasta el más pequeño.
Cuando la noticia llegó al rey de Nínive, este se levantó de su trono, se quitó su vestidura real, se vistió con ropa de penitencia y se sentó sobre ceniza.
Además, mandó proclamar en Nínive el siguiente anuncio: "Por decreto del rey y de sus funcionarios, ningún hombre ni animal, ni el ganado mayor ni el menor, deberán probar bocado: no pasten ni beban agua;
vístanse con ropa de penitencia hombres y animales; clamen a Dios con todas sus fuerzas y conviértase cada uno de su mala conducta y de la violencia que hay en sus manos.
Tal vez Dios se vuelva atrás y se arrepienta, y aplaque el ardor de su ira, de manera que no perezcamos".
Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió.

Salmo 51(50),3-4.12-13.18-19.
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.

Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

Evangelio según San Lucas 11,29-32.
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: "Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás.
Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

San Cirilo de Jerusalén (313-350)

obispo de Jerusalén, doctor de la Iglesia
Catequesis bautismal 14 (Les catéchèses, coll. Les Pères dans la foi 53-54, Migne, 1993), trad.sc©evangelizo.org

El signo del profeta Jonás
“Demuéstrenos que es posible la resurrección de un hombre muerto desde hace tres días y que un hombre puesto en el sepulcro pueda resucitar luego de tres días”, decía alguien. Si buscamos en esas circunstancias precisas, un testimonio que lo pruebe, el Señor Jesús mismo lo ofrece en los Evangelios: “Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches (Mt 12,40, cf. Jon 3,1). Cuando escrutamos la historia de Jonás, la semejanza parece fuertemente significativa. Jesús fue enviado para proclamar la penitencia: así fue igualmente enviado Jonás. Pero Jonás huyó, despreocupándose del resultado, mientras que Jesús permaneció de todo corazón para predicar la penitencia salvadora. Jonás dormía sobre el barco y resollaba mientras la tempestad agitaba el mar. Durante el sueño de Jesús, el mar se despertó providencialmente para revelar el poder del que dormía. (…) Jonás fue echado en el vientre del monstruo. Jesús descendió espontáneamente dónde se encontraba el monstruo místico de la muerte. Descendió espontáneamente para que la muerte rechazara -vomitará- a los que había engullido, según dice la Escritura: “¿Y yo voy a rescatarlos del poder del Abismo? ¿Voy a redimirlos de la muerte?” (Os 13,14). (…) Creo que Jonás fue preservado, ya que “para Dios todo es posible” (Mt 19,26). Creo también que Cristo resucitó de entre los muertos. Son numerosos los testimonios de este hecho, tanto de las Sagradas Escrituras como de la acción manifestada hasta nuestros días por el que ha resucitado, único descendido a los infiernos para remontar luego. Porque descendió en la muerte y muchos cuerpos santos que estaban muertos fueron resucitados por él. (…) Ya que tenemos las profecías, la fe nos habite.