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¿Por qué los católicos no le tienen miedo a la muerte? Una respuesta genial.

¿Por qué los católicos no le tienen miedo a la muerte? Una respuesta genial

Solange Paredes
Existencia de Dios | Hambre de infinito | Jesucristo | Videos
21/09/2014


Y, ¿Qué hay del otro lado? ¿Qué nos espera luego de morir? En este video,YesHeis nos confronta con uno de los miedos más naturales de nuestra existencia: la muerte. Pero antes de entrar de lleno en este misterio – por el cual todos vamos a pasar – quiero detenerme en un fragmento de la conversación que nos ofrece importantes elementos apostólicos: El paciente pregunta con marcada angustia si es que el doctor conoce lo que sucede después de la muerte. Se lo pregunta con una sed anhelante de esperanza y; al no encontrar una respuesta satisfactoria, el paciente se indigna ante la ignorancia del doctor como cristiano…

No debemos tenerle miedo a la muerte
¿Cuántas veces hemos estado nosotros en una situación parecida? ¿Cuántas veces hemos acudido a alguien más avanzado en la fe y nos ha dejado insatisfechos? O peor aún, ¿Cuántas veces han venido personas a nosotros, apelando a nuestro conocimiento en la fe, a pedir consejo o a cuestionar la fe que practicamos? ¿Hemos estado preparados? ¿Hemos honrado a Dios con nuestra respuesta? San Pedro, en su primera carta, nos la pone clara: “…y siempre estén dispuestos para dar una respuesta acertada al que les pide cuenta de su esperanza. Pero háganlo con sencillez y deferencia” (1 P 3, 15).
Estar siempre preparados para responder a quien nos pida razón de la esperanza que hay en nosotros es una responsabilidad trascendental en la vida de todo católico. Nuestra fe es un don, y como tal tendremos que dar cuenta de ésta. Estar preparados y tener una respuesta acertada implica detenerse a pensar en lo que creemos, implica tomar una postura ya no de espectador sino de protagonista en nuestra vida de fe, implica dejar de ser indiferentes a esa parte “escondida” de nuestra vida.
Ahora bien, si es que hemos tomado en serio esta responsabilidad veremos cómo, poco a poco, las prioridades en nuestra vida van tomando el orden correcto, en el cual siempre Dios va primero. Al ser esto así, no podemos tener ya miedo de ir hacia Él a la hora que nos llame a nuestra verdadera Patria celestial. El cristiano que une su propia muerte a la de Jesús ve la muerte como una ida hacia Él y la entrada en la vida eterna (CIC 1020).
El cristiano que une su propia muerte a la de Jesús ve la muerte como una ida hacia Él y la entrada en la vida eterna (CIC 1020)
Es cierto, sin embargo, que en el plano natural, la idea de morir nos genere miedo. Este miedo es incluso útil al ser humano como especie porque fomenta nuestro instinto de preservación. Sin embargo, como hijos de Dios, nuestra naturaleza va más allá de la biología. Como cristianos, la muerte, consecuencia del pecado, no es más que el final de la vida terrena. Al haber Cristo vencido a la muerte, ésta posee un sentido positivo: “Para mí, la vida es Cristo y morir una ganancia” (Flp 1, 21). “Es cierta esta afirmación: si hemos muerto con Él, también viviremos con Él” (2 Tm 2, 11). Ciertamente, la obediencia de Jesús transformó la maldición de la muerte en bendición (CIC 1007 – 1010). Al haber resucitado y subido hacia el Padre, Cristo nos abre el camino a nuestra Casa, la cual no se sitúa arriba de nosotros, sino en Dios…
Hemos de recordar, asimismo, una de las aseveraciones más firmes de Jesús en cuanto al Cielo y a lo que nos espera si es que decidimos vivir y morir con Él: “En la casa de mi Padre, hay muchas mansiones, y voy allá a prepararles un lugar (si no fuera así, se los habría dicho). Pero, si me voy a prepararles un lugar, es que volveré y los llevaré junto a mí, para que donde yo estoy, estén también ustedes” (Jn 14, 2-3). ¡Qué promesa tan grande! Jesús, Hijo del Dios vivo, nos afirma que hay muchas mansiones, es decir, ¡hay suficiente lugar para todos! e incluso se toma la molestia de hacer la aclaración que si no fuera así, nos lo hubiera dicho. Más aun, termina diciendo algo que refleja el infinito y perfecto amor de Dios a los hombres…nos dice que volverá y nos llevará para que donde Él esté, estemos también nosotros. ¿No es ésa acaso una muestra del verdadero amor: anhelar y lograr estar ahí donde nuestro Amado está?
Recomiendo:
Artículo sobre el infierno como estado de auto exclusión
Personalmente, creo que el mayor miedo a la muerte viene del miedo de no ir hacia Dios y condenarse. Pero debemos tener en claro que Dios no predestina a nadie a ir al infierno; para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria hacia Dios (un pecado mortal) y persistir en él hasta el final (CIC 1037). “Dios no quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión” (2 P 3, 9). ¿Y si Dios no quiere que nadie se condene, por qué hay almas que van al infierno? Porque no es Dios quien las condena, sino es la propia alma que decide su destino final. Si hemos vivido una vida sin Dios en la Tierra, es muy probable que nuestra alma no tienda hacia Él a la hora de la muerte …
perceo3
Un interesante aporte a este medio gracias por compartirlo y subirlo .
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lulu
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Alejandro Granados
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