El argumento de la época del arrianismo y San Atanasio.

Con el fin de invalidar la Misa y habiendo dialogado con algunos sedevacantistas, (cuando todavía no bloqueaban), he podido advertir que el último argumento más o menos sensato al que suelen recurrir es el de fijarse en lo que sucedió en la época del arrianismo y San Atanasio. Como es sabido, el arrianismo fue una herejía que logró convencer a la inmensa mayoría de los cristianos. Pero siempre que ha acaecido una tragedia tan manifiesta, Dios no ha abandonado nunca a su Iglesia y siempre ha puesto algún gran Santo para dos cosas: 1. Para señalar y refutar la herejía y fundamentalmente 2. Para decir claramente lo que los fieles deberían hacer en forma positiva.
Es obvio que hoy día estamos atravesando una crisis mucho peor y mucho más grave y compleja y confusa que la del arrianismo. Acaso la crisis final. Ante esta evidencia, aparecen algunos que denuncian la enorme cantidad de errores y chifladuras y herejías que se profieren casi a diario desde hace muchísimos años. Desde hace más de once años. Y creo que hacen muy bien en proclamarlo. Pero advirtiendo que eso es tan solo una parte del problema. Pero no la solución completa. Al menos al día de hoy, no se ve claro dónde está el San Atanasio que diga lo que hay que hacer en la realidad. En cambio, los varios iluminados que surgen de la nada y creen ser la reedición viviente (siglo XXI) del santo, solo se restringen a lo siguiente: 1 A señalar los múltiples errores y herejías evidentísimas. Bravo con eso. Adelante. 2. A decir y repetir que más de mil millones de creyentes conforman una secta. Oh! 3. A autoproclamarse como los verdaderos integrantes del pequeño remanente fiel al Señor. Ahí ya me entran algunas dudas. 3. A decir que la Santísima Virgen María le ha otorgado el don de la correcta interpretación de sus mensajes. O algún nuevo mensaje de última hora. Ahí me preocupo, porque dichas exégesis no respetan las más elementales reglas de la lógica y la claridad. 4. A convencer a la gente a que abandone la Misa y la Confesión. Ahí me separo y tomo distancia. 5. A forzar la conciencia de los Sacerdotes para que den un paso del que luego, puede que tengan que arrepentirse. Y eso ya es algo muy grave y serio.
Uno escucha y observa con detenimiento y paciencia sus videos y textos, y advierte claramente que no hablan con ninguna autoridad, acorde a la gravedad del problema que señalan. Sus palabras no tienen peso y ninguna contundencia. Frases y razonamientos humanos en el mejor de los casos. Algunos delirantes, otros no tanto. Ahí no está el Espíritu Santo.
Hablan y publican y uno no tiene más remedio que decir para sus adentros: Otro nuevo apóstol de la nada. Otro nuevo apóstol y abanderado de sí mismo.
Hay un pequeño detalle que tal vez pase inadvertido. San Atanasio era un hombre extraordinario, dotado de dones intelectuales y espirituales únicos. Los muchos que hoy día asumen ser los nuevos San Atanasio, no dan ninguna muestra de la enorme estatura que tuvo el Santo. Y jamás se les ocurre decir lo que debería hacerse positivamente en la realidad. Algunas pavadas profieren, es cierto: “No vaya a la falsa Misa una cum Bergoglio, que es pecado mortal, haga un altarcito en su casa con mantelitos y florcitas y velitas y alguna Imagen y rece el Rosario. Y luego, arréglesela como pueda. Mi trabajo se restringe al de creer ser un importante martillo de herejes y más no puedo decirle, vea usted qué hace con su alma. Y por las dudas lo bloqueo.”
Así no hablaban los Santos. Los Santos siempre aportaron claridad, palabra plena y firme, verdadera Luz en medio de las tinieblas. Propongo entonces seguir rezando para que se termine de resolver de una buena vez, todo este embrollo que estamos viviendo. Y en estado de Gracia, de ser posible.
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