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Efraín
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Excelencia de Cristo y Nueva Crucifixión por sus Enemigos, Revelaciones a Santa Brígida. Palabras de la Santísima Madre a Santa Brígida, habla acerca de las dos naturalezas de Nuestro Señor Jesucristo …Más
Excelencia de Cristo y Nueva Crucifixión por sus Enemigos, Revelaciones a Santa Brígida.

Palabras de la Santísima Madre a Santa Brígida, habla acerca de las dos naturalezas de Nuestro Señor Jesucristo: La Divina y la humana. Ambas excelentes, la Divina con todos sus atributos, la humana sin defectos.

María Santísima hace una comparación entre las personas que crucificaron físicamente a Cristo y sus nuevos enemigos: los malos cristianos. Aquellos que crucificaron a Jesús no sabían que era Dios o no podían aceptarlo. Si hubieran sabido que era el Rey de la Gloria nunca lo hubieran hecho. Aquellos aún no habían sido redimidos por Cristo.

Incluso el mismo Judas Iscariote, el dicipulo traidor, reconoció que Jesús era Dios. Judas se desespero, no pidió perdón a Jesucristo que lo hubiera perdonado si lo hubiera visto arrepentido de corazón; en lugar de mostrar arrepentimiento y atormentado por su conciencia, corrió velozmente a colgarse en un árbol. Con eso Judás se arrojó al infierno, siendo considerado el mayor pecador de todos los tiempos al haber vendido a su santo maestro, a Dios mismo. Judas llegó a odiar a Jesús, por no resultar el tipo de Mesías dominador que todos esperaban, sus sueños de grandeza y poder se desvanecieron al conocer la naturaleza amorosa de Cristo. Quien odia a Dios jamás tendrá lugar en su Santo Reino, será arrojado a las tinieblas para hacerle compañía a Satanás y sus ángeles malditos.

Lon nuevos enemigos de Cristo, enemigos por el pecado, los malos cristianos. Éstos fueron redimidos por Nuestro Señor con su cruento sacrificio en la cruz. Aún sabiendo que ofenden al mismo Señor Jesucristo, siguen pecando sin hacer la voluntad de Dios y con eso lo crucifican nuevamente. Son insensatos, al no hacer todo lo posible para cumplir los mandamientos... Pensando que en cualquier momento pueden arrepentirse, pedirle perdón a Dios y salvar su alma. Pero el pecador es azotado por el demonio y difícilmente lo deja volver al buen camino, quiere arrastrarlo al infierno y lo logra con la gran mayoría de los pecadores que se endurecen en el vicio y el pecado.