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Estamos asistiendo a la decadencia de la Iglesia en todos sus miembros. Francisco Bergoglio es sólo una cabeza de herejía, un hombre de negocios humanos, un empresario que busca su éxito en el mundo …Más
Estamos asistiendo a la decadencia de la Iglesia en todos sus miembros.

Francisco Bergoglio es sólo una cabeza de herejía, un hombre de negocios humanos, un empresario que busca su éxito en el mundo entero. Tiene hasta una revista (“Il mio Papa”) dedicada exclusivamente a él.
Un hombre que ha rebajado el Papado hasta las últimas consecuencias, pero que quiere y alienta la pompa, el agasajo, la gloria que recibe del mundo, de los medios de comunicación del mundo.
Francisco Bergoglio es una cabeza que sólo quiere agradar a los hombres, y que éstos le tomen como una buena persona, como alguien que se preocupa del mundo y de los hombres, que está en los problemas de los demás, pero que en realidad, no sabe guiar al hombre hacia Dios.
Busca la perfección humana sin el amor de Dios: enseña una sabiduría sin el consejo de Dios; sólo amparado en su consejo humano, en su gobierno horizontal, en sus cabezas que sólo se alimentan de pura herejía, puro disparate, pura maldad.
Francisco Bergoglio es una cabeza que cree que está en ese puesto, porque es alguien que Dios lo ha elegido, y por tanto, cree poder tener el poder para hacer lo que quiera en la Iglesia.
Una cabeza que no sabe hacer ni oración ni penitencia, no sabe crucificarse para salvar un alma del fuego del infierno; sólo sabe estar entre los hombres para recibir de ellos sus aplausos. Sus palabras están vacías de la verdad de Dios, porque su corazón no posee el amor de Dios.
Francisco Bergoglio es una Cabeza que sigue su pensamiento humano y sus obras humanas, y da el valor a su vida desde su mente humana, no desde la Mente de Cristo.
De esta manera, esa cabeza guía a la Iglesia hacia la decadencia del Espíritu, en el cual el hombre es lo importante en la vida; no Dios. Dios queda sólo a un lado: su Vida Divina, sus Obras Divinas, sus Tesoros Divinos, quedan oscurecidos y sofocados por el pensamiento del hombre, y su obra de cara al mundo y a los hombres.