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A 75 años del infierno en la tierra: el Genocidio Nuclear

A 75 años del infierno en la tierra: el Genocidio Nuclear

Padre Federico, el 7.08.20 a las 1:49 AM

A 75 años del infierno en la tierra: el Genocidio Nuclear

Por el P. Dr. Federico Highton, SE

Doctor en Filosofía

6-VIII-MMXX

Hoy, 6 de agosto de 2020, se cumplen 75 años del Genocidio Nuclear y nadie dice nada. La fecha pasa desapercibida. Nosotros no nos olvidamos. Dedicamos dos líneas en homenaje a las víctimas y en repudio al crimen infernal.

Comencemos con una pregunta obligada. ¿Quiénes son los Padres del Genocidio Nuclear, esto es, del Bombardeo Atómico de Hiroshima y Nagazaki que ejecutó unas 420000 personas, alcanzando entre muertos y heridos unos 770000 inocentes, esto es, casi 800 mil personas[1]? Los Padres de este Genocidio tienen nombre y apellido, y todos los apellidos son judíos. Esta es la nómina de los criminales: Albert Einstein, Leo Szilard, Eugene Wigner y Edward Teller.

Increíblemente, el Genocidio Nuclear sigue siendo un Genocidio impune. Sus responsables jamás fueron juzgados ni castigados. Y no sólo esto, sino que muchos fueron premiados (algunos hasta con el premio Nobel) y su memoria es festejada por el establishment científico-político del Nuevo Orden Mundial, esto es, del globalismo cabalista.

Tal es la impunidad que en Estados Unidos, bajo la presidencia de George Bush, se ha fundado la nefasta Atomic Heritage Foundation (AHF), fundada por una tal Cynthia Kelly en el 2002 como una “nonprofit organization” en Washington, DC, dedicada, según cínicamente dice su página oficial, “a la preservación e interpretación del Proyecto Manhattan y la Era Atómica y su legado”.

Esta fundación que se alegra del Genocidio Nuclear firmó un acuerdo en el 2019 con el National Museum of Nuclear Science & History sellando una alianza para “preservar la historia del Proyecto Manhattan y la Era Atómica”. Es como si el Museo Nacional de Mongolia buscase preservar el Proyecto de Atila y su legado. Es una burla a los cientos de miles de víctimas de los bombardeos de Hiroshima y Nagazaki, las dos ciudades de mayor tradición católica en Japón, desde el siglo XVI.

El cardenal Biffi en su libro de memorias se hace una pregunta inquietante:

“Podemos bien suponer que las bombas atómicas no hayan sido tiradas al azar. La pregunta es por lo tanto inevitable: cómo así se escogió para la segunda hecatombe, entre todas, precisamente la ciudad de Japón donde el catolicismo, aparte de tener la historia más gloriosa, estaba más difundido y afirmado?» (Giacomo Biffi, «Memorie e digressioni di un italiano cardinale [Memorias y digresiones de un italiano cardenal]»,Cantagalli, Siena, 2007, pp. 640).

Entre las víctimas de la bomba atómica de Nagasaki desaparecieron en un día dos tercios de la pequeña pero vivaz comunidad católica japonesa. Era una comunidad fundada por San Francisco Xavier que fue casi desaparecida dos veces en tres siglos.

Como se sabe, las dos bombas atómicas en pocos segundos, devastaron dos ciudades. En Hiroshima, se calcula, la bomba mató a más de 120.000 personas, causando otros 70.000 heridos y destruyendo la ciudad casi absolutamente. En Nagasaki, hubo 50.000 muertos, según se estima, y 30.000 heridos. A su vez, hay que sumar las víctimas causadas por los efectos de la radiación nuclear, que pudieron sobrepasar el medio millón de personas inocentes, de las cuales murió entre 200.000 y 250.000 personas, según se estima (los datos difieren según las fuentes).

La veta demoníaca no fue disimulada: la bomba de Nagasaki fue arrojada sobre la catedral de Urakami, que no era sino el mismo centro del Catolicismo en Japón. Las bombas nucleares devastaron el centro de la Catolicidad nipona. En segundos se aniquilaron escuelas, iglesias y Órdenes Religiosas. Incontables víctimas agonizaron en medio de terribles dolores. Los sobrevivientes fueron llamados hibakushas y devinieron parias pues todos temían contagiarse de ellos.

Entre las víctimas, del 15 al 20% murieron por lesiones o enfermedades atribuidas al envenenamiento por radiación. En ambas ciudades, la gran mayoría de las muertes fueron de civiles. Hiroshima y Nagasaki eran dos ciudades muy secundarias desde el punto de vista militar por lo que no había justificación «técnica».

En algunos lugares, la explosión imprimió las siluetas de algunas personas, cuyos cuerpos fueron pulverizados de forma instantánea.

Hubo una persona que estaba sentada en las escaleras de un banco, probablemente esperando a que abriera. Las temperaturas de hasta 2.000º C lo incineraron sobre el escalón.

El 6 de agosto de 1945, a las 8:15 de la mañana, la bomba lanzada por el Enola Gay estalló a una altura de 580 metros sobre el centro de Hiroshima. La onda expansiva, a unos 6.000 grados de temperatura, no dejó un edificio en pie y carbonizó los árboles a 120 kilómetros de distancia.

Varios minutos después, el hongo atómico se elevó a unos 13 kilómetros de altura y expandió una lluvia radiactiva que condenó a muerte a las miles de personas que habían escapado del calor y las radiaciones.

Hubo miles de casos de incineración súbita, carbonizaciones parciales y quemaduras de personas expuestas hacia el hipocentro del estallido, a más de 10 km de la zona cero. Era el infierno sobre la tierra.

Como admite laAtomic Heritage Foundation (AHF), el gran responsable del genocidio nuclear no es sino el científico Albert Einstein, de lo cual se hizo eco hasta la revista Time (content.time.com).

La AHF relata los hechos sin disimulo alguno: “Albert Einstein fue el físico más famoso del mundo y un ganador del Premio Nobel”. Luego dice: “Leo Szilard, Eugene Wigner y Edward Teller persuadieron a Einstein para que advirtiera al presidente Franklin D. Roosevelt sobre la posibilidad de que Alemania pudiera desarrollar una bomba atómica e instar a FDR a considerar un programa similar en los Estados Unidos” (www.atomicheritage.org).

Esto es, Leo Szilard, Eugene Wigner y Edward Teller convencieron a Einstein para que este convenza a Roosevelt a que haga bombas nucleares. Consiguieron su resultado: Einstein escribió una nefasta carta, Roosevelt aceptó la propuesta y el masón 33º Salomon Truman tiró dos bombas que devastaron las dos zonas más católicas de Japón.

A continuación reproducimos la criminal carta del genocida Einstein. La traducción nos pertenece. La carta la hemos tomado del portal de la Atomic Heritage Foundation (AHF) (www.atomicheritage.org):

“Señor:

Algunos trabajos recientes de E. Fermi y L. Szilard, que me han sido comunicados por manuscrito, me llevan a esperar que el elemento uranio se convierta en una nueva e importante fuente de energía en el futuro inmediato. Ciertos aspectos de la situación que ha surgido parecen requerir vigilancia y, si es necesario, acción rápida por parte de la Administración. Por lo tanto, creo que es mi deber llamar su atención sobre los siguientes hechos y recomendaciones:

En el transcurso de los últimos cuatro meses se ha hecho probable, a través del trabajo de Joliot en Francia, así como de Fermi y Szilard en Estados Unidos, que sea posible establecer una reacción en cadena nuclear en una gran masa de uranio mediante la cual se generarían grandes cantidades de energía y grandes cantidades de nuevos elementos similares al radio. Ahora parece casi seguro que esto podría lograrse en el futuro inmediato.

Este fenómeno también conduciría a la construcción de bombas, y es concebible, aunque mucho menos seguro, que se puedan construir bombas extremadamente potentes de un nuevo tipo. Una sola bomba de este tipo, transportada por barco y explotada en un puerto, podría destruir todo el puerto junto con parte del territorio circundante. Sin embargo, tales bombas podrían ser demasiado pesadas para el transporte aéreo.

Estados Unidos tiene solo minerales muy pobres de uranio en cantidades moderadas. Hay un buen mineral en Canadá y la antigua Checoslovaquia, mientras que la fuente más importante de uranio es el Congo Belga.

En vista de esta situación, puede pensar que es deseable mantener un contacto permanente entre la Administración y el grupo de físicos que trabajan en reacciones en cadena en Estados Unidos. Una posible forma de lograr esto podría ser confiarle esta tarea a una persona que tenga su confianza y que quizás pueda servir en una capacidad no oficial. Su tarea podría comprender lo siguiente:

a) acercarse a los departamentos gubernamentales, mantenerlos informados sobre el desarrollo futuro y presentar recomendaciones para la acción del gobierno, prestando especial atención al problema de asegurar un suministro de mineral de uranio para los Estados Unidos.

b) acelerar el trabajo experimental, que actualmente se lleva a cabo dentro de los límites de los presupuestos de los laboratorios universitarios, proporcionando fondos, si se requieren, a través de sus contactos con personas privadas que estén dispuestas a hacer contribuciones para este causa, y quizás también mediante la obtención de la cooperación de laboratorios industriales que cuentan con el equipo necesario.

Entiendo que Alemania en realidad ha detenido la venta de uranio de las minas checoslovacas de las que se ha hecho cargo. Tal vez debería haber entendido que debería haber tomado medidas tan tempranas por el hecho de que el hijo del subsecretario de Estado alemán, von Weizsäcker, está adscrito al Kaiser-Wilhelm-Institut en Berlín, donde parte del trabajo estadounidense sobre uranio es ahora se repite.

Atentamente,

Albert Einstein”.

Los hombres del siglo XXI debemos execrar el Genocidio Nuclear.

¡Nunca más!

[1] Las cifras varían según las fuentes.