SIERVOS DEL ANTICRISTO: VOLTAIRE

Voltaire es poco menos que el gran “canonizado” de la iglesia masónica y modernista, cuyo pensamiento y escritos se basa en el odio a Jesucristo y a su Santa Iglesia. Un odio tan grande que uno no tiene más remedio que pensar en la masonería. Según parece Voltaire no fue iniciado en la masonería hasta unos meses antes de morir:

www2.uned.es/…/iniciacion de V…

www.desdecuba.com/mason/

Sin embargo, de ser cierta esa historia, su proximidad ideológica a la masonería hace que muchos interesados en su figura lo hayan calificado de masón sin mandil.

En cualquier caso, es significativa la historia de su iniciación masónica pocos meses antes de morir teniendo en cuenta la terrible muerte que se relata en este artículo.

EL INFAME ÍDOLO VOLTAIRE, DESTROZADO:
wwwmileschristi.blogspot.ro/…/el-infame-idolo…
malemp
la muerte de este es espeluznante:
Así llegó el día de su muerte. En su agonía, comenzó a desesperarse frente a la posibilidad de la eterna condenación. De seguro intuyó que ese Dios a quien tanto atacó, le esperaba inmediatamente después de expirar para pedirle cuenta de su vida. Intuía que ante la omnipotencia, la inmensidad de la majestad de Dios, no le serviría la "razón pura" para justificar …Más
la muerte de este es espeluznante:

Así llegó el día de su muerte. En su agonía, comenzó a desesperarse frente a la posibilidad de la eterna condenación. De seguro intuyó que ese Dios a quien tanto atacó, le esperaba inmediatamente después de expirar para pedirle cuenta de su vida. Intuía que ante la omnipotencia, la inmensidad de la majestad de Dios, no le serviría la "razón pura" para justificar su mala vida y los escritos ateos y ofensivos con que lo había atacado y tratado de apartar a la gentes de la fe. Se desesperó, comenzó a gruñir, a tirarse el pelo, a pedir un sacerdote para confesarse: "¡Confesión...¡¡confesión!!". Pero sus seguidores, obedeciendo sus instrucciones previas, se pusieron de guardia en la puerta de su casa, para impedir que alguien le llevara un sacerdote que lo confesara y absolviera. Voltaire ya gritaba, se revolcaba en la cama, se rasguñaba la cara desesperado, tenía los ojos desorbitados y botaba espuma por la boca. Ya no gritaba, sino aullaba, desesperado, al entender que se condenaría eternamente. Los demonios le enrostraban sus escritos, su burla a la religión, y ya le anticipaban la "suerte" que le esperaba apenas expirara: les pertenecía a ellos y habían venido a por él. Su muerte fue horrible, su rostro producía espanto a quienes le miraban. La enfermera que le atendió, se hizo el propósito de nunca jamás volver a asistir a un moribundo ateo, tan horrorizada había quedado ante el macabro espectáculo de tan mala muerte.
Otros dicen:
"Lanzaba gritos desaforados, se revolvía, crispábansele las manos, se laceraba con las uñas. Pocos minutos antes de expirar le dijo al abate Gaultier".
"...Al acercarse el fatal momento, una redoblada desesperación se apoderó del moribundo; gritaba, diciendo que sentía una mano invisible arrastrarle ante el tribunal de Dios; invocaba con aullidos espantosos a aquél Cristo que él había combatido durante toda su vida; maldecía una vez tras otra; finalmente, para calmar la ardiente sed que le devoraba, llevóse a la boca su vaso de noche; lanzó un último grito, y expiró entre la inmundicia y la sangre que le salían de la boca y de las narices”.