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Amos 3:1-12 1Escuchad esta palabra que el Señor pronuncia contra vosotros, hijos de Israel, a toda la familia que hice subir de la tierra de Egipto: 2 «Sólo os conocí a vosotros entre todas las familias …Más
Amos 3:1-12 1Escuchad esta palabra que el Señor pronuncia contra vosotros, hijos de Israel, a toda la familia que hice subir de la tierra de Egipto: 2 «Sólo os conocí a vosotros entre todas las familias de la tierra. Por eso os visitaré por todas vuestras iniquidades. »¿Es que caminan juntos dos sin que se pongan de acuerdo? 4 ¿Es que ruge el león en el soto si no tiene presa? ¿Lanza rugidos desde su antro el león joven sin que haya cazado? 5 ¿Cae el pájaro en la red, a tierra, si no hay señuelo? ¿Salta la trampa del suelo sin haber atrapado algo? 6 ¿Si suena la trompeta en la ciudad, no se alarmará el pueblo? ¿Si ocurre una desgracia en la ciudad, no la manda el Señor? 7 En verdad, no hace el Señor Dios cosa alguna sin que revele su designio a sus siervos los profetas. 8 Ruge el león: ¿quién no temerá? Habla el Señor Dios: ¿quién no profetizará? 9 »Pregonad en los palacios de Asdod y en los palacios de la tierra de Egipto, y decid: “Reuníos sobre los montes de Samaría”, y ved cuántos desórdenes en medio de ella y cuántos abusos en su interior. 10 No saben obrar con rectitud —oráculo del Señor—; almacenan violencia y rapiña en sus palacios». 11 Por eso, así dice el Señor Dios: «El enemigo cercará el país, abatirá tu fuerza y serán saqueados tus palacios». 12 Así dice el Señor: «Como rescata el pastor de la boca del león un par de patas o una punta de oreja, así serán rescatados los hijos de Israel que habitan en Samaría: en la esquina de una cama, o en el damasco de un lecho». Oráculo contra el santuario de Betel y el lujo

Salmo 5

(9a) Enséñame, Señor, tu santidad. Tú no eres, Señor, un Dios al que pudiera la maldad agradarle, ni el malvado es tu huésped ni ante ti puede estar el arrogante. R. R. Enséñame, Señor, tu santidad. Al malhechor detestas, y destruyes, Señor, al embustero; aborreces al hombre sanguinario y a quien es traicionero. R. R. Enséñame, Señor, tu santidad. Pero yo, por tu gran misericordia, entraré en tu casa, y me postraré en tu templo santo con reverencia de alma. R. R. Enséñame, Señor, tu santidad.

San Mateo 8:23-27 23Se subió después a una barca, y le siguieron sus discípulos. 24De repente se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. 25Se le acercaron para despertarle diciendo: —¡Señor, sálvanos, que perecemos! 26Jesús les respondió: —¿Por qué os asustáis, hombres de poca fe? Entonces, puesto en pie, increpó a los vientos y al mar y sobrevino una gran calma. 27Los hombres se asombraron y dijeron: —¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?