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Teresa de Calcuta, misionera de la caridad sin límites

3 septiembre, 2016

La fundadora de las Misioneras de la Caridad será canonizada este domingo 4 de septiembre. Su vida continúa siendo hoy un ejemplo de entrega al servicio de Dios y de los más pobres de entre los pobres.

“Su misión comenzaba todos los días antes del amanecer, delante de la Eucaristía. En el silencio de la contemplación, Madre Teresa de Calcuta escuchaba el grito de Jesús en la cruz: tengo sed. Ese grito la empujaba hacia las calles de Calcuta y de todas las periferias del mundo, a la búsqueda de Jesús en el pobre, el abandonado, el moribundo. Misionera con el lenguaje más universal: el de la caridad sin límites ni exclusiones, sin preferencias, salvo por los más abandonados“. Estas palabras pronunciadas por San Juan Pablo II resumen la vida de una de las personalidades más relevantes de su época.

La fundadora de las Misioneras de la Caridad, ejemplo de amor y servicio a Dios y a la Iglesia decía de sí misma: “De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”.

Este domingo 4 de septiembre será elevada a los altares una de las mujeres más admiradas de las últimas décadas por su entrega radical al servicio de aquellos de los que nadie se ocupa para calmar su sed y la Sed de Aquel al que dio su vida sin reservarse nada. De pequeña estatura, firme en la fe y en su fidelidad al Evangelio, Teresa de Calcuta fue misionera de la caridad sin límites y con su vida fue testimonio del amor que Dios tiene a cada uno de los hombres.

Primeros años de vida de Gonxha Agnes

La Beata Teresa de Calcuta nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje y fue bautizada con el nombre de Gonxha Agnes Bojaxhiu. Hija menor de Nikola y Drane Bojaxhiu, hizo su Primera Comunión con cinco años y medio y recibió la Confirmación en noviembre de 1916. La repentina muerte de su padre, cuando Gonxha tenía unos ocho años de edad, dejó a la familia en una gran estrechez financiera. Drane crió a sus hijos con firmeza y amor, influyendo grandemente en el carácter y la vocación de si hija. En su formación religiosa, Gonxha fue asistida además por la vibrante Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón.

Desde muy pequeña, la pequeña Gonxha Agnes sintió una gran fascinación por la vida y la entrega de los misioneros y decidió entregarse completamente a Dios como religiosa. En 1928, con 18 años, dejó su país natal y viajó a Irlanda para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa, por Santa Teresa de Lisieux.

El 6 de enero de 1929 llegó a la ciudad india de Calcuta donde enseñó en la escuela femenina St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa hizo sus votos perpetuos convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de Jesús” para “toda la eternidad”. Desde ese momento, comenzó a ser conocida como Madre Teresa.

Madre Teresa llegó a ser directora del centro en 1944. Durante veinte años, permaneció como religiosa en la comunidad de Loreto entregada al servicio de sus hermanas y de las estudiantes del centro. Caracterizada por su caridad, altruismo y coraje, por su capacidad para el trabajo duro y por un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con fidelidad y alegría.

La llamada dentro de la llamada

El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió una “llamada dentro de la llamada”, como ella misma explicaría. Ese día, la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón y el deseo de saciar la sed de Jesús se convirtió en la fuerza motriz de toda su vida. Durante las sucesivas semanas y meses, Jesús le reveló el deseo de su corazón de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a las almas su amor”.

“Ven y sé mi luz”, le suplicó Jesús. Le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, las Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y discernimiento antes de que Madre Teresa recibiese el permiso para comenzar. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para entrar en el mundo de los pobres.

Encontrar a Jesús en los “no deseados”

Después de un breve curso con las Hermanas Médicas Misioneras en Patna, Madre Teresa volvió a Calcuta donde encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres. El 21 de diciembre va por vez primera a los barrios pobres. Visitó a las familias, lavó las heridas de algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba extendido en la calle y cuidó a una mujer que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día entrando en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el rosario en la mano, para encontrar y servir a Jesús en “los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba”. Después de algunos meses comenzaron a unirse a ella, una a una, sus antiguas alumnas.


Nacen las Misioneras de la Caridad

El 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en la Archidiócesis de Calcuta la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad. Al inicio de los años sesenta, Madre Teresa comenzó a enviar a sus Hermanas a otras partes de India. El Decreto de Alabanza, concedido por el Papa Pablo VI a la Congregación en febrero de 1965, animó a Madre Teresa a abrir una casa en Venezuela. Ésta fue seguida rápidamente por las fundaciones de Roma, Tanzania y, sucesivamente, en todos los continentes. Comenzando en 1980 y continuando durante la década de los años noventa, Madre Teresa abrió casas en casi todos los países comunistas, incluyendo la antigua Unión Soviética, Albania y Cuba.

Para mejor responder a las necesidades físicas y espirituales de los pobres, Madre Teresa fundó los Hermanos Misioneros de la Caridad en 1963, en 1976 la rama contemplativa de las Hermanas, en 1979 los Hermanos Contemplativos y en 1984 los Padres Misioneros de la Caridad. Creó losColaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes, personas de distintas creencias y nacionalidades con los cuales compartió su espíritu de oración, sencillez, sacrificio y su apostolado basado en humildes obras de amor. Este espíritu inspiró posteriormente a los Misioneros de la Caridad Laicos. En respuesta a las peticiones de muchos sacerdotes, Madre Teresa inició también en 1981 el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi como un“pequeño camino de santidad” para aquellos sacerdotes que deseasen compartir su carisma y espíritu.

Premios y fama ofrecidos “para gloria de Dios y en nombre de los pobres”

Durante estos años de rápido desarrollo, el mundo comenzó a fijarse en Madre Teresa y en la obra que ella había iniciado. Numerosos premios, comenzando por el Premio Indio Padmashri en 1962 y de modo mucho más notorio el Premio Nobel de la Paz en 1979, hicieron honra a su obra. Al mismo tiempo, los medios de comunicación comenzaron a seguir sus actividades con un interés cada vez mayor. Ella recibió, tanto los premios como la creciente atención “para gloria de Dios y en nombre de los pobres”.

Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de amar, de la grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del valor de las cosas pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con Dios. Pero, existía otro lado heroico de esta mujer que salió a la luz solo después de su muerte.

La noche oscura de la Madre Teresa

Oculta a todas las miradas, oculta incluso a los más cercanos a ella, su vida interior estuvo marcada por la experiencia de un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación de Dios, incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo cada vez mayor de su amor. Ella misma llamó “oscuridad” a su experiencia interior.

La “dolorosa noche” de su alma, que comenzó más o menos cuando dio inicio a su trabajo con los pobres y continuó hasta el final de su vida, condujo a Madre Teresa a una siempre más profunda unión con Dios. Mediante la oscuridad, ella participó de la sed de Jesús (el doloroso y ardiente deseo de amor de Jesús) y compartió la desolación interior de los pobres.

Durante los últimos años de su vida, a pesar de los cada vez más graves problemas de salud, Madre Teresa continuó dirigiendo su Instituto y respondiendo a las necesidades de los pobres y de la Iglesia. En 1997 las Hermanas de Madre Teresa contaban casi con 4.000 miembros y se habían establecido en 610 fundaciones en 123 países del mundo.

En marzo de 1997, Madre Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como Superiora General de las Misioneras de la Caridad, llevando a cabo sucesivamente un nuevo viaje al extranjero. Después de encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II, volvió a Calcuta donde transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a las personas que acudían a visitarla e instruyendo a sus Hermanas.

Entrega radical hasta el último aliento

El 5 de septiembre, la vida terrena de Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de India le concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su cuerpo fue enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su tumba se convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación y oración para gente de fe y de extracción social diversa (ricos y pobres indistintamente). Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida, de una esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a la llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de Dios.

Menos de dos años después de su muerte, a causa de lo extendido de la fama de santidad de Madre Teresa y de los favores que se le atribuían, el Papa Juan Pablo II permitió la apertura de su Causa de Canonización. El 20 de diciembre del 2002 el mismo Papa aprobó los decretos sobre la heroicidad de las virtudes y sobre el milagro obtenido por intercesión de Madre Teresa. Fue beatificada el 19 de octubre del 2003 en la Plaza de San Pedro, durante una ceremonia oficiada por San Juan Pablo II y en la que asistieron cerca de trescientas mil personas.

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