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Bottega
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Triunfó, sobre el pecado y la Muerte!! Sor Maria de Jesus de Agreda nos revela lo que místicamente sucedió durante la crucifixión. Revelación 1412. Lucifer y sus demonios durante la vida y milagros …Más
Triunfó, sobre el pecado y la Muerte!!

Sor Maria de Jesus de Agreda nos revela lo que místicamente sucedió durante la crucifixión. Revelación 1412. Lucifer y sus demonios durante la vida y milagros de nuestro Salvador nunca pudieron conocer con firmeza infalible que Su Majestad era Dios verdadero y Redentor del mundo, aunque Lucifer sabía que Dios tomaría carne humana, ignoraba el modo y circunstancias de la Encarnación; por eso anduvo confundido, unas veces creía que Cristo era Dios por los milagros que hacía, pero se resistía a creer que fuera Él porque le veía pobre, humillado, afligido y fatigado. Y deslumbrado el Dragón, perseveraba en la duda, hasta la hora de la Cruz, donde, con el triunfo de Cristo, Lucifer con sus demonios intentaron arrojarse al infierno. En el Momento en que el Mesías Jesucristo recibió la cruz sobre sus sagrados hombros, el poder divino, los oprimió. Ellos habían estado atormentando a Jesus por medio de los que lo flagelaron a quienes tenían poseídos, pero, al contacto con la Cruz, reconocieron, permitiéndolo así el Señor, que les amenazaba la ruina con la muerte de aquel Hombre inocente que ellos habían maquinado, y que no era solo un hombre. Y deseaban retirarse y no Ayudar más a los judíos y ministros de justicia, como lo habían hecho hasta aquella hora. Pero el poder divino los detuvo y encadenó como a dragones ferocísimos, compeliéndolos, por medio del imperio de María santísima, para que no huyesen, sino que fuesen siguiendo a Cristo hasta el Calvario. El extremo de esta cadena se le dio a la gran Reina, para que con las virtudes de su Hijo santísimo, los sujetase y argollase y, aunque muchas veces forcejaban intentando la fuga, despedazándose de furor, no pudieron vencer la fuerza con que la divina Señora los detenía y obligaba a llegar al Calvario, al pie de la Cruz, donde les mandó estuviesen inmóviles hasta el fin del misterio que allí se obraba, remedio para los hombres y ruina para los demonios. Lucifer con sus cuadrillas infernales oprimidos por la pena y temor que sentían con la presencia de Cristo nuestro Señor y su Madre santísima y de lo que les amenazaba, suplicaban por el alivio de arrojarse en las tinieblas del infierno. Y como no les era permitido, se pegaban y revolcaban unos con otros, como un hormiguero alterado ó como sabandijas que, temerosas, se procuran esconder, con un furor rabioso no de animales, sino de demonios más crueles que dragones. Allí se vio humillado el soberbio orgullo de Lucifer y desvanecidos sus pensamientos altivos de levantar su silla sobre las estrellas del cielo. ¡Desde hoy sé, sucio Lucifer! que tu soberbia y arrogancia es más que tus fuerzas, en vez de resplandores te visten gusanos, y a tu cadáver le consume la carcoma, herido, atado y oprimido, ya no temeré tus fingidas amenazas, te veo rendido, debilitado y sin poder alguno, dirán Is 16, 6; Y Jer 48, 29. Ya era el tiempo de que esta antigua serpiente fuese vencida por el Maestro de la Vida, quien comenzó a hablar en la Cruz las siete palabras, obligando a Lucifer y a sus demonios a escucharlas, como triunfo del señor sobre el pecado la muerte.