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Las predicciones fallidas del ecologismo

LAS CATÁSTROFES QUE LLEVAN ANUNCIÁNDONOS DESDE HACE DÉCADAS Y NO OCURRIERON

@ElentirVigo. Contando estrellas, 11 de diciembre de 2019.

El progresismo ha encontrado en el ecologismo, y más concretamente en el ecocatastrofismo, una eficaz bandera para promover sus tesis políticas. Y el que lo contradice es tachado de ‘negacionista’.

El planeta sólo era una excusa: Greta Thunberg revela la agenda ideológica que lleva a España. Los datos que no nos cuentan los ecologistas: deberían dar la murga a China y no a España

Que la izquierda use ‘palabras-policía’ para impedir el normal debate de ideas no es nada nuevo. Hasta ahora ya la hemos visto llamar facha, racista, homófobo, retrógrado, transfóbico, machista y sexista a todo aquel que cuestiona alguno de sus dogmas ideológicos. Pervertir el debate sobre el medio ambiente era lo único que le faltaba. En estos momentos ya no es siquiera necesario atreverse a llevar la contraria a la izquierda si quieres ser señalado. Para que te llamen ‘negacionista’ -una palabra que suena a nazi- basta con dudar, ya no de la existencia de un cambio climático, sino de la tesis de que sea originado por el hombre y no por la actividad solar.

El caso es: ¿existen motivos para dudar? Lo que manejan los ecoalarmistas son teorías, y no evidencias científicas, y como tales teorías pueden ser cuestionadas. Por otra parte, en este asunto podríamos aplicar la enseñanza que muchos recibimos del famoso cuento de «Pedro y el lobo». ¿Por qué hemos de creer a quienes ya nos han anunciado con anterioridad todo tipo de catástrofes que no se han cumplido? Veamos algunos ejemplos:

1968: El profesor Paul R. Ehrlich, de la Universidad de Stanford, publica «The Population Bomb», influyente libro en cuyo prólogo anuncia: «En los años setenta y ochenta, cientos de millones de personas morirán de hambre». Cinco décadas después no sólo no se han cumplido sus pronósticos, sino que se está consiguiendo reducir el hambre en el mundo a unos niveles nunca vistos.

Enero de 1970: books.google.co.uk. También afirman que «para 1985 la contaminación del aire habrá reducido a la mitad la cantidad de luz solar que llega a la Tierra». Casi medio siglo después no ha ocurrido ni lo uno ni lo otro.

Julio de 1970: trove.nla.gov.au También pronostica que los estadounidenses probablemente serán sometidos a racionamiento de agua para finales de esa década. Nada de eso se ha cumplido a día de hoy, pero las tesis alarmistas de Ehrlich se han usado para promover el aborto en todo el mundo, y él incluso ha apoyado los abortos forzados en China.

Septiembre de 1971: En una conferencia pronunciada en el Instituto Británico de Biología, www.dailytelegraph.com.au Incluso llega a apostar que Inglaterra ya no existiría en el año 2000. A pesar de los continuos fallos de sus pronósticos, medios progresistas e influyentes instituciones siguen citando y premiando a Ehrlich hasta la actualidad.

5 de enero de 1978: www.nytimes.com Ahora, en vez de enfriamiento, hablan de calentamiento.

Octubre de 1988: Un artículo del diario español El País anuncia el hundimiento de las islas Maldivas en los siguientes 30 años y «antes incluso del año 2010», citando a «expertos» que no identifica. Esos 30 años ya pasaron y las Maldivas no se han hundido

Mayo de 1989: El diario El País vuelve a citar a «expertos» que no identifica para anunciar que la Amazonía «en 20 años no existirá si no se actúa antes». Tres décadas después la Amazonía sigue existiendo a pesar de que ha continuado la deforestación a causa de las talas y los incendios.

Febrero de 2004: El Pentágono advierte al presidente George H.W. Bush que Gran Bretaña se sumergirá en un clima «siberiano» para el año 2020 (The Guardian). Falta sólo un mes para llegar a 2020 y en los últimos años la temperatura del Reino Unido se ha mantenido en las cotas habituales.

Octubre de 2005: Janos Bogardi, director del Instituto de Medio Ambiente y Seguridad Humana de la Universidad de la ONU en Bonn, anuncia que al final de la década habrá 50 millones de refugiados ambientales. Han pasado ya casi diez años del final de esa década y aún no se ha producido esa ola hipermasiva de refugiados ambientales.

Diciembre de 2007: El profesor Wieslaw Maslowski, de la Naval Postgraduate School de la US Navy, anuncia que el Polo Norte se quedará sin hielo en los veranos de 2012 o 2013. Todavía no ha ocurrido eso.

Junio de 2008: El canal estadounidense ABC News publica un documental con declaraciones de varios científicos -incluyendo uno de la NASA-; el documental pronostica que en 2015 Nueva York estará bajo las aguas (News Busters). Cuatro años después esa ciudad ni siquiera ha empezado a inundarse.

Diciembre de 2009: En la Cumbre del Clima de la ONU en Copenhague, content.usatoday.com. Cinco años después aún no ha sucedido.

Agosto de 2012: Peter Wadhams, científico climático de la University of Cambridge, anuncia que todo el hielo del Ártico se derretirá en 2015 (The Telegraph). www.scotsman.com Cuatro años después aún no ha ocurrido.

Diciembre de 2013: Tras el fracaso de su predicción de 2007, el profesor Wieslaw Maslowski predice ahora que el Ártico se quedará sin hielo en el verano de 2016 (The Guardian). También falló en este pronóstico.

Agosto de 2016: Tras el fallo de su anterior pronóstico de 2012, Peter Wadhams anuncia que en 2017 o 2018 «el Ártico central estará libre de hielo. Podrás cruzar el Polo Norte en barco» (The Guardian). Estamos en 2019 y eso aún no ha pasado.

El ecocatastrofismo es un negocio que mueve sumas astronómicas…

Ante todo esto, cabe preguntarse: ¿qué interés puede haber en generar este alarmismo? Pues ante todo hay un interés económico. La mayor de las organizaciones ecologistas del mundo, Greenpeace, tiene unos ingresos de varios cientos de millones de dólares cada año. ¿Cómo podría obtenerlos si el público al que se dirige no se sintiese alarmado y desesperado? Así mismo, el negocio de las energías renovables mueve enormes cantidades de dinero (ya sólo en el caso de España hablamos de decenas de miles de millones de euros pagados por los contribuyentes). Los ecologistas de a pie están haciendo de meros peones al servicio de intereses espurios, manejados por personajes que se están haciendo ricos con esta cuestión.

y que también ofrece grandes posibilidades de obtener más poder

Por otra parte, hay un interés tanto o más fuerte que el dinero, y casi siempre relacionado con él: el poder. Hace sólo unos días, el diario socialista El País, uno de los mayores voceros del ecocatastrofismo en España, se felicitaba de que los españoles estuviesen dispuestos a pagar más impuestos con la excusa de «la lucha contra el calentamiento global». El periódico incluso daba esta cifra: «La mitad de la población desembolsaría entre 1 y 50 euros al mes por el bien de la Tierra». El alarmismo climático se ha convertido en un filón político para la izquierda y la extrema izquierda, partidarias de que el Estado intervenga más en nuestra economía o incluso la controle en su totalidad, aunque eso tenga efectos muy adversos, como tantas veces hemos podido comprobar. La izquierda sabe que, a causa de esos efectos ya conocidos, en condiciones normales lo tendría más difícil para convencer a la gente de que el Estado se apropie de una porción cada vez mayor de nuestra riqueza. Con el catastrofismo ecologista y el señalamiento al discrepante como «negacionista», los partidarios del socialismo y del comunismo lo tienen mucho más fácil.