Una confianza obstianada.
El evangelio nos cuenta que cuando Nuestro Señor fue a los confines de Tiro, entró en una casa. Estándo Él ahí se le acercó una mujer cananea, quien le pidió que curase a su hija. Jesús, le dijo "Deja primero hartarse a los hijos, pues no está bien tomar el pan de los hijos y dárselo a los perros". Pero ella le contestó: "Sí Señor, pero los perros, debajo de la mesa, comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores". Él le dijo: ¡Oh mujer grande es tu fe!, hágase contigo como tú quieres. Y desde aquella hora quedó curada su hija. (Mt. 15, 21-28 y Mc. 7, 24-30)
Así comenta San Claudio de la Colombiere este episodio:
Ved cómo obra Nuestro Señor respecto a la Cananea, cómo rehúsa verla y oírla, cómo la trata de extranjera y más duramente aún.
¿No diréis que la importunidad de esta mujer le irrita más y más?
Sin embargo, dentro de Él, la admira y está encantado de su confianza y de su humildad; y por esto la rechaza.
¡Oh clemencia disfrazada, que toma la …Más