CRISTO REY DEL UNIVERSO, ¡PORQUÉ?...

Dios ha demostrado que es rey entregándonos a su Hijo Jesús en lo alto de la cruz, con los brazos extendidos, con el don de su propia vida. Precisamente es en la cruz en donde ha nacido el mundo nuevo, en donde ha nacido la Iglesia, en donde ha nacido el Reino de Dios, en donde hemos nacido todos nosotros con el don el Espíritu Santo, con el don de la vida divina, con la divinización, que nos hace participar de todo y nos hace hijos de Di
os.

Ésta es la realeza que celebramos hoy: la realeza de nuestro Señor Jesucristo. Y es su condición de rey lo que forma parte de nuestra vida, que abraza toda la historia de la salvación. El Reino de Dios lo podemos contemplar desde el inicio de la historia de la salvación. Cuando hablamos de Dios, no podemos no hablar de belleza, de esplendor, de luz, de paz, de todo lo que es bello, bueno y santo. He ahí nuestro Dios.

Dios se revela en el misterio, cuando pronuncia la primera palabra: “Que se haga la luz”, “Sea creado el mundo”, y este mundo debió ser un mundo hermosísimo porque nació del corazón de Dios que quería participarse a sí mismo.

El misterio de la creación llega a su culmen en la creación del hombre, el sexto día, es decir, cuando Dios ya había preparado todo lo que sería necesario para la vida del hombre y había creado todas las cosas bellas. Cada momento, cada día de la creación, la Sagrada Escritura comenta: “Y Dios vio que las cosas eran buenas”. El mundo surgido del corazón de Dios era bello, pero no tenía una voz, no tenía un corazón, no tenía un sentimiento, una libertad para poder responder a Dios. Por eso creó al hombre a su imagen y semejanza, desde ahí el mundo tuvo una mirada especial para Dios.

El hombre no encuentra su fin en sí mismo, sino en la gloria de Dios, en su búsqueda de Dios.

Debió haber sido maravilloso el proyecto original de Dios. Pero pronto llegaron las tinieblas al mundo, y aparecen las tinieblas porque el hombre, cayendo en la tentación de ponerse en el lugar de Dios, ha trastocado el orden de las cosas. En lugar de encontrarse en el mundo maravilloso de Dios, se enfrenta ahora a sus problemas, se encuentra con dificultades en las relaciones con los demás, experimenta su incapacidad de dominar a la misma creación y ha sentido dentro de sí el frío, incluso, ha llegado a temer a Dios. El hombre, creado por Dios para que participara de su amor, ha llegado a temer a Dios, a ese Dios de amor que lo ha creado a su imagen y semejanza. Y Dios ha tenido que retirar su mirada del hombre que no ha querido exaltarlo ni honrarlo y que incluso ha intentado ponerse en el lugar de Dios diciendo “yo soy juez de lo que es bueno y de lo que es malo”. De eso resulta un mundo a la deriva. Pero Dios vuelve al mundo a través de la historia de su pueblo, para preparar un mundo nuevo en el que su presencia sea motivo de alegría, de gozo, de paz y de fraternidad.

Y envió, en la plenitud de los tiempos, a su Hijo Jesucristo. Envía al Verbo eterno, su Hijo unigénito, che se hace nuestro hermano y nos revela de nuevo el misterio de Dios. ¿Queremos conocer quién es Dios? Contemplemos el rostro de nuestro Señor Jesucristo. (Card. Velasio de Paulis).